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Se cumplen 20 años del adiós de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota

03/08/2021 - Retro
Se cumplen 20 años del adiós de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota

El 4 de agosto de 2001 nadie sabía que estaba asistiendo al último show de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. De hecho, para el 8 de diciembre, estaba programado un concierto en el club Unión de Santa Fe que se suspendió por el estallido de diciembre de 2001.

Sin embargo, una sensación de final sobrevoló toda la noche el estadio Chateau Carreras de Córdoba (hoy Mario Alberto Kempes). «Noté que el clima no era tan festivo como en otras ocasiones. Algo había… la presencia de una oscuridad futura», asegura Rocambole, el artista plástico que acompañó a Los Redondos desde sus primeros pasos, en declaraciones al diario La Voz del Interior.

La banda había alcanzado una popularidad enorme y el país estaba a punto de estallar. Cuatro meses antes, Los Redondos habían decidido presentar «Momo Sampler» -su último disco- por fuera de las fronteras argentinas: más precisamente, en el Estadio Centenario de Montevideo.

Ya no quedaban demasiados lugares para tocar y la banda estaba prácticamente proscripta luego del accidentado doblete en River (15 y 16 de abril de 2000), para el que había firmado contrato eventual con la multinacional CIE Rock & Pop.

Finalmente, y después de mucho batallar, Carmen «La Negra Poli» Castro, mánager del grupo, selló un acuerdo con el intendente delasotista de cepa UCD Germán Kammerath y se confirmó el concierto en Córdoba.

Argumentando que «todos los conjuntos musicales que cumplan con las normas tienen derecho a encontrarse con su público», el 24 de mayo de 2001, Kammerath autorizó la realización del concierto de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota para el 14 de julio, fecha que tuvo que correrse por cuestiones de agenda deportiva.

45 mil personas asistieron al Chateau Carreras aquel sábado 4 de agosto de 2001, una cifra que marcó todo un récord de público en shows, por encima de Madonna (44 mil), Soda Stereo (43 mil) y Paul McCartney (42 mil).

En Córdoba las entradas se vendieron en Disquerías Edén a 22 pesos el Campo y 25 pesos la Platea. Junto con la entrada venía un póster de regalo diseñado por Rocambole.

La banda se alojó en la Hostería Hipocampus de Carlos Paz. Salió a las 17 y producto de un embotellamiento llegó pasadas las 18. Cuenta el mito que el Indio Solari se tuvo que asomar para pedirle a la seguridad que los dejen pasar. Otra leyenda urbana asegura que entraron al estadio escondidos en una ambulancia.

El operativo de seguridad para el concierto contó con 2.500 efectivos policiales, el triple de un Talleres-Belgrano. Así y todo, a medida que el campo se iba llenando unas 2.000 personas pugnaban por ingresar sin entradas. Entonces, para intentar prevenir los desmanes que ocurrieron en River, dejaron pasar a esta barra que entró por la popular con un bombo a pura arenga.

La formación de Los Redondos en aquella última noche consistió de Carlos «El Indio» Solario en voz, Skay Beilinson en guitarra, Walter Sidotti en batería, Sergio Dawi en saxo, Semilla Buciarelli en bajo y Hernán Aramberri en batería y samplers.

La banda tocó 25 temas en dos horas. En total fueron dos horas y media de show porque hubo tres intervalos. La puesta en escena estuvo a cargo de Rocambole y el sonido de consola a cargo de Eduardo Herrera.

La puesta en escena de Rocambole estuvo en la misma línea estética que había elaborado para «Momo Sampler». Por las pantallas de ambos costados del escenario se proyectaron esas imágenes. «Las proyecciones reemplazaron a las puestas teatrales que hacíamos antes. El show comenzó con una en las pantallas laterales, que consistió en una especie de jeringa gigante que se desplazaba y se clavaba en el ojo de un cíclope. Y de ese ojo salía una especie de fluido verde», recuerda el artista.

Los Redondos se encargaron de la producción del show y se asociaron al productor santafesino Arturo Iturraspe. Si bien la organización fue prolija, hubo un fallecido (Jorge Felippi, de 31 años) producto de una caída desde la tribuna al foso.

El concierto empezó a las 19.10 con «Unos pocos peligros sensatos» y terminó con «Un ángel para tu soledad» (21.30), que sonó con todas las luces del estadio encendidas. Fue de las pocas veces que no terminó con «Jijiji».

Tras los primeros temas, el Indio agradeció a un médico: «Quisiera agradecer al doctor Guillermo, quien, Decadrón mediante, permitió que estuviera aquí».

