James Brown, aclamado durante décadas como “el padrino del soul” por el público de todo el mundo, fallecido hace diez años en Atlanta, fue una figura legendaria del mundo del espectáculo, transformador del gospel en el rhythm and blues, y creador de un género soul totalmente original, el funk.
También en el escenario hizo escuela, con su forma de imponerse físicamente, una influencia que marcó sucesivamente a cantantes del calibre de Mick Jagger e Iggy Pop.
Brown tuvo una infancia difícil. Nació en una familia pobre de Carolina del Sur en 1933, a los seis años vivió en un burdel de Augusta (Georgia), y trabajó como lustrabotas y en las plantaciones de algodón.
A los ocho años intentó robar un auto, y terminó en un reformatorio. Entonces se produjo un cambio en su vida, porque conoció a Bobby Byrd y entró en su grupo de gospel, antes de fundar en 1952 su propia banda, The Flames.
En 1956 escribió “Please, Please, Please” y logró éxito mundial, consagrado en 1961 con la grabación en vivo, en el templo de la música negra del Apollo Theatre en Harlem, de un álbum que se hizo de culto, con canciones como “I Got You (I Feel Good)” y “Get Up (I Feel Like Being A Sex Machine)”.
Capaz de tocar 350 noches al año, James Brown se transformó gracias a su riqueza en un ejemplo del “capitalismo negro”, antes de que fuera inventado: abrió restaurantes y negocios, y exhortó a sus conciudadanos negros a vivir el “sueño americano”.
El día del asesinato de Martin Luther King, líder de la lucha por los derechos civiles de los negros, dio un concierto transmitido por televisión, en el cual invitó a la población a la calma. El presidente Lyndon Johnson le agradeció más tarde ese gesto.
En los años 80, se hizo un rostro familiar también en el cine, interpretando el papel del predicador en los “Blues Brothers” y cantando una de sus canciones más conocidas, “Living in America”, en la película “Rocky IV”.
James Brown falleció en la madrugada de Navidad de 2006 a la 1.45 AM, a la edad de 73 años. Brown mantenía en ese momento, según su esposa, una relación conyugal feliz. “Lo último que me dijo era que me amaba a mí y al bebé, nos veremos pronto”, según manifestó su viuda al Chronicle de Augusta.