Corrían los últimos meses de 1983 y los últimos días de la dictadura militar. El 30 de octubre de aquel año, el radical Raúl Alfonsín triunfaba en las urnas y se convertía en el presidente democrático de la Argentina. Por aquellos días, Los Twist grababan su álbum debut. Un disco que marcaría a fuego el rock argentino de los años 80.
Con la vuelta de la democracia, nuestro rock comenzaba a respirar nuevos aires. Pipo Cipolatti y Daniel Melingo habían fundado Los Twist en 1982, poco después de la Guerra de Malvinas. En aquellos días, el grupo compartió escenarios con otros exponentes del rock nacional como Sumo, Soda Stereo y Virus en locales como Zero, Marabú, Einstein y los shows en el Parque Genovés. Charly García llegó a verlos y quedó fascinado con la propuesta, con el desparpajo del grupo, y los invitó a tocar con él. Al poco tiempo los visitó a un ensayo para contarles que tenía todo listo para producirles su primer disco.
Aunque parezca increíble, Pipo Cipolatti (guitarra y voz), Daniel Melingo (guitarra y voz), Fabiana Cantilo (voz), Eduardo Cano (bajo), Gonzalo Palacios (saxo) y Polo Corbella (batería) grabaron este disco en tiempo récord. “Lo grabamos todo en 29 horas y media. A Charly (García) le sobraron unas horas en el estudio y nos llevó derecho a grabar. Hacíamos muchos temas new wave, fue una gran época”, contó Cipolatti.
Por su parte, Fabiana Cantilo destacó: “Fue una de las etapas más divertidas de mi vida. Fue algo mágico. No entendíamos nada y nos sorprendió que Charly García accediera a grabar con un grupo desconocido, un buen visionario”.
“En tres días hicimos todo”, contó García en el libro “Corazones en llamas”, de las periodistas Laura Ramos y Cynthia Lejbowicz, en alusión a las famosas 29 horas y media “Les pedí que tocaran todo el repertorio de corrido, un tema atrás del otro. Una vez que terminaron, les dije ‘váyanse’. Ahí lo mezclé, llamé a los que hacían falta. Yo puse un tecladito, alguna viola. Fabi cantó divina. Les censuré un par de cosas: en el último tema metían algo de chilenos, judíos. Eran medio heavies, por eso lo saqué”.
«Recuerdo el afán de ser parte representativa de esa actualidad y de cómo veíamos el panorama argentino por entonces. De alguna manera, éramos una radiografía de lo que se cocía por entonces en las entrañas de la sociedad», dijo Melingo en declaraciones a la agencia Télam al ser consultado sobre su primera impresión cuando se evoca ese disco.
«Las canciones a las cuales referíamos la temática, y el desenfado al abordarlos, hizo un mensaje contundente y único, diferenciándonos sin buscarlo, al resto de las propuestas musicales de entonces», agregó.
En diálogo con Télam, el saxofonista Gonzo Palacios consideró: «Fuimos un catalizador de lo que hacían muchos en el underground. Nos sentíamos el mascarón de proa de ese movimiento. Abrimos la puerta de la modernidad, cosa que no pudo hacer Virus, (Daniel) Melero o Los Helicópteros, que tenían discazos pero no vendían. Les había faltado ese clic que hiciera que la gente los viera, se enganchara. Lo tuvimos nosotros. No sé si fue el desenfado, Charly o un poquito de todo».
La realidad es que Los Twist manejaba un concepto musical y estético que había elaborado desde que comenzó a tomar forma en el Ring Club, una suerte de colectivo que presentaba espectáculos performáticos del que fueron parte Melingo, Gonzo, Miguel Zavaleta, Miguel Abuelo y Las Bay-Biscuits -con Fabiana Cantilo-, entre otros, y que terminó de definirse a medida que se fueron sumando integrantes.
En tal sentido, Melingo confirmó que «Los Twist era una propuesta estética que se venía barajando desde antes de conocerlo a Pipo» y que «ya en el Ring Club» comenzaron a aparecer muchas de las canciones que luego iban a ser parte de «La dicha en movimiento».
«Haberlo conocido a Pipo posteriormente al último Ring Club redondeó perfectamente la propuesta que veníamos barajando con Fabi y El Gonzo en Los Chacarita Twist. Fue la pieza fundamental para darle forma a ese manifiesto», reconoció.
«Los Twist se fue desarrollando, no es que un día alguien vino con una idea. Tuvo una evolución de una cosa que empezó en el Ring Club. Para cuando nos vio Charly, ya teníamos un repertorio grande y muy bien ensayado», puntualizó El Gonzo.
Y completó: «Estábamos hechos, cocinados. Lo que hizo Charly, y lo que muestra que es un gran productor, fue hacer una foto fija. Por eso quiso grabarnos como si fuera un show, que no quisiéramos hacer más de lo que podíamos hacer».
Sin embargo, respecto al rol del gran referentes del rock argentino como productor, Melingo sostuvo que «el sonido de Los Twist era muchísimo más salvaje y fuera del contexto donde lo ubicó Charly al darle un tratamiento más digerible para el gran público».
Esa «foto fija» que daba cuenta de un concepto muy claro y definido para cuando se grabó ese disco debut se basaba en dos ejes distintivos muy claros, que a la vez diferenciaba al grupo de las propuestas que había ofrecido el mainstream del rock argentino hasta entonces: un estilo musical directo que incitaba al baile y letras plagadas de humor capaces de abordar temas dramáticos o tabú, como el consumo recreativo de drogas y la represión policial; las cuales operaban también como una radiografía del «ser argentino».
