Metallica cerró los años 80 como la banda dominante de thrash metal, pero lejos de quedarse durmiendo en sus laureles, se forjó un camino diferente para su quinto álbum. Y logró un increíble éxito comercial.
Las sesiones de grabación comenzaron a fines de 1990, bajo la batuta del productor Bob Rock (cuyos créditos anteriores incluían el álbum número uno de Mötley Crüe «Dr. Feelgood»). Aunque la banda ya había disfrutado de su cuota de éxito en los años previos a este proyecto, la contratación de Rock parecía indicar que Metallica se ponía conscientemente a la búsqueda de un sonido mainstream, algo que ellos comprendieron, incluso burlándose de eso antes de que el álbum saliera a la venta.
«La gente va a estar diciendo que Bob hizo sonar a Metallica como Bon Jovi«, predijo James Hetfield en una entrevista conjunta con Kirk Hammett realizada por Guitar World en 1991. «No se dan cuenta de que nadie nos dice qué hacer, excepto nosotros. Bob encaja justo en el programa y la dirección en la que estamos yendo».
«Queríamos crear un disco diferente y ofrecerle algo nuevo a nuestra audiencia. Odio cuando las bandas dejan de tomar riesgos», agregó Hammett. «Un montón de bandas sacaron el mismo disco tres o cuatro veces, y no queríamos caer en esa rutina».
«Ellos habían logrado el éxito pero en un sólo nivel, todavía no estaban en la radio convencional», dijo Rock en declaraciones a Music Radar. «Cuando me convocaron, estaban listos para dar ese salto a las grandes, grandes ligas. Mucha gente piensa que he cambiado a la banda. Yo no lo hice. En sus cabezas, ellos ya habían cambiado cuando los conocí».
Esos cambios sorprendieron a los fans el 12 de agosto de 1991, cuando el nuevo disco homónimo (informalmente conocido como el «Álbum Negro» debido a su portada totalmente negra) llegó a las disquerías. A pesar de que el primer single, «Enter Sandman», demostró que Metallica no había perdido nada de su característica arrogancia, el sonido de la banda había cambiado definitivamente en algunos aspectos muy notables. Rock había pulido el sonido históricamente más oxidado del grupo. Las canciones también eran más cortas y más variadas, y no todo el mundo apreció la evolución.
«Me he encontrado con fans que piensan que el álbum es una basura», se quejó Hammett en una entrevista de 1991 con la revista Rolling Stone. «Amigos míos que son realmente fans de la primera hora me han dicho ‘Bueno, el álbum no es tan pesado. Ustedes no son tan pesados como antes». Era para irse… ¿me estás diciendo que ‘Sad But True’ no es pesado? ¿Que ‘Holier Than Thou’ no es pesado? ¿ Cómo definís qué es pesado?».
«Los chicos nos decían ‘¿Por qué no hicieron ‘Kill ‘Em All’ otra vez?’, y yo pensaba ‘Sí, también me gusta ese álbum. Pero hay más en nuestra música que eso’. Todavía podemos hacerlo en vivo, y cuando lo tocamos, es genial. Pero ya tenemos esas canciones en el set. Y van a estar ahí mientras dure la banda. Pero sentarse ahí y preocuparse por si a la gente le va a gustar el disco… entonces tendríamos que escribir un determinado tipo de canción, pero sería muy aburrido».
Si las nuevas canciones no eran tan thrash ni tan duras como las anteriores, el nuevo álbum era más pesado en al menos en un aspecto: la producción de Rock le dio un enfoque mucho más dinámico a la música, permitiendo que los instrumentos tuviesen más espacio para respirar -particularmente el bajo de Jason Newsted, que había sido prácticamente expulsado de la mezcla de su anterior disco, «… And Justice For All» (1988).
«Bob realmente nos ayudó con orquestar todo… lograr que la guitarra y el bajo trabajen juntos», dijo Hetfield a Guitar World. «De hecho, cuando le hice escuchar el disco a un amigo, me preguntó ‘¿Qué es ese extraño sonido de tono grave?’. Y le dije ‘Eso es algo nuevo para nosotros… ¡se llama bajo!'».
El baterista Lars Ulrich tuvo una mayor presencia en la gestación de las canciones. «Me di cuenta de que Lars tocaba acompañando la guitarra de James, tal como lo hacía Keith Moon con Pete Townshend (en The Who). Eso está bien para algunas bandas, pero no para todo el mundo», explica Rock. «Lars quería que Metallica tuviera más groove. ‘Back In Black’ de AC/DC fue un gran punto de referencia. Le dije que para conseguir esa sensación, tenía que ser el punto focal musicalmente. Así que en ciertas canciones, la banda tocó con Lars. Lo siguieron. Y eso hizo una real diferencia».
El bajo de Newsted no era el único sonido nuevo que se filtraba en la mezcla. Rock también alentó al grupo a agregar una variedad de otros detalles sónicos, incluyendo el sitar y el violonchelo, y les dio rienda suelta para experimentar con materiales más melódicos como el eventual hit «Nothing Else Matters», que encuenta a Hetfield mostrando un costado desconocido de sus habilidades como cantante.
«Es absolutamente loco, era la canción que yo pensaba era la menos Metallica de todas, la última canción que alguien quisiera oír de nosotros. Era una canción para mí, en mi habitación de hotel mientras estaba vagando lejos de casa», dijo Hetfield en declaraciones posteriores al Village Voice. «Estoy agradecido de que los chicos me obligaran a sacarla de mi grabador de cassette y hacerla una canción de Metallica».
El «Álbum Negro» significó muchas cosas diferentes para un montón de nuevos fans. Fue certificado 16 veces disco de platino en los Estados Unidos y sigue sumando, y es por lejos el álbum más vendido de la banda.
Ese éxito alteraría la trayectoria futura de Metallica en diversas maneras, eclipsando los esfuerzos posteriores por seguir diversificando su sonido y, finalmente, sirve como una especie de punto de referencia para los fans que siguen viendo al «Álbum Negro» como el momento en el que el grupo cambió… para bien o para mal.
«No fue un disco divertido, fácil de hacer. Seguro, tuvimos algunas risas, pero las cosas fueron difíciles», dijo Rock a Music Radar. Sin saber en ese momento que volverían a reunirse más de una vez durante las siguientes décadas, Bob Rock recordó: «Cuando terminamos el disco les dije a los chicos que nunca más iba a trabajar con ellos. Y ellos sentían lo mismo por mí».