Menú

Hoy cumple años Juan Carlos Baglietto

14/06/2015 - Retro
Hoy cumple años Juan Carlos Baglietto

Nacido el 14 de junio de 1956 en Rosario, provincia de Santa Fe, la historia de Juan Carlos Baglietto fue algo realmente veloz, logrando en pocos meses un merecido reconocimiento masivo, y ocupando en el lapso de un manojo de discos un sitio entre los grandes popes de la música argentina.

Su sello único y personal es el extraño hecho de ser un intérprete, «apenas un cantante», cuando en el panorama abundan exclusivamente los cantautores. Pero eso no es un defecto ni mucho menos, y su energía se aboca a la difícil tarea de elegir material para cantar. Y ahí llega otra característica propia: casi todo su material pertenece a compositores del interior, gente que se hizo conocida a nivel nacional gracias a los discos de Baglietto, gente que luego fue convocada por ansiosas grabadoras para tener su «mini-Baglietto». Así salieron al ruedo placas de Adrián Abonizio, Jorge Fandermole, Silvina Garré, Rubén Goldín y Fito Páez.

Musicalmente, Juan estuvo junto a Raúl Giovagnoli en la agrupación Confidencias, después se sumó a AMAR (Ateneo Músicos Amigos de Rosario) y ya en la segunda mitad de la década del setenta formó MIA (Músicos Independientes Argentinos). Ahí aprendió a no limitarse a la música, pero el intento no duró mucho a raíz de problemas con la policía («fuimos todos presos porque se nos infiltró gente política para hacer proselitismo», relataría años más tarde).

Inmediatamente, Juan pasó al grupo Irreal, ocupando el lugar de Adrián Abonizio, con su voz y su guitarra. Ahí mezclaban música con pantomima y cine. Si bien la formación no era muy estable, hubo dos años de intenso trabajo, donde experimentaron varios modelos de espectáculos integrales, siempre hechos a pulmón y contra las adversidades de siempre. Armaron «Alicia en el país de la m…» para mimo y grupo; también una versión de «La nena y el lobo» (Caperucita Roja), donde ellos mismos actuaban siguiendo un guión. Al final hicieron una obra sobre la colonización de América, pero contada desde el punto de vista de los indios: «1492 o un día de estos». Se conectaron con grupos similares (Redd, Trigémino, MIA) y organizaron festivales y encuentros de música contemporánea. También editaron un cassette independiente, pero semejante cultura de resistencia tuvo el final atípico: el grupo le cayó mal a gente MUY importante y no pudieron seguir trabajando.

Ahí Juan empezó a tocar solo, presentándose en lugares de Rosario, y así fue como lo «descubrió» Julio Avegliano, quien luego lo tendría en cuenta para tocar en el Encuentro Nacional de Música Popular que organizó la revista Humor cuando vino Frank Sinatra (agosto 1981). Ahí logró una ovación con cantar apenas un par de temas, entre ellos el fuerte «Mirta de regreso» de Abonizio, que relataba: «Ya no hay un pelo largo, todos parecen soldados; me siento parado sobre un cementerio, me recibió el frío y un nuevo gobierno».

También fue en ese momento cuando EMI-ODEON le ofreció grabar un disco. Y empieza el vertiginoso ascenso: en el festival de La Falda del verano del ’82 lo recibió un público entusiasta que insólitamente terminó coreando pasajes de «Mirta de regreso» en el bis… cuando el tema aún era inédito. Baglietto fue elegido como la revelación del festival. Viendo eso, la grabadora decidió apoyar una placa que seguramente hubiera quedado librada a su suerte en las bateas, pero después se sumó otro factor más que produjo el boom de Baglietto: la guerra de las Malvinas y la imposición a las radios de difundir exclusivamente material nacional.

Se edita «Tiempos difíciles» y por todo el país se escuchan las melodías de «Era en abril» (de Fandermole) y «Mirta». En mayo colmó las instalaciones del estadio Obras y a los dos meses alcanzó una abultada cifra de ventas. Inicia la grabación del segundo disco tras intensas giras, con el mismo grupo de apoyo: Fito Páez (teclados), Rubén Goldín (guitarra), Sergio Sainz (bajista de Irreal) y «Zappo» Aguilera (batería), más Silvina Garré (coros). Una formación que actualmente no se puede calificar como menos que «un lujo». En ese primer trabajo también hubo temas de Fito y de Goldín, por ejemplo «La vida es una moneda», con su clara letra, «Sólo se trata de vivir, esa es la historia, con un amor, sin un amor, con la tristeza de todos los días. A lo mejor resulta bien».

Sin embargo, la gran parte de las revistas y del público empezó a calificar a Baglietto de «ser triste» a raíz del bajón de muchas letras. Por ejemplo, Claudio Kleiman lo tildó de «glorificación del bajón» critando «demasiadas historias de muerte y de suicidio», cosa que es cierta si uno lee que el final de «Era en abril» concluye que, al morir un hijo, es mejor que la pareja se mate («Estamos pensando, sería mejor marcharnos los tres que quedarnos dos»), también «Sobre la cuerda floja» relata un suicidio, y «Puñal tras puñal» tira su mensaje opresivo. A todo esto, Juan tuvo que responder mil veces que «Yo no soy un tipo triste… lo que pasa es que a cada canción le damos el clima que merece la letra. No podés estar hablando de desaparecidos y atrás ponerle un ritmo de tarantela. Nosotros tenemos la melancolía de todo tipo de ciudad y expresamos el dolor de estos tiempos difíciles».

