Aunque la rebelión de 2001 no tuvo un correlato tan palpable en la música argentina, hay un puñado de canciones que dejan testimonio de las jornadas del 19 y 20 de diciembre, y hasta un texto de Luis Alberto Spinetta sobre un recital que debió suspender a raíz del acontecimiento, dan cuenta de sus efectos.
Canciones del combativo combo rockero Las Manos de Filippi como «Sr. Cobranza» (en la versión de Bersuit Vergarabat lanzada en 1998, cuatro años después de su creación) se convirtieron en la banda sonora de ese clima de revuelta.
«Gracias al éxito de esa versión, la canción de protesta recuperó espacio en las radios que estaban muy copadas por las compañías y pasaban música muy lavada», recordó Hernán «Cabra» de Vega, cantante, compositor y líder de Las Manos en una entrevista con la agencia Télam.
Así y todo, «Sr. Cobranza» tuvo sus obstáculos: durante el gobierno de Carlos Menem fue prohibida por el COMFER y ninguna radio podía emitirla. El tiempo pasó, y la canción comenzó a ganar fuerza.
En ese sentido, «Cabra» señaló: «Hasta que ‘Sr. Cobranza’ se hizo tan radiable y empujó todo un nuevo repertorio, en las radios nos decían que la canción de protesta era algo del pasado que remitía a Pedro y Pablo«.
Pero, además, el mismísimo 20 de diciembre el influyente espacio radial «Cuál es?» que Mario Pergolini encabezaba en las mañanas de la FM Rock & Pop, abrió su emisión con «Cutral-Có», tema incluido en el disco debut de Las Manos «Arriba las manos, esto es el Estado», cuya letra bramaba «Hay que matar al presidente/Hay que matarlos a todos sí, sí».
«El malestar era obvio y el país era un polvorín tal como comprobamos tocando en los piquetes de Cutral Có. Y cuando la clase media viró un poco a la izquierda, la movida llegó a la Capital», recordó el «Cabra» sobre ese cambio de situación para la música de Las Manos, que así conectó con el clima social.
Para seguir en esa senda –más allá del creciente interés en la temática cultivada por el conjunto- en 2002 la agrupación publicó «Hasta las manos», placa que contenía otros dos himnos militantes como «Los métodos piqueteros» y «Organización».
Y en relación a las jornadas de protesta del 19 y 20, evoca: «Yo vivía en Sarandí y entonces no vivíamos de la banda y trabajaba en un frigorífico. Esa noche, de repente, la gente empezó a cortar la avenida Mitre y las personas salíamos de los edificios como autómatas, como un ‘The Wall’ bueno, prendimos fuego en el medio de la avenida y al mirar para ambos lados fue increíble: había una fogata cada 20 metros».
«Por haber ido a la plaza y a las asambleas, puedo decir que entonces todo el mundo estaba hermanado. Todos sentíamos que teníamos el poder para cambiar las cosas», apunta el músico en ese repaso por aquellos días.
El «Cabra» y algunos de sus compañeros de banda participarán junto al Polo Obrero de la vigilia que entre el 19 y el 20 se realizará como prólogo a una marcha anunciada para las 10 del lunes.
En su disco «Botánika», lanzado en 2002, la banda quilmeña Kapanta reflejaba en la canción «Bisabuelo» la realidad de muchos jóvenes que abandonaban el país en medio de la crisis reinante (algo que, lamentablemente, se está replicando por estos días).
En aquella canción con ritmo fiestero, Martín «El Mono» Fabio cantaba: «Querido bisabuelo, si vivieras lo entenderías. Por buscar un futuro mejor a tu tierra natal yo me fui. Para soñar, para vivir, para crear un mundo nuevo. ¡Bisabuelo! Viniste al pedo».
En una entrevista con Rolling Stone en 2017, Fabio contó cómo surgió la canción: «En el 2000 habíamos ido a Puerto Rico con Los Fabulosos Cadillacs, y al año siguiente quisimos ir solos. Un promotor nos organizó la gira pero, una vez allá, nos enteramos de que, de los diez shows pautados, en realidad había cinco, y encima tres eran de promoción. ¡Había sólo dos shows en los que nos pagaban! No teníamos guita para volver, así que la gira, que iba a durar 17 días, terminó durando dos meses».
«Eramos siete personas en un departamento con seis camas: uno dormía en el elástico. Durante el tiempo que estuvimos guardados en el departamento, armamos una salita y nos pusimos a componer. Veníamos hablando de nuestras raíces, de nuestros bisabuelos, desarrollando un tema bastante pesado, hasta que el tema llegaba a una parte que decía: ‘Bisabuelo…’. Y entonces el Balde, que estaba cagando en el baño ahí a dos metros, abre la puerta y dice: ‘¡Viniste al pedo!’. La canción venía con una cosa súper épica, y la chispa del Balde mandó todo a la mierda en una frase. Le dio el golpe de efecto que necesitaba», agregó.