«¿Qué te creés boludo? No somos Los Violadores. Vení al camarín a tirarme cosas», dijo tras ver una botella que voló. «En esta me van a tener que ayudar», antes de tocar «Juguetes perdidos».

Sobre la disolución, Skay Beilinson dijo años después: «Todo se terminó cuando nos dimos cuenta de que uno de nosotros se quería apropiar de ese proyecto tan hermoso que fue Patricio Rey, que había nacido como la comunión y el aporte de muchos artistas y no los deseos de uno solo».

El Indio Solari respondió a esa declaración contando cómo «La noche definitiva (un rato antes estábamos en un bar hablando con un cronista sobre un próximo show) me puse firme en mi requerimiento (el de asegurarse una copia del registro audiovisual de todos los shows de los Redondos, bajo custodia de Skay y la Negra Poli) y esa actitud desembocó (ante la negativa) en el rompimiento de la sociedad artística».

El viejo sueño de la multiplicación como consuelo para fans huérfanos

Los conciertos de los proyectos solistas de Skay Beilinson y Carlos «El Indio» Solari, este último extendido ahora a las presentaciones de su banda acompañante Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, y la Kermesse Redonda, propuesta que reúne a los exmúsicos del legendario grupo, lograron saciar en los últimos años las ansias del público que aún extraña a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

Como probablemente no ha ocurrido en ningún otro caso, todas estas alternativas aparecen como válidas a la hora de escuchar en vivo temas del combo disuelto hace 20 años, más allá de las características y repertorios propios en cada caso.

En este sentido, el caso de Los Redondos pareciera venir a cumplir con aquel testimonio -más que una declaración de principios, un deseo- manifestado en una vieja cinta por el guitarrista Edelmiro Molinari cuando para explicar la separación de Almendra lanzaba la esperanzadora consideración de que se trataba en realidad de una «multiplicación» de la banda.

Pues si bien la «grey ricotera» se mantiene fiel a estas ramificaciones, lo cierto es que desde hace 20 años se puede escuchar en esas concentraciones -aunque también es real que cada vez menos, tal vez por resignación- el cántico en el que se suplica «que se vuelvan a juntar».

El cortocircuito producido entre el tándem Skay y Poli con el Indio Solari que provocó la disolución del grupo, sumado a los problemas de salud del vocalista, no da perspectivas reales de una eventual reunión, como así tampoco sería posible de justificar un hipotético reencuentro desde la filosofía pregonada históricamente por el grupo.

Ante esta perspectiva, la agencia Télam consultó a Pablo Perantuono, coautor junto a Mariano del Mazo del libro «Fuimos reyes», que realiza un exhaustivo recorrido por la historia del grupo, si la proliferación de propuestas hace que decaiga el reclamo de una eventual reunión.

«Yo diría que 20 años después de una separación que fue abrupta y sin despedidas, esas manifestaciones son también producto de la abstinencia. Es cierto que la ausencia siguió alimentando el mito y la antorcha ricotera se sigue transmitiendo a nuevas generaciones», advirtió el periodista.

Sin embargo, aclaró: «Pero nada puede hacer palidecer las ganas de que vuelvan Los Redondos en tanto y en cuanto sus protagonistas estén vivos y trabajando. La pregunta es si están dadas las condiciones para un regreso y si tienen ganas de limar asperezas para que eso pase».

La palabra de los protagonistas de la historia

Tito Fargo (músico): «Mi experiencia con Los Redondos tiene que ver básicamente con mis inicios de manera profesional y, fundamentalmente, lo que destaco es el mecanismo de ser un músico independiente, algo que hasta el día de hoy conservo porque me interesa esa fórmula, mucho más en estos tiempos. Me parece que está bueno seguir defendiendo una postura artística desde ese lugar porque te da una libertad de pensamiento y de concepto de trabajo que desde ningún otro lugar se puede lograr. Yo creo que ese es el aporte mayor, más allá de lo musical, de haber arreglado y ayudado a componer, y haber ejecutado y grabado esas canciones, en los discos ‘Gulp’ y ‘Oktubre’, donde participé. La estética de la independencia me ha dejado el mayor estímulo para que siga haciendo cosas».

Claudio Quartero (músico, estrecho colaborador del grupo): «Más allá de lo que haya dejado en cada uno a mí me dejó muy claro el concepto de no quedarse en ese punto, sino por el contrario reinventarse constantemente, la búsqueda de nuevos desafíos y de ser mejor. Por eso es constante ese objetivo. En aquellos tiempos era superarse día a día en la propuesta. Una vez que se consiguió llamar la atención, no hay que quedarse en la cómoda de recrear la fórmula, que para mí no fue óptima porque creo que apenas llegó a los primeros destellos de claridad y, como dije, no fue para todos. Para mí fue iniciativa, el empuje a seguir en la búsqueda. Así que no es mi interés quedar en la historia como quien hizo aquello, sino como quien busca a diario mejorar».

