Jorge Pistocchi, creador de las legendarias revistas Expreso Imaginario, Mordisco y Pan Caliente, falleció anoche en la ciudad de Buenos Aires. Tenía 65 años.
El primer número de Mordisco salió a la calle en 1975. Impulsado por su amistad con Miguel Abuelo y Luis Alberto Spinetta, su idea era nutrir al movimiento que se había generado alrededor del rock. No quería restringirse a lo musical. Pretendía alcanzar la poesía, la pintura, la filosofía, el arte en todas sus expresiones.
“Hoy emprendemos la marcha hacia una estación llamada imposible. Llegar hasta allí puede tornarse peligroso, pero confiamos en que el contenido de nuestros equipajes nos proteja. Si bien no hay armas dentro de ellos, ya que las abandonamos en la estación de partida, en cambio portan nuestra música de rock, los libros que nos iluminaron, las técnicas e inventos de los hombres que no intentaron destruirnos y todas nuestras reales posesiones, o sea, las cosas que amamos”, finalizaba su primera editorial como director de una revista, y comenzaba un camino que nunca hubiera imaginado.
A menos de un año de haberse publicado Mordisco, el hombre que había ofrecido a Pistocchi la dirección lo estafó y desapareció, dejándolo en la calle y con una revista quebrada por completo. En las páginas de los últimos números, Pistocchi había anunciado la salida de una nueva revista.
En 1975, mientras el país se sumergía en un túnel de violencia que desembocaría en la dictadura, Pistocchi pretendía encontrar a alguien que financiara un proyecto editorial de contracultura. Llevaba una carpeta con notas sobre Walt Whitman, Gato Barbieri, el peligro de la energía nuclear, Artaud, la filosofía oriental, Syd Barrett y Buster Keaton. También había decidido el nombre que llevaría la publicación: Expreso Imaginario.
«En el 75 había logrado armar un grupo de trabajo interesado en la publicación, en el que estaban Pipo Lernoud y el Negro Fontova, que es un diseñador gráfico formidable. Creía que era importante sacar la revista porque veía que estaban a punto de cortarse por completo los canales de comunicación», recordaba Pistocchi en una entrevista concedida a principios de este año al diario Página/12.
«Yo quería hablar de los problemas ambientales, de la poesía aborigen, de cómo llevar adelante una alimentación sana, de filosofías basadas en la paz. ¿Cómo habitamos este mundo sin destrozarlo ni aniquilarnos nosotros mismos? Veía que tanto el capitalismo como el marxismo estaban basados en un sistema energético que nos llevaba irreversiblemente a la muerte, y eso nadie se lo cuestionaba», decía Pistocchi. «Pero el rock canalizaba todos estos cuestionamientos que nos hacíamos. Y para que no se nos escaparan era necesario mantener una línea. Por ejemplo, la de no aceptar publicidades de empresas discográficas, porque eso podía influir en nuestras críticas. Tampoco quería ninguna tapa que apuntara a especular con las ventas. Sacábamos dibujos, imágenes que nos parecían extraordinarias, fotos casi absurdas. En la contratapa, que se usaba para vender publicidad, pusimos la historieta de Little Nemo. Esa genialidad fue la que le dio el toque de atemporalidad al Expreso».
En la década del 90, junto a los obreros de la fábrica textil AMAT, participó de la recuperación y puesta en marcha de la fábrica, situada en Lavallol. En el año 2000, Pistocchi dirigió en FM La Tribu el programa radial semanal «Expreso Imaginario».