Entre el primer LP y el segundo, «Actuar para vivir» hubo casi 300 actuaciones y una necesidad imperiosa: hacerle sombra al éxito del debut, que lo condicionaba a repetir «Era en abril» eternamente y no renovar el repertorio. Reflexionando, Juan lo dijo crudamente, «Tenía necesidad de matar el primer disco antes que me mate a mí». Esa segunda placa se editó mientras aún vendía bien «Tiempos difíciles», pero esto no hace más que confirmar lo antedicho por Baglietto. El disco vino con un librito de fotos de gira y una tapa dibujada por Fati. Los temas no tenían la contundencia del anterior aunque se tornaban en hits «Actuar para vivir» (de Fito), «Río marrón» (de Fandermole). Escondido entre los demás temas aparece una canción de Fito que trata el tema de los desaparecidos, «Tiempos difíciles»: «Los sepultureros trabajaron mal, los profanadores se olvidaron quee la carne se entierra y no produce, pero hay ramificaciones que están vivas y -es peor- están alertas». El juego de palabras que abre la placa, «La censura no existe» pertenecía al repertorio de Irreal, demostrando que aún quedaba muchísimo material para grabar, composiciones acumuladas durante la época de Rosario.

En mayo, Juan participa de un encuentro denominado Rosario Rock ’83, un recital hecho en Rosario y en Buenos Aires y del que se grabó un disco en vivo con más rosarinos: Lalo de los Santos, Ethel Koffman, Boulevard (con Fabián Gallardo), Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Silvina Garré, y «padre rosarino» Litto Nebbia. Por supuesto que esto institucionalizó la etiquetada «trova rosarina» o «el Clan Baglietto». Se empieza a hablar de la poesía rosarina y de un movimiento con fuerza e identidad propia.

El tercer disco se titula simplemente «Baglietto» y lo grabó en agosto, con el primer cambio en la banda: Marco Pusineri y Roberto Tschopp remplazando al Zappo Aguilera y a Rubén Goldín. Los temas representaban el final de la «vieja cosecha» y Juan reconoce que el álbum «está tocado con esfuerzo, con naturalidad». También aparece un tema del cassette de Irreal, «El gigante de ojos azules», y lo más popular fue «El témpano» (de Abonizio), «Tratando de crecer» (de Fito) y «Un loco en la calesita» (también de Fito), además de «Carta de un león a otro» (de Chico Novarro).

Juan Carlos Baglietto ya está a la misma altura de artistas con trayectorias mucho más largas; lo que pasa es que Juan se hizo conocido tras un intenso trabajo previo, por lo que algún desprevenido llegó a verlo como un fenómeno súbito. Lo veloz fue que se impuso masivamente en breves meses, apareciendo en el momento justo y con una calidad de interpretación extraordinaria, con un sello y una sensibilidad propia. En sus presentaciones en el teatro Astral (fines del ’83) se preocupó por montar un espectáculo con coreografías y mimos, retomando de alguna forma las experiencias «subtes» de diez años atrás.

En el verano participó de los recitales gratuitos organizados por la Municipalidad de Buenos Aires y tuvo un público que rozó el total de veinte mil almas plenas de entusiasmo. Ya en 1984 anduvo con una nueva banda, porque cada uno de sus músicos se fue abriendo a su carrera propia: Fito hizo «Del ’63», Silvina sacó «La mañana siguiente…» y así con todos. Juan comentó que «Todos ellos tenían alas para volar solos. Yo era la cabeza de puente, el primero que abre la puerta. No me parece que pierda porque ellos hacen lo suyo; me parece que se suma, que nuestra música se enriquece si ellos graban y salen al frente.»

A fines de ese año integró un proyecto de giras y la grabación de un álbum junto a Celeste Carballo, Nito Mestre y el trío Oveja Negra. Juan cantó temas de su repertorio e hizo dúos con Celeste («Una canción diferente») y con Nito («Para quién canto yo entonces»), amén de la versión grupal sobre un tema de Benedetti que tituló la gira: «Por qué cantamos». También sobre el final del ’84, la grabadora refritó viejos temas en una placa que lanzó como si fuera el nuevo trabajo del rosarino, pero igualmente «Baglietto y Cía» se hizo conocido por contener un adelanto del próximo LP con el rítmico «Los días por vivir» (de Fabián Gallardo), que decía que «Es difícil ver la realidad, cuando las penas nos hacen mal; confundimos el dolor con la poesía y la calle nos lastima al caminar».

1985 fue el año de «Modelo para armar», un álbum grabado con Pollo Raffo (teclados y arreglos), Eduardo Rogatti (guitarra) y la dupla Sainz-Pusineri en la base rítmica. Por el disco desfilan abundantes músicos y secciones de cuerdas (que remplazan los sintetizadores de antes, en pos de un mejor sonido). Aparece Rubén Juárez, con quien Juan había grabado un tema anteriormente, además de Lucho González y otros más. Este trabajo cuenta con buenas poesías (hay letras de Juan Gelman y de Daniel Salzano) y arreglos muy estudiados para cada tema. Los temas más populares son «Estás listo» (que se incluyó en «Por qué cantamos»), «Los días por vivir» y «Salzanitos». En general son temas calmos, quizás demasiado «canción» para un año donde predominó el pop, pero eso no invalida el LP sino que lo convierte en un disco de catálogo y representativo de la obra de Juan Carlos Baglietto. Como él mismo declaró: «No es un disco de moda y hay que pescarle la vuelta. El anterior fue el cierre de una etapa de mi carrera y éste es como empezar otra… quizás se acabaron los temas que me gustaban de aquellas épocas de Irreal».

Extractado de «CantaRock: 20 años de rock nacional» (enero 1986).