Gonzo Palacios (músico): «Cuando Skay me invitó a formar parte unos años antes de que se grabara ‘Gulp’, fue como tocar el cielo con las manos: yo era muy chico y ellos eran, de lejos, mi grupo preferido. Hablar de ideología cuando se habla de un grupo de rock me resulta desmedido, incluso hasta engañoso, pero había en Los Redondos algo que definitivamente no encontrabas en otras bandas, con algunas honrosas excepciones dentro del underground de entonces. Hay experiencias que son intransferibles, uno puede intentar hacer un relato lo más fidedigno posible pero difícilmente se acerque a lo que es haberlas vivido. Haber sido testigo en primera fila de la evolución de Los Redondos desde su última etapa underground hasta su paso a la masividad, poder dejar algunas notas en dos de sus discos y haber participado en tantos conciertos fue un verdadero privilegio. Soy consciente de ello, son momentos irrepetibles que atesoro y que me importan en lo humano y personal mucho más que lo que signifiquen o no en mi carrera».

Mario Breuer (ingeniero de sonido): «Siempre tuve un poco esta teoría, esta metodología de nunca hacer más de dos discos con los artistas -en algunos casos no se me hizo fácil como con Andrés Calamaro o Charly García– pero entre los artistas con los que reincidí varias veces está Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, supongo que porque me sentía muy cómodo trabajando con ellos. Era gente que le importaba la excelencia, mejorar, que sus discos suenen cada vez mejor y tengan una novedad, que suene profesional. Fue casi un momento de quiebre cuando les propuse mezclar ‘Lobo suelto, cordero atado’ en Estados Unidos. Yo venía de trabajar ‘Hombre rayo’, de Man Ray, y había conocido un estudio increíble. Cuando les dije eso, como cada vez que proponía algo, me dijeron que sí. Tenía buen entendimiento con Skay y con el Indio, que eran los productores artísticos. Fue una gloria trabajar con ellos, hicimos discos increíbles. Supongo que de los 20 discos que más me gustan en mi carrera, hay dos o tres que son de ellos y solo puedo hablar de lo generoso que han sido en mi carrera. Les estoy extremadamente agradecido por su generosidad, por darme su confianza, por permitirme ser atrevido. Patricio Rey es un artista que llevo muy profundo en mi corazón y son momentos muy altos de mi carrera y de mi vida también, por cierto».

Lito Vitale (músico): «Por intermedio de Pipo Lernoud, Claudio Kleiman y Jorge Pistocchi, Los Redondos cayeron a grabar al estudio que en ese momento estaba asociado al grupo M.I.A, que funcionaba en mi casa familiar. En ese momento yo trabajaba de técnico de grabación, con mis limitaciones y las limitaciones de las máquinas que había en el estudio en aquel momento. Cuando necesitaron un teclado para meter en ‘Superlógico’ me ofrecí a tocarlo y ahí quedé como naturalmente invitado en varios temas más. Después como pegaron muy buena onda también con mi viejo, y los primeros dos o tres discos salieron por un sello alternativo que comandaban mis viejos, quedamos con una relación muy buena. Así construyeron un camino de independencia con la particularidad que no tenía M.I.A. que es que su música se volvió muy popular, un grupo emblema del rock independiente argentino. Fui invitado hasta el disco ‘Último bondi a Finisterre’ y nunca se habló de dinero. Las colaboraciones eran artísticas, humanas y de onda, no existía la contratación profesional. No creo haberles aportado algo sustancial; sí mi entusiasmo y la felicidad de tocar con ellos, que me llamaran y haberla pasado bien. Haber participado de Los Redondos me enorgullece».

