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Publican en los Estados Unidos dos discos en vivo de Bill Evans grabados en Buenos Aires

23/04/2022 - Noticias, Lanzamientos
Publican en los Estados Unidos dos discos en vivo de Bill Evans grabados en Buenos Aires

En coincidencia con el «Record Store Day», una especie de «Noche de las disquerías» impulsada por tiendas independientes en varios países del mundo, el sello estadounidense Resonance Records lanzó este sábado en ediciones limitadas en CD y vinilo «Morning Glory» e «Inner Spirit», un par de discos de Bill Evans registrados en vivo en 1973 en el teatro Gran Rex y en 1979 en el San Martín, respectivamente, en las que fueron sus dos únicas visitas a nuestro país.

Se trata de dos ediciones de lujo de los conciertos junto al contrabajista Eddie Gómez y el baterista Marty Morell, en el primero de los casos; y por Marc Johnson y Joe Laberbera, en el segundo; acompañadas por fotos inéditas de ambos tríos y de aquellas memorables jornadas, como así también de textos con testimonios de los músicos, reseñas de la época, análisis del crítico Marc Myers y la reconstrucción de esas giras a través de capítulos del libro «Grandes del jazz internacional en Argentina (1956-1979)», de Claudio Parisi.

«Estas son dos adiciones extremadamente importantes para la discografía oficial de Bill Evans. Se merecían grandes presentaciones y tratamientos de lujo y muestran dos partes muy importantes de su carrera con dos bandas diferentes que son parte clave de su legado; además de ser música excelente. Fuimos muy afortunados en poder volver a las cintas originales», dijo a la agencia Télam Zev Feldman, uno de los máximos responsables de Resonance Records.

Precisamente, aunque se trata de dos conciertos que históricamente podían conseguirse de manera pirata y eran muy valorados en la amplia discografía del genial pianista, la novedad reside en que en este caso las publicaciones se realizaron en base a las cintas originales grabadas por el fallecido ingeniero de sonido Carlos Melero desde la consola de los shows y cuentan con el aval de todos los involucrados.

Esto fue posible por las gestiones del periodista local Roque di Pietro quien, conocedor de la exhaustiva búsqueda de Feldman de cintas en vivo inéditas de leyendas del jazz y ante la publicación de un trabajo previo de Evans, le acercó las cintas de estos dos conciertos grabados por Melero.

«Roque estaba familiarizado con el trabajo que estaba haciendo en Resonance de nuestro álbum anterior de Bill Evans. Me enteré que Melero grabó un montón de diferentes artistas en Buenos Aires, incluidos estos conciertos de Bill Evans de 1973 y 1979. Resonance adquirió las cintas y tomó varios años obtener todos los derechos. Decidimos que podíamos publicar estas grabaciones oficialmente por primera vez y aprovechar la oportunidad para volver a los carretes de cinta originales para obtener la mejor fidelidad posible», detalló Feldman.

Las cintas estaban «en buenas condiciones y no se necesitó mucho trabajo en lo referente a interrupciones en el audio o ruidos, pero sí requirieron algo de ecualización», indicó el productor ejecutivo e ingeniero del proyecto, George Klabin.

«Melero solía grabar los shows en los que hacía sonido, muchas veces a escondidas, para luego escucharlos y analizar bien cómo habían salido y qué cosas podía mejorar; pero también se quedaba con esas cintas como souvenir, así que existe una gran colección de conciertos registrados así», explicó a la agencia Télam el periodista Claudio Parisi, quien puntualizó que el ingeniero «fue perfeccionando así no solo las grabaciones sino también la manera de esconder los grabadores».

Conocedor a fondo de la historia del jazz y de la discografía del pianista, Feldman afirmó que estos dos registros «representan a Bill Evans en su mejor momento» y marcó algunas particularidades al respecto.

«El largo y atronador aplauso final de ‘Waltz for Debbie’ en ‘Morning Glory’ me da escalofríos cuando lo escucho. De ‘Inner Spirit’ me encanta la versión de ‘Theme from M.A.S.H’, una canción que tocó durante ese período y lo asocio mucho con ese trío en particular», apuntó el directivo.

Además del valor que de por sí tiene la edición oficial de estos dos conciertos, la realidad es que abre la puerta para que en el futuro se publiquen más conciertos de figuras del jazz en la Argentina que fueron registrados por Carlos Melero.

