Corría 1976. Miguel Cantilo y Jorge Durietz deciden ponerle fin, al menos temporalmente, al exitoso dúo Pedro y Pablo. Sus letras combativas habían motivado la censura de la dictadura cívico militar. Era momento de tomar otros caminos.
Jorge Durietz se decanta por la grabación de algunas canciones que tenía compuestas y que no habían encajado en el repertorio de Pedro y Pablo. Esto deviene en la formación de Melimelum, un grupo de orientación folk rock que tendría una vida muy corta, pero muy interesante desde el punto de vista musical. El único disco homónimo, publicado por CBS, sería prácticamente abandonado por la discográfica y no obtendría difusión alguna.
«El grupo Melimelum surgió sorpresivamente con un trabajo al cual es necesario introducir ciertas consideraciones antes de emprender su análisis», decía la crónica de la revista Pelo en aquellos años. «Este álbum no es el trabajo acabado de un grupo que se ha propuesto emprender una obra como resultado de sus elaboraciones en conjunto: la idea de formar el quinteto surgió a posteriori. La iniciativa principal del álbum perteneció a Jorge Durietz, quien solicitó la colaboración de los músicos que integran el grupo para grabar algunos temas que había compuesto».
«Es necesario destacar el correcto manejo instrumental, dentro de temas que no ofrecen cabida a arreglos demasiado elaborados. Las composiciones remiten a escenas cotidianas y cálidas dentro de un clima que pretende reflejar la libertad mediante símbolos naturales», continuaba la crítica.
Sobre el arte de tapa, Pelo destacaba: «El disco cuenta con una excelente presentación exterior, un dibujo que inspira inocencia, característica que traslucen algunos temas. Contiene los detalles técnicos imprescindibles».
En el muy recomendable libro «Los 138 discos que nadie te recomendó», el periodista Sergio Coscia escribió: «Un compendio de poesía mínima sin pretensiones y una apelación a un mundo más personal, intimista y lejano a los duros enfrentamientos de la década, estaba orientado mayormente al rescate de ese eterno verano de nuestra adolescencia que se fija en la memoria, se embellece y se resiste a morir, pese a que los años hagan estragos en nosotros y en nuestros recuerdos. No mucho más es este exquisito disco, ignorado totalmente por la crítica y el público rockero en su época (la gente andaba en otra cosa, claro), lo que ya por entonces nos pareció injusto, aunque inevitable».
Esta es parte de la crítica de Sergio Coscia:
«Este hermoso álbum no tiene casi desperdicio. Desde «Rosado atardecer», donde las guitarras y el bajo van recreando una atmósfera pastoral increíblemente dulce en la voz frágil pero convincente de Jorge Durietz.
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«Matinal surgimágico» (del propio Durietz) ofrece ya un logro más trascendente, con su cálido contrapunto de guitarras eléctricas, voces tenues, coros casi perfectos, recreando un clima de encanto, etéreo. Un renglón aparte para los punteos de la guitarra eléctrica y la cálida voz de Durietz, recitando una letra incitante. Pequeña poesía hecha rock.
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Un clima parecido domina «Pinamar de ayer», también de Durietz, sentido homenaje a los veraneos del ayer a las playas ya muy distantes en el tiempo de los páramos del viejo Pinamar.
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«Terrores primales. Liberiola III» (de Durietz y Figueroa) aporta en cambio un toque refrescante de fusión y jazz rock al mango, tan efectivo como atrapante. «En el otoño», otra de las delicadas églogas de Durietz, nos maravilla por su lánguida y bella melodía, las voces refinadísimas y el clima melancólico que aportan los acordes de sus cálidas guitarras. Seguramente uno de los mejores temas del disco, que los tuvo para todos los gustos.
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En resumen, para los que simplemente no se enteraron allá por 1976, Melimelum fue un dignísimo, encantador y solitario trabajo de una banda que supo dejar un recuerdo de poesía y paz en tiempos peligrosos, en tiempos de una dura y cruel soledad.»
Además de Jorge Durietz en guitarra y voz, participaron de la grabación de «Melimelum» los músicos Daniel Russo (bajo, piano, guitarra, arreglos), Fernando Gonzales (flauta traversa), Eduardo Figueroa (guitarra y voz) y Micky Mitchell (batería).