El influyente músico estadounidense Alan Vega, líder de la mítica banda de punk rock Suicide, falleció ayer a los 78 años, mientras dormía.
«Con profunda tristeza, lamento informar que el gran artista y gran fuerza creativa, Alan Vega, ha muerto», anunció Herny Rollins, ex vocalista de Black Flag, el fallecimiento de su amigo
Junto al instrumentista Martin Rev, Vega integró Suicide, un dúo que alcanzó notoriedad en los 70 a partir del uso de sintetizadores y cajas de ritmos, abriendo el panorama de la escena punk neoyorquina.
Vega formó parte de esa era que Scorsese atrapó en «Taxi Driver»; una época desesperada y violenta de Nueva York a la que también pertenece la promoción musical del Max’s Kansas City y el CBGB, la de Ramones, Blondie, Patti Smith y muchos otros, arquetipos de un espíritu artístico que hoy ya es historia.
Con un estilo vocal que lo acercaba a los cantantes de rockabilly de los 50, Vega también llamó la atención de la escena local por sus letras existencialistas y cargadas de mensajes en contra del materialismo y el establishment.
Suicide surgió como un tradicional trío de guitarra, bajo y batería. Pero tras un recambio de integrantes, se estableció como un dúo conformado por Vega y Rev. El grupo editó su primer disco homónimo en 1977, un álbum referente para toda una generación inconformista que renegaba de las viejas estrellas de rock y su acomodado estilo de vida.
Durante muchos años, el dúo fue agredido en sus conciertos, una reacción que el vocalista incorporaba como al acto creativo del grupo. Esta faceta quedó documentada en «23 Minutes in Brussels», grabado durante la primera gira europea del dúo, teloneando a Elvis Costello y The Clash.
Los jóvenes punks no estaban preparados para aquella música electrónica de raíz experimental que, a diferencia de la de Kraftwerk -europea y evocadora de un futuro utópico-, sonaba sucia y caótica, provocadoramente monótona, reflejando la realidad urbana de la cual venían sus creadores.
Ric Ocasek, líder de The Cars, intentó pulir su sonido en 1980 produciéndoles un álbum llamado «Alan Vega & Martin Rev», además del single «Dream Baby Dream». Este cautivó instantáneamente a Bruce Springsteen, que vio en la obra del dúo a personajes tan maltratados por el sueño americano que podrían haber merodeado por su propio «Nebraska» (1981).
Vega debutó como solista con «Alan Vega» (1981), un disco de rockabilly grabado con guitarra, bajo y batería, que le proporcionó un pequeño éxito en Francia: «Jukebox Baby». En 1983, regresó a la electrónica y dos años después firmó un desastroso intento de hacer música comercial titulado «Just A Million Dreams». Fue la primera y la última vez en la que forzó las cosas para intentar ganar dinero, un capítulo que no hizo más que destacar su naturaleza indomable y un compromiso artístico que mantuvo hasta el final.
Vega grabó blues contemporáneo con Alex Chilton y Ben Vaughn y colaboró con artistas electrónicos como PanSonic y DJ Hell, mientras gente como Marc Almond o Henry Rollins –que a principios de los 90 reeditó algunos de sus discos en solitario- le rendían sincera pleitesía. En 2012, sufrió un ataque al corazón y un ictus de los que nunca llegó a recuperarse. Su salud mermada no le impidió tomar parte, en julio de 2015, en el concierto homenaje a Suicide «A Punk Mass», donde actuó por última vez.