El 3 de julio de 1971, Jim Morrison era encontrado muerto en París, víctima de un ataque al corazón. El cantante y líder de The Doors tenía 27 años.
Nada del vago plan pacifista de los hippies para los Doors. La banda representaba el oscuro bajo vientre del gordo e indolente «flower power». Eran la juventud libidinosa y siniestra; «misionarios del sexo apocalíptico», como los llamó el escritor Joan Dixon.
Los Doors, con Morrison a la cabeza, sugerían en sus letras desobediencia a los padres y hasta asesinatos simbólicos, negando la existencia de los pobres progenitores. La excéntrica ductilidad y el carisma incomparable del señor Jim tuvieron sus picos excesivos. Por supuesto, la condena social descargó su artillería más pesada sobre los muchachos. Juicio para el «Lizard King» por la brillante idea de pasear su persona sin atuendos en un concierto en Miami. La energía del «Lagarto Jim» comenzó a evaporarse y la necesidad de escribir sistemáticamente se apoderó de su persona.
El 12 de diciembre de 1970, Morrison deja el grupo. Así es que fue a parar a París con su novia, Pamela Courson, con quien mantenía una relación entrañablemente conflictiva. El complemento que ejercía sobre Morrison hizo que él la llamara «compañera cósmica».
El resto de la banda continuó ensayando y escribiendo mientras recibía esporádicamente llamadas telefónicas impregnadas de alcohol. Las comunicaciones venían de París, Jim quería saber cómo iba todo. El último contacto telefónico Paris-Los Ángeles fue para avisar que Morrison había muerto. Nadie lo pudo creer.
Y hay gente que aún no lo cree. Jim Morrison es uno de los mitos más estruendosos que tiene el rock and roll ¿qué duda cabe?. Lanzado al mundo desde un rígido hogar de la península de Florida, hijo de un marino, lector medular, poeta, lumpen de los hoteles más baratos de Los Ángeles cuando no de sus mismas calles. Lo que se dice una oveja negra.
Hacia fines de los 60, mientras sucedía todo lo que no sucedió en el último puñado de años de las demás décadas, nacía en esa costa maldita, coproducción del desierto y el mar, la banda que vendría a cambiar, en cierta forma, el estado de las cosas. Jim Morrison, voz cantante de los Doors, Rey de los Lagartos, barrió con el puesto de sex symbol americano que, meritoriamente, había ganado James Dean. Enfundado en pantalones de cuerto ajustadísimos, su cinturón con tachas y camisa negra, reptando por el escenario del Whisky A Go Go, Jim se encargó de liderar los sinuosos caminos que tomaron los Doors.
Ray Manzarek definió a Morrison acertadamente: «Era Dionisio reencarnado. Un dios de los sentimientos interiores, de la danza, de la música, la expresión. En escena era un genio, un teatro humano. A veces, un ángel; otras, el demonio en persona. Cuando los Doors subían a tocar, todo era presente. Un momento sagrado. Salíamos de un concierto en sinfonía con el Universo. El mensaje de Jim Morrison era que todo hombre es un Dios en potencia, todo lo que hay que hacer es darse cuenta».
James Douglas Morrison había nacido el 8 de diciembre de 1943 en Melbourne, Florida. Su vida de adolescente transcurrió entre libros. Su admiración por el poeta inglés William Blake terminó dándole el nombre a la banda que formó con Ray Manzarek (teclados), Robbie Krieger (guitarra) y John Densmore (batería).
«Si las puertas de la percepción fueran limpiadas, todas las cosas aparecerían para el hombre como realmente es, infinito», frase que también le dio a Aldous Huxley -otro admirado por Jim- el título para «Las puertas de la percepción». Morrison justificó la elección: «Hay cosas que son conocidas y cosas que son desconocidas. En el medio están las puertas».
Su deseo más fuerte era ser reconocido como poeta. Sus pasiones se extendían hasta el cine: «La vida es una larga película sin director», disparó en algún momento, y así vivió la suya. Llegó a filmar «El soldado desconocido» (The Unknown Soldier), sobre una canción de «Waiting For The Sun», donde también actuó.
Curiosidades
– La revista neoyorquina Village Voice, vanguardista si las hay, dijo una vez que Morrison era el primer sex symbol americano desde la muerte de James Dean. Marlon Brando se sintió verdaderamente ofendido.
– Mr. Mojo Risin, tal como aparece en la canción «L.A. Woman», era una anagrama para el nombre de Jim Morrison, tramado por John Sebastian, quien tocaba la armónica en «Road House Blues» bajo el apodo de G. Puglese.
– Los primeros conciertos que los Doors dieron por algunos pesos fueron en el London Fog, un night club en el Sunset Boulevard. Tocaban cuatro temas, los siete días de la semana y les pagaban cinco dólares por noche, salvo los sábados y domingos que les daban diez.
– Parte de la letra de «L.A. Woman» fue grabada por Jim en los baños de los estudios que la banda tenía en el 8152 del Boulevard Santa Mónica. El tema de los baños es recurrente en las letras de The Doors. Jim también murió en un baño, como Arthur Rimbaud, uno de sus héroes literarios.
«Queremos el mundo, pero lo queremos ahora» (Jim Morrison, diciembre de 1967).