Rodolfo «El Soldado» González (asistente, músico): «Trabajé desde los 15 años hasta los 30 más o menos, hasta el año 97. Yo los conocía de escucharlos en la radio y me imaginaba cómo serían. Trabajar con ellos fue como una especie de revelación, sobre todo por lo que tiene que ver con la movida que había en ese tiempo. Revelaciones de la noche, estar con gente grande vinculada con lo que a uno le gustaba que era la música y el rock. Una experiencia muy linda y muy interesante la de verlos desde ese principio hasta su crecimiento, su masividad. MI paso por ahí fue de crecimiento personal y tengo hermosos recuerdos de ellos por además haberme dado una mano en los inicios de mi carrera musical. El crecimiento que tuve ahí no fue solo musical, sino también en todo lo que tiene que ver con manejarse independientemente, aunque serlo es una circunstancia y recién con el paso del tiempo es una elección. Ellos fueron independientes y en esa elección tuvieron muchos aciertos y muchos desaciertos. Pasaron por muchas vicisitudes que podrían haberse ahorrado. Fueron creciendo y entendiendo hasta su última actuación. También aprendí mucho sobre cómo se genera un show, cómo se trabaja, y lo técnico. Los Redondos fueron un fenómeno social. Desde su separación hasta ahora generaron mucha más gente que lo sigue y en realidad es la gente que no los vio, es tan grande ese fenómeno que genera eso. Como banda tiene un legado muy interesante, no creo que sea la mejor banda pero sí está entre las mejores. Creo que cumplieron su tiempo y ahora están sus representantes.

Conejo Jolivet (músico): «Mi historia con Los Redondos empieza en el 78 a través de un luthier al que llevaba mi guitarra. Me contó que le había hablado de mí a unos muchachos de La Plata y me pasó un teléfono. Llamé y arreglamos un encuentro con Skay y Poli en su departamento. Yo estaba acostumbrado en esa época a los reventados del rock y el blues, y estos nada que ver, me atendieron con un mate, muy criollo y sanito todo. Empezamos a ensayar en un sótano en Corrientes y 9 de Julio. Skay se colgaba un pito con el cual me llamaba a retraerme en los solos para que entrara la voz o terminara el tema. El Indio no aparecía y pregunté quién era el cantante, y me dijeron que era ‘El Astronauta Italiano’. De nuevo, aparece un tipo con una avanzada calvicie y un bigote que parecía un cepillo, que era lo menos parecido a un cantante de rock; aparte se vestía como un tipo normal, no como un rockero, pero cantaba bien. Hicimos algunos shows donde se repartían los buñuelos de ricota, había monólogos, estaban las bailarinas que hacían strip-tease. Yo había sumado a mi amigo que era un maestro del blues, que se llamaba El Blusero León Vanella y al baterista Marcelo Pucci, que tocaba conmigo en Pappo’s Blues. En un show en particular, como tocábamos muy fuerte porque veníamos del palo más rockero, Poli nos dijo que tocábamos muy alto y nos dio vuelta los equipos, lo que no nos gustó mucho. Poco después le propuse sumar a Ciro Fogliatta porque quería que hubiera gente que supiera tocar bien, pero entendió que queríamos cooptar la banda y así terminó mi participación en ese lapso. Sin embargo, cada vez que me cruzaba con Skay y Poli nos saludábamos lo más bien. Nos reencontramos en una sala de ensayo en los 90, en la época de ‘La mosca y la sopa’ y estaba sorprendido de cómo tocaba Skay, las letras del Indio, cómo se habían desarrollado. Me invitaron a tocar a Huracán. Ensayé con ellos los temas, toqué y me sorprendí de la gente que había. El tema es que me pagaban menos que a un plomo y hubo unas secuencias que hicieron que se deteriorara un poco la relación. En el 98 Skay me volvió a llamar para ofrecerme sumarme a la banda de manera estable y le dije de los problemas que habíamos tenido con el tema económico. Parecía que iba a haber un arreglo pero de nuevo empezaron a aparecer problemas por esa cuestión. Tocamos en Racing, luego me fui de vacaciones y cuando volví me acusaron de que solo me interesaba la plata, y ahí se terminó la historia».

Lista de temas: .

  1. «Unos pocos peligros sensatos»
  2. «El pibe de los astilleros»
  3. «Morta punto com»
  4. «Las increíbles andanzas del Capitán Buscapina en Cybersiberia»
  5. «Una piba con la remera de Greenpeace…»
  6. «Pool, averna y papusa»
  7. «Templo de Momo»
  8. «Pensando como una acelga»
  9. «Rato molhado»
  10. «Vamos las bandas»
  11. «Nadie es perfecto»
  12. «Mi perro dinamita»
  13. «La murga de los renegados»
  14. «Sheriff»
  15. «Murga purga»
  16. «Dr. Saturno»
  17. «Murga de la Virgencita»
  18. «Queso ruso»
  19. «Ñam Fri Fruli Fali Fru»
  20. «Rock para los dientes»
  21. «Juguetes perdidos»
  22. «Preso en mi ciudad»
  23. «Noticias de ayer»
  24. «Jijiji»
  25. «Un ángel para tu soledad»

Texto: Rodolfo Poli para CRock.com.ar / Hernani Natale para Télam

Foto: Candelaria Lagos / Telam