El lugar de John Lennon en la lista de los grandes del rock de todos los tiempos está asegurado desde hace mucho tiempo. Pero en 1973, todavía luchaba por escapar de la larga sombra proyectada por su trabajo con Los Beatles. Y no siempre con éxito.
Ese año, Lennon se sintió resentido por las críticas mordaces que recibió su lanzamiento más reciente, «Some Time in New York City» de 1972. Con su confianza tambaleada tras el rechazo crítico de algunas de sus composiciones más políticamente orientadas y deliberadamente controvertidas, para su próximo lanzamiento Lennon decidió dar un paso atrás, retirándose a un enfoque más personal y tratando de entretener en lugar de provocar. Su cuarto LP solista, «Mind Games», lanzado el 29 de octubre de 1973, reflejó este cambio de dirección, restaurando en el camino un poco del brillo comercial de Lennon.
Pero si bien «Mind Games» presentaba sonidos más suaves que los que Lennon creó para «Some Time in New York City», detrás de escena su vida se había convertido en una espiral de confusión casi total: en el frente legal, estaba luchando para evitar la deportación de los Estados Unidos mientras era acosado por el FBI. A nivel personal, su matrimonio con Yoko Ono había entrado en la infame racha difícil de 16 meses a la que más tarde se hace referencia como su «Lost Weekend» («fin de semana perdido»).
Eran tiempos difíciles, por decir lo menos; como Lennon le dijo más tarde al biógrafo David Sheff: «Bueno, primero pensé: ‘¡Yupi! ¡Vida de soltero! ¡Yupi, yupi!’ Y entonces un día me desperté y pensé: ‘¿Qué es esto? Quiero volver a casa’. Pero ella no me dejó volver a casa».
En retrospectiva, no sorprende que todo este tumulto ayudara a producir uno de los conjuntos de canciones más seguros de Lennon: odas a la paz y la domesticidad cuyos arreglos carecían del tono oscuro y anhelante de su trabajo anterior. Irónicamente, los mismos críticos que destrozaron «Some Time in New York City» por su inclinación izquierdista tampoco estaban muy satisfechos con «Mind Games».
El periodista Jon Landau, de la revista Rolling Stone, por su parte, argumentó que el disco contenía «la peor escritura (de Lennon) hasta ahora» y se quejó: «Con líneas como ‘Un millón de cabezas son mejores que una / Así que vamos, sigue adelante’, un oyente sólo puede aceptar o rechazarlos. Yo he hecho lo último».
La simplicidad del disco se debió en parte al diseño y en parte a la necesidad. No sólo fue escrito y grabado en el lapso de unas pocas semanas, «Mind Games» también encontró a Lennon produciendo él mismo después de confiar en Phil Spector para sus dos LP anteriores. Y aunque las sesiones posteriores del «Lost Weekend» a veces resultaron frustrantemente desenfocadas, Lennon fue impresionantemente productivo mientras trabajaba en «Mind Games», e incluso escribió una canción descartada («Rock and Roll People») que terminó regalándole a Johnny Winter.
Como Lennon le explicó más tarde a Sheff, el título provisional del álbum era «Make Love Not War», pero «era un cliché tal que no se podía decir más, así que lo escribí de forma oscura, pero es toda la misma historia. ¿Cuántas veces podés decir lo mismo una y otra vez?».
«Cuando esto salió a la luz a principios de los años 70», añadió Lennon, «todo el mundo empezaba a decir que los años 60 eran una broma, que no significaba nada, que aquellos defensores del amor y la paz eran idiotas. ‘La realidad de ser seres humanos desagradables que nacen malvados y todo va a ser asqueroso y podrido, así que boo-hoo-hoo… ‘ ‘Nos divertíamos en los años 60’, decían, ‘pero los demás nos lo quitaron. y todo se arruinó’. Y yo estaba tratando de decir: ‘No, seguí haciéndolo'».
Fue un mensaje recibido calurosamente por los fans de Lennon, quienes enviaron a «Mind Games» al Top 20 en ambos lados del Atlántico y convirtieron la canción principal en un éxito mundial. Y aunque Lennon sufriría una buena cantidad de críticas negativas durante el resto de su carrera, el éxito de «Mind Games» pareció ayudarlo a encontrar su equilibrio como solista.
Su siguiente lanzamiento, «Walls and Bridges» de 1974, fue aún más popular, encabezó las listas y produjo el éxito número uno en los Estados Unidos «Whatever Gets You Thru the Night».