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Gustavo Santaolalla: «Llegó el momento de apretar el botón de pausa, rever la obra y reeditar los viejos álbumes»

19/09/2020 - Especiales
Gustavo Santaolalla: «Llegó el momento de apretar el botón de pausa, rever la obra y reeditar los viejos álbumes»

En los últimos meses, Gustavo Santaolalla reeditó dos discos clave de su carrera solista: «G.A.S.» (1995) y «Santaolalla» (1982).  El músico, a quien la pandemia lo tomó en el medio del arranque de la gira Gracias Totales de Soda Stereo, también disfrutó este año del éxito del exitoso videojuego «The Last of Us II», que él musicalizó.

Con una carrera que abarca más de 50 años, Santaolalla fue uno de los pioneros del rock argentino con Arco Iris, no sólo cantando en español sino que también incorporando sonidos autóctonos. «Enseguida de darme cuenta que había que cantar en nuestro idioma, me di cuenta que no sólo había que cantar en nuestro idioma sino que había que tocar en nuestro idioma», confiesa. «Y tocar en nuestro idioma implicaba asomarse a los ritmos que teníamos en Argentina, en Latinoamérica, porque también era un momento muy latinoamericanista. Eso tuvo sus críticas, la intelligenza del rock no se copaba mucho y decían ‘¡pero eso no es rock!’, ‘¡cómo vas a tocar un ritmo de chacarera!’ o ‘¡cómo vas a poner una quena!’. Yo sentía que era importante eso y creo que el tiempo de alguna manera validó esa visión».

Ganador de dos premios Oscar con las bandas de sonido de «Secreto en la montaña» (2006) y «Babel» (2007), Santaolalla reconoce que el desafío pasa por «tocar instrumentos que no sé tocar, porque me pone en una situación muy especial». Y agrega: «Yo pienso que, como artista -que es como yo me veo, más que como un compositor de música de películas o como un productor-, uno tiene que ser capaz de crear algo con lo que te den. Ese es un poco el principio, digamos. Me gusta cuando estoy confrontado con un instrumento que no sé tocar, porque me pone en una situación de peligro, que está bueno, te pone en una obligación de ser minimalista, porque no podés ser virtuoso con una cosa que ni sabés como es… y te da una cosa de inocencia, de estar jugando… acá (en Estados Unidos) me encanta porque ‘tocar’ se dice ‘play’ (que también es ‘jugar’)».

«El ejemplo sería ‘Babel’, donde yo utilicé un instrumento que siempre lo tenía en la mira porque me interesaba, que es el oud, el antecesor del laúd, por ende el antecesor de la guitarra», cuenta. «Hay distintas conformaciones, y hay también afinaciones distintas, hay turcas, hay del norte de África, pero no tiene trastes, es fretless, y tiene un mango muy pequeño… es muy difícil, porque en cuanto pusiste el dedo un poquito para acá colapsa todo. Pensé que podía ser el instrumento para unir estas historias, la historia que pasaba en África, la que pasaba en la frontera de Estados Unidos con México y la de Japón. Es la película con la cual me gané mi segundo Oscar… ¡y no lo toqué más!».

En cuanto a la producción de otros artistas -entre los que se cuentan  Divididos, Café Tacvba, Molotov, Bersuit Vergarabat, Julieta Venegas, Juanes, Jorge Drexler, La Vela Puerca, Caifanes, Maldita Vecindad, Los Prisioneros y Árbol, entre muchos otros-, Santaolla confiesa que «a veces las bandas me buscan, pero muchas veces yo busqué también, caso Café Tacvba». El productor reconoce: «Tengo más de cien álbumes producidos, y no tengo ninguno que esconder. Seguramente no te van a gustar todos, pero todos fueron hechos con mucho amor y mucha dedicación, y muy eclécticos, y eso es lo que me divierte mucho: trabajar con gente que es muy diversa».

«Me encanta conocer distintos aspectos de nosotros, los humanos, y con los artistas es muy interesante porque el artista lo que hace es reinterpretar la realidad de una manera muy personal, entonces a mí siempre me encantó», explica. «El desafío es, con gente como la que a mí me gusta, que son gente de opiniones muy fuertes, es ganarte el espacio como para poder hacer el trabajo, pero básicamente cuando me preguntan qué buscás en una banda, obviamente que sea alguien que tenga una visión fuerte… muy fuerte. Todos los artistas con los que yo trabajé lo tienen, que podamos congeniar en ciertos temas que tienen que ver con la disciplina de trabajo. Tiene que haber algo que tiene que ver con la propuesta artística, el grupo en sí, después tiene que haber algo con lo que podamos diseñar un plan de trabajo en el que estemos de acuerdo, que siempre implica bastante trabajo, porque hay que laburar y a mí me gusta laburar, y la otra es una cosa que lo sentís ‘acá’, en la panza o en el corazón, una mezcla de las dos cosas y decís sí, esto es, esto tiene algo que es impresionante».

Esa tarea de productor y de búsqueda de nuevos talentos lo llevó a vivir situaciones insólitas: «Me ha pasado de llevar a un ejecutivo top que vino de Miami al Mocambo de Haedo a escuchar a Árbol, y que Eduardo (Schmidt) pisara el violín en el segundo tema y tener que ir a una cuadra a conseguir prestado el violín de la hermana… el sonido que era un desastre… yo me acuerdo que en algún momento le dije ‘yo, detrás de todo esto, escucho música, escucho canciones'».

Respecto de las reediciones de sus álbumes, Santaolalla cuenta que «una cosa que me dio este racconto fue conectarme otra vez con mis canciones de antes». Y amplía: «Pasaron determinadas cosas en mi vida que tienen que ver con la edad, con tener ya dos nietas, con cosas muy personales que me hicieron apretar el botón de pausa -que es una cosa que yo nunca hago-, y rever un poco, empezar a ver cómo llegué hasta acá, porque siempre miro para adelante. Y ahora sí, llegó el momento de rever la obra y todo eso».

Añade: «El poder reeditar estos álbumes, como lo hicimos con ‘G.A.S.’ y ahora con ‘Santaolalla’, es muy bueno porque hay mucha gente que no los conoce y yo siento que hay cosas valiosas ahí. Me produce una gran satisfacción que finalmente la gente que conocía estas canciones las pueda tener otra vez y sonando mejor todavía, y también el público nuevo, el público joven, porque ahora tengo una audiencia de pibes de 12, 13 o 14 años que me causa mucha gracia, porque esos pibes en algún momento tendrán 40, 50 años, yo ya no voy a estar y dirán ‘che, ¿te acordás cuando jugábamos a ‘The Last of Us’?’ y se van a acordar de la melodía… lo del videojuego es muy grosso«.