«Estoy en contacto con los archivos de Melero así que siempre es posible. ¡Nunca se sabe!», expresó Feldman al ser consultado sobre el tema.

Las aventuras y desventuras de un genio suelto en la Argentina

Un show a las diez de la mañana que confundió al público, audiencias plagadas de célebres músicos locales, un concierto en San Nicolás en un teatro semivacío en un evento asociado a la elección de una reina regional, su fascinación al ver en un show de tango al bandoneonista Walter Ríos y una actuación en un programa televisivo de Andrés Percivale que fue interrumpida en la mitad fueron algunas de las curiosidades de aquellas visitas.

La mañana del 24 de junio de 1973, cuando todavía no se habían acallado los ruidos de los enfrentamientos de cuatro días atrás en Ezeiza durante el regreso del exilio de Juan Domingo Perón, Bill Evans hizo su debut en suelo argentino con un concierto en el Teatro Gran Rex, ante un auditorio que no colmó el lugar -un poco por falta de promoción del show y otro poco por la confusión que provocó el particular horario-, pero plagado de figuras locales de la música.

La presencia del genial pianista en el país fue gracias a las gestiones del empresario teatral Alejandro Szterenfeld, y se produjo en el marco de una recorrida que también abarcó Uruguay y Chile, y no incluyó más actividades que el show mañanero en el Gran Rex, fijado en ese horario por una cuestión de agenda.

Hugo Díaz, Enrique «Mono» Villegas, Horacio Salgán, Ariel Ramírez, Eduardo Lagos, Gustavo «Cuchi» Leguizamón y Alfredo Remus fueron apenas algunos de los tantos artistas que se acercaron para escuchar a Bill Evans, describió Parisi.

«No fue una visita muy publicitada. Se corrió más la bolilla por el boca a boca en el ambiente de los músicos», señaló el periodista, quien puntualizó que las escasas crónicas de la época destacaron en particular la sorpresa que había generado el estilo de Eddie Gómez, hasta el momento un desconocido en nuestro país. También hubo alguna mínima polémica cuando los ortodoxos del género no digirieron del todo bien la novedad de que incorporara a su repertorio una versión de «Esta tarde vi llover», el famoso bolero de Armando Manzanero, apuntó Parisi.

Si bien existe una grabación realizada desde la consola por el ingeniero de sonido Carlos Melero, también hay una cinta del show mañanero del 73 tomada con un grabador desde el público por el recordado armonicista Hugo Díaz, aunque lo curioso es el motivo por el cual la hizo.

Parisi contó que el músico local había llevado el grabador porque «había seguido de largo desde la noche anterior y tenía miedo de quedarse dormido», por lo que pensó que de esa manera podría en todo caso escuchar la cinta más tarde y no perderse nada.

«Fue una experiencia inolvidable, muy grato para todos. Un concierto maravilloso», rememoró el contrabajista Alfredo Remus, quien por intermedio del periodista Nano Herrero tuvo la oportunidad de conocer al trío en el lobby del Hotel Claridge, en donde se hospedaba.

«Cuando Nano Herrera nos presenta, Bill Evans me hace repetir mi apellido, se quedó pensando unos segundos y me dice: ‘Remus, yo tengo un disco suyo en Nueva York’. Casi me muero. Resulta que Horacio de Dios, que era muy amigo mío, había llevado varios discos de músicos representativos del jazz y, entre ellos, había alguno mío. El asunto que Evans lo tenía, lo escuchó y le gustaba, así que imaginate que fue un mimo terrible para mí, que soy ‘billevariano’ de la primera hora», recordó el contrabajista.

El genial pianista también reconoció en 1979 entre la gente que esperaba por su show en el hall del San Martín al bandoneonista Walter Ríos y lo abrazó efusivamente, lo que provocó los celos de Astor Piazzolla.

Ocurrió que el animador radial y conocido melómano Mochín Marafioti había llevado la noche anterior a Bill Evans a ver un show de tango en Caño 14 y el pianista había quedado maravillado con Ríos, a quien pidió conocer luego del espectáculo, por lo que lo reconoció fácilmente al otro día en el San Martín.

