Conociendo Rusia, el proyecto que funciona como un álter ego para las canciones de Mateo Sujatovich, cosechó sus primeras estatuillas en los Premios Gardel con «La dirección», distinguido como el Mejor Álbum Artista de Rock y por su portada, y acaba de anunciar una segunda función en el Movistar Arena para el 16 de diciembre, que se suma a la fecha del 5 de noviembre.
«Es muy loco y muy fuerte recibir este premio. Estoy muy contento porque me había quedado con la espina de no haber recibido ninguno con ‘Cabildo y Juramento’ que había tenido siete nominaciones. Siento que me saqué una pequeña espinita con este Gardel», resumió el músico en una entrevista con la agencia Télam.
Para el «Ruso», además, tuvo un condimento especial haber competido frente a Andrés Calamaro («Dios los cria»), Fito Páez («Los años salvajes») y el fallecido Palo Pandolfo («Siervo»): «Estuvo buenísimo haber compartido esta categoría con estos ‘mostros’ del rock argentino y que me hayan distinguido a mí», señaló.
Como si fuera poco, la familia Sujatovich festejó por partida doble, ya que su hermana Luna se llevó otras dos estatuillas de la mano de «Desafío guerrero», su disco debut, con el que se impuso como Mejor Álbum Canción de Autor y Mejor Álbum Instrumental-fusión-world music: «Con Luna nos matamos a besos y abrazos. No lo podemos creer», festejó.
«La dirección», que obtuvo nominaciones por «Se me hizo tarde» (Mejor Canción del Año) y el trabajo de su productor Nico Cotton, empezó a gestarse durante la pandemia, inspirada en los afectos, y con una guitarra acústica de los años 40 que Mateo empuñó para crear las primeras canciones del nuevo repertorio.
«En cuatro o cinco días hice dos canciones con esa guitarra: una fue ‘Mundo de cristal’ y la otra ‘Los amigos’, que salió por estar mucho tiempo en casa, revisitando un montón de historias y escribiendo un poco sobre la amistad. Lo mismo con ‘Mi casa, tu casa’, donde están muy presentes los amigos y los afectos. Para mí fue un modo de acercarme como pude a los vínculos que me importan», añadió.
Tras cuatro funciones consagratorias en el porteño Teatro Gran Rex, Conociendo Rusia apuesta ahora a dar un salto más en su ascendente convocatoria con dos funciones en el Movistar Arena en el barrio porteño de Villa Crespo, pero antes revalidará su alcance lejos de casa con una nueva gira.
En septiembre, estarán en el Festival Reciclarte de Asunción (Paraguay), el Rock and Beer de Guayaquil (Ecuador) y el Cordillera de Bogotá (Colombia) y, en octubre, sellará una nueva visita a España con shows en Barcelona, Valencia y Madrid, la ciudad donde Mateo encontró su destino como violero.
«Llegué con 13 años y viví allá casi tres años. Me fui con ganas de jugar a la pelota, pero sin saber muy bien, porque no pensaba en absoluto lo que quería para mi vida. España devolvió a un Mateo guitarrista. Fue algo que pasó ahí cuando tomé unos buenos meses de clases con Claudio Gabis. Agarré las guitarras que estaban en casa que tenía mi papá y que yo ni sabía que estaban», rememoró.
«En ese momento había mucho pop. Prendías la tele y tenías tres o cuatro canales de música, y ahí estaban David Bisbal, El Canto del Loco y programas como ‘Operación Triunfo’. Pero entre todos esos canales me encontré con Leiva y su dúo Pereza«, señaló sobre el rockero madrileño, voz invitada en «Mundo de cristal» y aquella estadía madrileña en familia, motivada por el trabajo de su papá, el músico y productor Leo Sujatovich.
P: Antes de eso, tu deseo era ser jugador de fútbol. ¿Tan bien jugabas que hiciste una prueba en la cantera del Real Madrid?
Mateo Sujatovich: Sí, es verdad que me probé, y que jugué bastante en clubes de futsal pero con ninguna intención de dedicarme en serio. Jugaba bárbaro de chico; era una bestia. Era un enganche súper técnico, re gambetero y, aunque era un poco morfón, hacía bastantes goles. En ese momento no le pegaba tan fuerte a la pelota porque era muy petisito. El estirón lo pegué como a los 15 o 16 años. Pero, bueno, ya mis días de velocidades y de, más o menos, poder hacer en la cancha lo que imaginaba, quedaron atrás.
P: ¿Vas aprovechar esta nueva gira para traerte otras alianzas musicales? ¿Y cómo es verificar en otras latitudes el alcance y la potencia de la música argentina?
MS: Bueno, en México canté como invitado de Elsa y el Mar, una colombiana, una piba muy capa y muy talentosa. Siempre aprovecho para conocer o estar con gente con quienes tengo una cierta afinidad musical. La razón del alcance de la música argentina es, básicamente, que tenemos grandes compositores y que acá se hicieron grandes canciones. Los músicos que hay y que estuvieron son tremendos. Hay grandes proyectos, canciones de rock, producciones y grandes letras que no abundan en todos lados. Conocí mucha gente en esos lugares que de repente me contaban que habían ido a ver a Soda Stereo cuando eran chicos, o que tenían todos los discos de Fito y que se sabían todas las letras.
P: ¿Cómo te estás llevando vos con el reconocimiento?
MS: En mi caso no lo siento como un fenómeno. Lo siento como un desencadenamiento de trabajo, discos, música, que van paso a paso a un buen paso, digamos. Estoy en un muy buen momento y tengo la suerte de que el proyecto está funcionando tanto en la Argentina como en el exterior. Y es por eso que hay que ir, por supuesto, a entregarlo a cada lugar para que crezca. El reconocimiento es un punto lindo en todo esto, en tanto y en cuanto suceda con cierta naturalidad y que las cosas no se hagan con ese fin.
P: ¿En algún momento, cuando te lanzaste a esta aventura solista, tuviste dudas sobre cómo iba a ser recibida tu música en un tiempo en que afloraron otros géneros?
MS: No, más bien fue todo lo contrario a dudar, porque no calculé nada lo que estaba haciendo. No tuve ningún tipo de idea sobre lo que podía pasar con el proyecto. Hice algo que, en algún punto, me debía a mí mismo: hacer un disco, que era algo que hacía mucho tiempo que deseaba. Y no soy alguien que vaya a ponerse a componer en base a lo que funcione más o menos en cada década o año de la industria.
P: ¿Cómo funciona para vos esta búsqueda del «clásico moderno», al que siempre hace referencia tu productor Nico Cotton? ¿Y cómo es trabajar, justamente, con uno de los productores más reconocidos de la industria?
MS: Yo creo que se actualiza un poco solo. Que es otro lenguaje; son otras las palabras y otras expresiones. Entonces la canción escrita en los 2020, al menos en mi caso, sería raro que se escuche como una canción vieja. Me parece que tiene que ver con eso, con los modos de decir. Y también es importante el trabajo de Nico, con quien hice mis últimos discos, para que suene moderno. Es una persona brillante con la que me resulta muy fácil trabajar. Es muy buen músico, muy buen compositor y tengo la suerte de que le gusta lo que yo hago. Es mostrarle algo que él lo devuelve con muchas más luces.
Por Javier Berro (Télam)