La Mosca también dejó plasmados los sentimientos de aquellos días en «Que se vayan todos», un tema aparecido en el álbum «Tango latino» de 2003 que no necesita demasiada explicación. Guillermo Novellis canta: «Nos hacen creer que todo es en vano, luchar por cambiar no tiene razón. Si la ilusión va pintada de negro habrá que pintar pa’ cambiarle el color».
En una entrevista con el diario español El País, Novellis confesó: «No quería meter la canción en el disco. Me parecía subirnos al carro del sufrimiento de un montón de gente. Vengo de una época en la que se pensaba que el mundo se podía cambiar. Estoy agradecido de haber sobrevivido a la desilusión. Me comí la dictadura a partir de los dieciséis años. No sabía lo que eran los desaparecidos. Fui uno de los primeros que se echó las manos a la cabeza y dijo: ‘¡Pero qué pelotudo que soy y que cómplice…!'».
En el 2002 el power trío Carajo lanzó su álbum debut homónimo. Tan solo el primer párrafo de «Sacate la mierda» -el primer single y video del álbum- alcanza para pintar la realidad de aquel momento: «Sin anestesia, la rebelión despierta. En la calle se manifiesta. La paciencia ya se acabó. Y nace la violencia, miro la T.V. y odio lo que veo. Hay que meterlos a todos presos. Tanta propaganda para la corrupción asesinando al pueblo. ¡Mierda!, todo se degenera, la vieja trampa nos espera y sea como sea hay que escaparle a toda esta manga de charlatanes».
«‘Sacate la mierda’ sigue tan vigente como cuando la escribimos en 2001», dijo Corvata Corvalán en 2019. «El rock siempre se destacó por ir al frente, nos vino a dar esa visión que uno no la encuentra en otra parte de la sociedad. De todos modos te aclaro algo que siempre hablamos con la banda, sacrificaríamos nuestro hit más potente con tal de ver que la realidad del país cambia», admitió.
Y aclaró: «Hoy hay una cuestión mas superficial, la juventud está en ese rollo ‘no me tirés pálidas’, en un tono más escapista pero tarde o temprano a todos nos pasa que la realidad nos toca a todos en algún sentido. El rock es la banda de sonido de la vida».
«El ángel de la bicicleta» de León Gieco es otro testimonio de la crisis. Claudio «Pocho» Lepratti era un joven militante social que se desempeñaba como auxiliar en el comedor de la escuela 756 del barrio Las Flores, en el sudoeste de Rosario. En un allanamiento hecho por la policía santafesina, Lepratti les gritó las que fueron sus últimas palabras: «¡Bajen las armas, hijos de puta, no tiren que hay pibes comiendo!». Un uniformado le disparó en la garganta.
Inspirado en las bicicletas que aparecían pintadas en las paredes de Rosario en homenaje a Lepratti, Gieco se basó para crear la canción. «Sacamos cuerpo, pusimos alas, y ahora vemos una bicicleta alada que viaja por las esquinas del barrio, por calles, por las paredes de baños y cárceles», dice en el tema aparecido en el álbum «Por favor, perdón y gracias» (2005).
En una entrevista con la emisora santafesina LT10 en abril de 2006, Celeste Lepratti -hermana de Claudio- contó que «León escribió la canción y se la dedicó a Pocho, como una forma de denuncia ante la injusticia y la impunidad. Este gesto tan valioso que tuvo con Pocho y con lo que sucedió en diciembre de 2001, porque la canción representa a los caídos en el país, entre ellos los nueve de Santa Fe».
En 2002, Palo Pandolfo había grabado «Argentina 2002», un tema destinado a su álbum «Intuición», que por cuestiones económicas nunca vio la luz de manera comercial. «De qué te sirve mantener todo el circo, de qué te sirve criar a tus hijos acá, de qué te sirve levantarte a la mañana, de qué te sirve salir a cacerolear», comienza la letra de una canción pesimista que se contrarresta con su ritmo de cuarteto. Finalmente, «Argentina 2002» vio la luz en el disco «Ritual criollo», de 2008.
«Ese tema lo armé con frases que escuché en un bar: las escribí y les agregué otras», contó Pandolfo en una entrevista con Página/12 en 2008. «El puntapié fue algo que me conmovió: ‘¿De qué te sirve levantarte a la mañana?’. Es algo muy a lo (Diego) Arnedo. Me acuerdo que un día cayó en un bar de Floresta con el sonidista de Sumo: tenía un cuadernito y cualquier cosa que escuchaba, la anotaba. ‘Argentina 2002’ está en esa línea… es como una especie de pesimismo activo», amplió.
Los Piojos plasmaron sus sensaciones en «Dientes de cordero», aparecido en el álbum «Máquina de sangre» (2003). «Dientes de corderos, sobre la ciudad; árboles de fuego, para Navidad», canta Andrés Ciro Martínez.