«¡Hijo de puta! ¿Cómo puede ser que Bill Evans te conozca a vos y no a mí?», lanzó divertido, aunque con un dejo de celos, Piazzolla a Ríos, quien se encontraba al lado de él al momento del efusivo abrazo.

La segunda visita de Bill Evans al país en 1979, posible por la gestión de los empresarios publicitarios Ronnie Scally y Jorge Giovanelli -debutantes como promotores de conciertos de jazz-, incluyó dos funciones el 19 de septiembre en el Teatro Ópera, un show en el Teatro El Círculo de Rosario el 24, al día siguiente una presentación en el Teatro Municipal Rafael de Aguiar de San Nicolás y el 27, finalmente, en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín.

Un paso en falso resultó la parada en San Nicolás, programada por la gran cantidad de ciudadanos estadounidenses que estaban radicados en esos días en esa ciudad a raíz de las labores que llevaban a cabo para la empresa Somisa. La realidad es que la audiencia no superó los 200 espectadores y la actuación tuvo que ser asociada a la ceremonia de elección de una reina regional para que no sea un fracaso total.

Sin embargo, esta posta dibujó una sonrisa de felicidad en el rostro de Bill Evans cuando entre bambalinas vio un viejo piano de la misma marca e igual modelo al que tenía cuando era niño y en el que había tomado sus primeras lecciones. «Emocionado pidió si se lo facilitaban y, obviamente, le sacaron las telas, lo limpiaron y Bill se puso a tocar ahí nomás, en los pasillos», contó Parisi.

En esta visita más extensa, Bill Evans fue llevado a Caño 14, mientras que el resto del trío estuvo en Jazz & Pop, el mítico local del Negro González, en donde se trenzaron en una memorable zapada junto a los músicos de Lionel Hampton, quien también actuaba en el país en aquellos días.

Un joven Adrián Iaies -vestido con ropa de soldado porque cumplía en esos días con el Servicio Militar Obligatorio- asistió en esa ocasión al show del Ópera y aún se emociona al evocar esa jornada.

En ese momento, Iaies cumplía con el Servicio Militar Obligatorio en el cuartel de Ciudadela, y para ello estaba dispuesto hasta a abandonar una guardia si era necesario, más allá del castigo que recibiría.

«Pedí permiso en el cuartel para ir, expliqué quién era y lo que significaba para mí, pero obviamente a los milicos no les importó y me lo negaron. Les dije que no me importaba porque me iba a escapar e iba a ir igual. ‘Si logra escapar con vida, lo espera un calabozo cuando vuelva’, me dijeron, porque había que saltar un paredón con alambres de púa y correr por un descampado», rememoró.

Y remató: «Me escapé, vi el show con pilcha de soldado y cuando volví me encerraron en el calabozo, pero no me importaba porque ahí encerrado no podía dejar de pensar en lo que había visto. Sonaba esa música en mi cabeza».

«Yo conocía todos los temas que tocaron porque eran standards, pero recuerdo muy bien que cuando empezaba a sonar el tema, yo ya reconocía la versión. Era muy loco estar viendo algo que solo habías escuchado en el cuarto de tu casa, porque en esa época imaginate que no había videos, redes, ni nada de eso», contó entusiasmado el pianista argentino.

Y añadió: «En esos conciertos todo te sorprende y nada te sorprende. porque está tocando una música que conocés, con códigos que conocés; pero todo te sorprende porque los tipos en vivo siempre tocan mejor que en los discos, arriesgan más, están más sueltos. Bill Evans inventó los tríos modernos de jazz, marcó un antes y un después, así que fue ir a ver a alguien que inventó eso que estás viendo».

Además de los shows en los que fue presentado por Nano Herrera a pedido del propio músico, la gente de Buenos Aires también pudo ver fugazmente a Bill Evans tocando en televisión, en un envío que conducía Andrés Percivale. Aunque se trató de apenas medio tema, porque su actuación fue interrumpida por el cierre del programa.

Un año más tarde, con la salud minada desde hacía varios años por los excesos, Bill Evans murió con solo 51 años en un hospital de Nueva York, por lo que esos shows de 1979 quedaron en la historia como unas de las últimas grandes performances del genial pianista. Afortunadamente, ahora se pueden revivir de manera inmejorable.

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Por Hernani Natale (Télam)