«El concepto era un grupo new wave pero de parodia de los 60, capaz de hacer lo que nosotros llamábamos ‘tocar estilos’, lo más parecido al estilo original. La música estaba entre el twist, el ska, la new wave, el rocanrol. Yo tenía una impronta muy boogie woogie. Se fue haciendo a partir de ciertos conceptos claros, como que éramos un grupo que dentro de todo era una parodia», detalló El Gonzo.
«Siempre y desde un comienzo el concepto iba antepuesto a las canciones. Diseñábamos los limites donde jugar, como un corralito. Poníamos el título de la canción muchas veces antes y luego dábamos forma a las canciones y al repertorio. Un concepto costumbrista y desenfrenado a la vez daba la característica a la banda. El estilo era propiamente nuestro y singular. Los ritmos variaban. El norte prácticamente era siempre el mismo», acotó Melingo.
En cuanto a las letras, el otro gran punto disruptivo que trajo Los Twist, y su disco debut en especial, El Gonzo subrayó que «tenían muchas capas de significado y se hacían con mucho humor, desde la ironía, pero también desde un idioma muy argentino que no se usaba».
«Era el reconocimiento de una cultura que se trataba de negar pero estaba, de la cosa televisiva. Era como decir: ‘Somos un grupo argentino y somos lo que somos. Aunque no todo sea lindo, te lo vamos a mostrar y nos vamos a reír de eso. Lo estoy criticando pero es lo que somos'», definió.
Por supuesto que allí radicó una gran diferencia con la tradición que el rock argentino arrastraba desde su etapa inicial a finales de los 60 y eso también provocó que desde algunos sectores más canónicos se mirara a Los Twist de reojo.
«Hubo un primer choque con el mainstream porque el rock tenía que ser serio, con letra panfletaria, triste, surrealista o mística. Había una sobrevaloración del bajón. Salvo Manal y alguno que otro, nunca había habido una acuarela de lo que nos rodeaba. Se buscaba más lo que se quería ser o lo que se debía ser. Había toda una juventud que no había tenido la oportunidad de tener una juventud», expresó El Gonzo.
Y amplió: «Bailar estaba como prohibido, por eso en las primeras letras de Los Twist aparecía mucho la palabra movimiento. Había mucho de sacarse la doble loza: la de la dictadura y la de nuestro hermanos mayores que eran muy serios».
La gran síntesis conceptual de todo lo que Los Twist planteaba en este primer disco podía encontrarse en su título, una frase tomada del Manual de Toxicología de la Policía Federal Argentina que solía portar Pipo -se puede ver una imagen de ello en un cameo en el filme «Buenos Aires Rock (1983)»-. Al buscar la palabra “cocaína” la definía como “Raviol. La dicha en movimiento”.
“La propuesta es la alegría”, contaban por aquellos tiempos. “Nosotros somos dicha en movimiento. Las letras tienen mucho humor y también algo de sátira. Eso sí, nuestras letras dicen cosas que no se escuchan a menudo, no sabemos si por tabú o por qué. Principalmente, la idea es divertirse. Queremos que la gente vuelva a reírse”.
Las revistas especializadas en música le dieron su lugar a la curiosa propuesta. “El grupo hace una música bailable en la que se alternan el twist, el reggae, el rock clásico y otros ritmos. Sus letras apuntan hacia la diversión e ironizan la realidad”, escribió la revista Pelo en su anuario de 1983.
“La tapa era una foto de una fiesta, tipo un asalto, con un sofá, músicos con bonetes, serpentinas, copas de martini y algunas chicas”, contó Cipolatti sobre la portada. “La fotografía la había hecho Mariano Galperín, amigo de la infancia de Fabián Couto, que en ese momento era nuestro mánager. Pero una de las chicas que estaba en la tapa falleció a los pocos días, y decidimos no usar la foto”.
El diseño de la tapa que todos conocemos estuvo a cargo de Rubén Vázquez, más conocido por el seudónimo de Nebur. “Una noche poco después de haber grabado el álbum, Nebur puso con Letraset en un papel la palabra Los Twist, con todas las letras desaliñadas y me lo dio”, recordó Daniel Melingo en el libro “A todo volumen” de Sebastián Ramos. Y agregó: “Me lo guardé en el bolsillo de atrás del pantalón y seguimos de caravana. Terminamos de mañana, en los lagos de Palermo, tomando mate alrededor de una fogata. Pasaron los días y una tarde Rubén me pregunta ’¿Te gustaron las letras para la tapa?’, ‘¿Qué letras?’, le respondí. Cuando meto la mano en el bolsillo tenía un papelito todo doblado. Al abrirlo las letras estaban ajadas y le dije ‘¿Éstas? ¡Están buenas!’. Rubén amplió ese mismo papel, le chantó todo lo otro encima y listo”.
En aquel momento fueron muchos los que siguieron el consejo: “Deja de buscar y baila / Animáte si es que puedes / No te resistas al ritmo / Gira tu cadera y bailarás, con ritmo colocado / Bailarás, con ritmo colosal”.
Por todo ese cúmulo de elementos, «La dicha en movimiento» fue un parteaguas en la historia del rock argentino y se ubica como un álbum clave que marcó para siempre a Los Twist y a sus integrantes de manera individual.
«Ocupa un lugar muy especial y principal diría en mi carrera. ‘La dicha en movimiento’, ‘Tango bajos’ y ‘Psicofonías’ de Lions in Love me parecen los tres hitos en mi larga trayectoria», expresó Melingo.
«Sin dudas, es el disco más trascendente que grabé y el que me proveyó de cierto status. Posiblemente, el que más me gusta y con el que me siento plenamente identificado», postuló El Gonzo.