Corría 1973. Después de la separación de la seminal banda Almendra, del lanzamiento de un álbum solista y de llevar ya dos años y dos discos con Pescado Rabioso, Luis Alberto Spinetta se sentía harto. Tal como le sucedió al escritor francés Antonin Artaud. «El Flaco» estaba harto de la pose de estrella de rock, de la banalidad, de las drogas, de la nula espiritualidad y de la poca profundidad de las relaciones humanas. En medio de todo ese hartazgo nació el álbum «Artaud».
Spinetta tenía una idea muy establecida acerca del futuro de su música, quería llegar a un punto de sublime lírica y complejidad. Como dijo el músico Adrián Iaies en este 2023: «Para mí ‘Artaud’ es como el diario de lunes de Spinetta, porque mostró el recorrido de su genio, es la semilla. Toda la estética spinetteana que uno luego conoció más desarrollada, surge de ahí, tanto la poética por momentos surrealista, por momentos impresionista, el uso de las palabras, el tipo de armonización de las canciones, el tipo de secuencias de acordes, ese tipo de melodías».
Pero esa idea de ir mucho más allá no era compartida por los miembros de Pescado Rabioso (Juan Carlos «Black» Amaya, Osvaldo «Bocón» Frascino, Carlos Cutaia y David Lebón), quienes buscaban un sonido más cercano al R&B. Esto llevó a la decisión de tomar caminos separados.
Sin embargo, «El Flaco» todavía tenía que cumplir con su parte del contrato con la discográfica Microfón, con quienes había acordado tres discos, así que decidió quedarse con el nombre de Pescado Rabioso. Spinetta defendía la idea de que la banda y sus canciones eran suyas, y que sus compañeros eran meramente músicos acompañantes.
Así lo explicó el baterista Black Amaya: «Él empezó a perfilarse para otro lugar, una mano más arreglada tipo lo que después fue Invisible. A lo último escribía un tema y yo no lo entendía; estaba leyendo mucho a Artaud, Rimbaud. Primero se fue Cutaia, después David y después yo. El Flaco se quedó solo, sentado en una butaca de la sala Planeta, se sintió abandonado porque quería seguir tocando con Pescado, y me dijo que no iba a tocar nunca más conmigo. Como se quedó solo y quedaba pendiente grabar un disco más con Microfón, grabó ‘Artaud’ con los temas que tenía para Pescado Rabioso; cuando escuché ‘Artaud’ me quería matar».
El cúmulo de las situaciones por las que él estaba atravesando y la búsqueda introspectiva por la tranquilidad, derivaron en la creación del que es considerado el mejor álbum de rock argentino: «Artaud». Una dedicación directa al poeta francés creador del Teatro de la crueldad, pero no a manera de coincidencia de pensamiento, sino a manera de remedio.
«Antes que nada quiero aclarar que yo le dediqué ese disco a Artaud pero en ningún momento tomé sus obras como punto de partida», aclaró Luis sobre el título en el libro «Spinetta: Crónica e iluminaciones» de Eduardo Berti (1988). «El disco fue una respuesta –insignificante tal vez– al sufrimiento que te acarrea leer sus obras. La idea del álbum era exponer la posibilidad de un antídoto contra lo que opinó Artaud».
En 1973 la Argentina transitaba un momento político complejo, con una dictadura militar que había llamado a elecciones, con las efímeras presidencias de Héctor Cámpora y Raúl Lastiri, hasta la llegada de Juan Domingo Perón. Pero la vuelta de la democracia no había calmado el clima tenso que se vivía en el país. En ese contexto, Spinetta decidió volver a casa de sus padres y refugiarse en los suyos. Se mantuvo inmerso en la lectura de dos libros, especialmente «Heliogábalo o el anarquista coronado» y «Van Gogh: el suicidado por la sociedad», ambos de Antonin Artaud.
Como una especie de ceremonia íntima, compuso todas las canciones él solo, al menos de manera musical, ya que para la parte lírica de algunas de ellas recurrió a la persona más cercana, Patricia Salazar, su pareja, con quien hizo un ejercicio de soltar palabras sin relación entre ellas: sólo palabras bellas que conjugaran con la música. Esto se puede percibir en canciones como «Todas las hojas son del viento», pero principalmente en la canción «Por». Sin buscarlo crearon una serie de imágenes surrealistas que crean una narrativa hermosamente poética.
Sin sus compañeros originales de Pescado Rabioso, Spinetta recurrió a músicos en los que él confiaba plenamente para la grabación del álbum: por una parte su hermano, Gustavo Spinetta en la batería, y dos de sus antiguos compañeros de Almendra: Rodolfo García y Emilio del Guercio.
Todos ellos en conjunto brindaron una sonoridad especial al álbum sin caer en ningún género en específico, aunque este sea considerado «rock». Canciones como «Cantata de Puentes Amarillos» (inspirada en Van Gogh) o «Cementerio Club» son claros ejemplos de esto.
Todas las personas que estuvieron cerca de Spinetta en ese momento coinciden en destacar el carácter personal, «íntimo» y hasta «casero», que tuvo la elaboración del álbum: «una ceremonia privadísima de Luis Alberto», dijo el periodista Miguel Grinberg. Fue «un período egoísta», declaró Spinetta en el programa de televisión «Elepé» dedicado a «Artaud» y relacionó ese momento con el «nuevo proyecto de vida» que significaba su pareja con Patricia Salazar, su alejamiento de las drogas y volver a su casa. «Volví a la casita de los viejos, también tiene algo de eso», contó Luis.