Bersuit Vergarabat reflejó la crisis institucional con la frase «Cinco presidentes en una semana», como una de las tantas cosas que definen «La argentinidad al palo», el tema homónimo del CD de 2004.
En su disco «Vence» de 1997, Horcas se anticipó a la crisis en «Argentina, tus hijos»: «Estalla un paro general, el pueblo ya no aguanta más, reunión en la plaza central, la crisis nos inundará». Lamentablemente, la voz de Wlater Meza fue profética.
Desde otros sonidos, los trovadores folclóricos Claudio Sosa y Eduardo Guajardo compartieron en 2002 «La ruta de la dignidad», una gira musical que tocó en muchos de los focos de conflicto y resistencia de aquella geografía convulsionada.
«Siento que fuimos una consecuencia cultural de aquello que pasaba y quisimos ser útiles para mostrarlo y acompañarlo», sostiene Sosa en una entrevista con la agencia Télam.
El guitarrista, compositor y cantante tucumano, que es sobrino de Mercedes Sosa, relata que junto al cantautor de Río Turbio se plantearon «una recorrida por las fábricas recuperadas y las luchas sociales con la intención de hacer un puente artístico que vinculara esos espacios con músicos, muralistas y gente de teatro de cada lugar».
«La verdad –confiesa- es que no teníamos ni un plan ni una organización detrás, pero aun dependiendo de la solidaridad y de lo que se podía recaudar, seguimos adelante porque teníamos claro que había que hacer algo».
Curtidos en la autogestión por la crisis que alcanzaba también a lo cultural, el músico que en solitario publicó álbumes como «Astillas de un pago» y «Flores y ayuno» explica el germen de «La ruta de la dignidad»: «Empieza en una movida en el Festival de Cosquín, donde nos encontramos y tratamos de hacer una asamblea de músicos en la peña de los Copla para apoyar a los municipales del lugar, a quienes le debían varios meses de salario».
«La ruta de la dignidad» comenzó en la fábrica recuperada Renacer de Ushuaia en septiembre de 2002 y pasó por Chaco, San Juan, Santiago del Estero, Rosario, Tucumán, Jujuy, La Plata y la Ciudad de Buenos Aires, entre otros lugares de la Argentina.
Entre esos viajes y como resultado de la travesía, la dupla grabó en octubre de ese año el disco homónimo con nueve canciones, entre ellas, «El olvidao» (del «Duende» Garnica), «El activista» (Raly Barrionuevo), «Olor a goma quemada» (Rafael Amor) y «Que va a pasar un obrero» (Eduardo Guajardo).
En el sobre interno del disco que un año atrás fue reeditado digitalmente, sus mentores escribieron que el proyecto «formó parte de una actividad cultural de autogestión tocando en escenarios populares junto a los artistas de cada región, en solidaridad con las luchas sociales de todo el país. Allí donde la dignidad se levanta… en los piquetes, fábricas recuperadas, universidades… donde los niños, las mujeres y los hombres, hemos hecho la mejor elección de nuestras vidas, hacer la patria con nuestro propio barro».
El clima de ebullición de la época alcanzó también a artistas en apariencia menos conectados con la coyuntura como el caso de Luis Alberto Spinetta, quien debió atrasar una semana su recital en el estadio Obras (del 22 al 29 de diciembre) con el que volvía a tocar en Buenos Aires después de tres años.
Como fruto de esa actuación, el «Flaco» publicó el disco «Argentina Sorgo Films presenta: Obras en vivo» y para su lanzamiento escribió una carta pública donde señaló: «La muerte de inocentes, la agonía del poder, la resignación solo momentánea y la lucha. Ese diciembre caótico de 2001, inscripto ya como una historia más de la injusticia argentina nos permitió realizar nuestro concierto. Yo me sentía totalmente desubicado. Me parecía que no debía insistir en actuar por respeto a la gente que más sufre».
«Por otro lado, la obligación de dar lo que uno sabe en respaldo, ante todo, al simple hombre honesto que habita nuestro suelo, al pequeño y al grande que pudieran estar obrando con su corazón para presentar el manifiesto de lo que el país siente, y aquello que debe ser considerado como la inminente necesidad de reparar esto, de raíz, y con todo el esfuerzo y el intelecto», siguió.
En el escrito, Spinetta agregó: «Si como se ve a diario, alguien intenta entretener al pueblo con chatura, es porque lo considera, al igual que el poder nefasto, el objetivo de su profanación y ante eso, yo me alzaré siempre en contra. Engañarlo hasta el extremo de la suspensión de sus legítimos derechos y, engañarlo bajo la falsa felicidad que brinda cierta creación deplorable, da lo mismo».
Texto con aportes de Sergio Arboleya / Foto: Enrique García Medina (Telam)