Lanzado en octubre de 1973 y conformado por nueve temas, con una duración de 36 minutos, el álbum pasea entre la lírica y acústica del folk, el dinamismo del jazz, la tradición del blues, la ensoñación de la psicodelia y el estruendo del progresivo. El rock, para Spinetta, era más un estado de conciencia.
El arte de tapa merece un párrafo aparte. Para esa época, un álbum con tales características no tenía cabida en las disquerías… literalmente. «Artaud» no cabía en los estantes debido a su particular forma.
El diseño original fue creado por Spinetta y el diseñador Juan Gatti. El disco no es cuadrado. El empaque del LP de la primera edición, tiene forma octagonal irregular de cuatro puntas, con un fondo verde manchado de amarillo. En el frente se muestra una foto de Artaud viejo, mientras que atrás una foto similar de Artaud joven.
En el interior un sobre, que a manera de prescripción médica buscando remedio, contiene la lista de los temas, una cita de Artaud, una dedicatoria a él y una aclaración sobre la integración de Pescado Rabioso.
«¡Tuve unas luchas!… Me pedían de rodillas: ‘Te la hago de oro, pero cuadrada’. Y yo les contestaba: ‘¡Nooo!, Ahora que me la aceptaste, no te vuelvas atrás. Pensá que estás sacando un disco muy original y chau’. Las disquerías devolvían los discos porque las tapas se doblaban», contó Spinetta.
«Artaud» fue presentado el 26 de octubre de 1973 en el Teatro Astral de Buenos Aires. «El Flaco», acompañado sólo por su guitarra, mostró al público su más reciente creación junto a algunos temas tanto de Almendra como de los primeros discos de Pescado Rabioso, y algunos inéditos.
En los intermedios de la presentación se proyectaron algunos cortos y películas mudas como «Un perro andaluz» y «El gabinete del Dr. Caligari», mientras sonaba «The Dark Side of The Moon» de Pink Floyd y «War Heroes» de Jimi Hendrix.
De lo más destacado de este evento, no fue exclusivamente el acto en sí, sino un texto entregado por Spinetta a cada uno de los asistentes a la presentación, el ya mencionado manifiesto llamado «Rock: música dura. La suicidada por la sociedad».
En este manifiesto, Spinetta expone su propia definición y concepción del rock, y su rechazo a la banalidad y a los excesos de los rockeros. «El que recibe debe comprender definitivamente que los proyectos en materia de rock argentino nacen de un instinto. Sólo en la muerte muere el instinto. Por lo tanto, si éste se mantiene invariable, adjunto a la condición humana a la que necesitamos modificar para reiluminarnos masivamente, quiere decir que tal instinto es la vida».
«El Rock no es solamente una forma determinada de ritmo o melodía. Es el impulso natural de dilucidar a través de una liberación total los conocimientos profundos a los cuales, dada la represión, el hombre cualquiera no tiene acceso».
«El Rock muere sólo para aquellos que intentaron siempre reemplazar ese instinto por expresiones de lo superficial, por lo tanto lo que proviene de ellos sigue manteniendo represiones, con lo cual sólo estimulan ‘EL CAMBIO’ exterior y contrarrevolucionario. Y no hay cambio posible entre opciones que taponan la opción de la liberación interior. El Rock no ha muerto».
La crítica
En su número 43, la revista Pelo escribió:
Es el long play más libre y más hermoso que escuché en mucho tiempo. Y esto es seguro que le va a ocurrir a quien se predisponga a recibir esta música del aire. Cada uno de los temas es tan espontáneo que, lógicamente, no hizo falta variedad de instrumentos o excesiva potencia. Escuchar estas canciones increíblemente saludables es como meterse en el cuerpo de las cosas que uno ama, es un viaje extraño y amable por las paranoias del mundo y por las pequeñas islas para náufragos decididos y con vocación.
Hablar de los resultados técnicos de este long play sería estúpido. Pasa a un plano totalmente secundario ante una pelota de sensibilidad que se desprende de cada clima logrado. Sin embargo, no es despreciable sospechar que mucha responsabilidad en este viaje por la mente que no queremos conocer se debe a la escuela y fértil colaboración de dos de los antiguos compañeros de Luis (Rodolfo y Emilio) y de alguien que lo debe conocer más que varios: su hermano.
Muchos van a pensar que están nuevamente con el Spinetta de algunas cosas de la primera época de Almendra, y estarán tal vez contentos de recibir parecidas, recordatorias vibraciones como entonces. Pero no es así. El mismo Luis lo canta en uno de estos temas: «Aunque me fuercen no voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor».
Tapa: Aunque Vinicius de Moraes sea un chanta tiene una frase que por lo menos sirve: «Odio todo lo que oprime: hasta la corbata». Que todos los discos tengan tapas cuadradas también es odioso y oprimente. Seguramente inquietará a los que están estandarizados porque les molesta no poder ponerlos en un anaquel de los cuadros. Quizás algún día se den cuenta que este disco no es cuadrado.
Síntesis: Mientras escuchen solamente el disco nadie se dará cuenta por qué se llama «Artaud». Quienes logren engullirse algún escrito de este loco (para los otros, claro) verán, obviamente más claro y, además, no les va a caer indigesto. Pero la síntesis es que Spinetta es un músico total que te mata y no sabés bien por qué te está matando y que te gusta y no encontrás cómo explicarle a tu vecino que te gusta. No te perturbes: ese tipo de confusiones suelen sentirse ante las obras de arte.