El 15 de octubre de 1988 el estadio de River Plate fue escenario del cierre de una gira histórica de Amnesty International que convocó a Bruce Springsteen, Peter Gabriel, Sting, Tracy Chapman y Youssou N’Dour. El tour, que en 45 días había recorrido 19 ciudades del mundo, sumaba también a artistas locales, que en el caso de la Argentina fueron Charly García y León Gieco.
La idea original de la gira, que había comenzado el 22 de septiembre en el estadio londinense de Wembley, era cerrar con tres conciertos en Sudamérica: San Pablo, Buenos Aires y Santiago de Chile. Sin embargo, el régimen militar liderado por el general Augusto Pinochet prohibió la realización del concierto en aquel país. Los organizadores, enfurecidos por la arbitraria medida del gobierno chileno de la época, decidieron entonces realizar el show lo más cerca posible de Chile, de modo que los chilenos también pudieran asistir en masa al evento.
“Los tipos de Amnesty se enojaron tanto con la prohibición chilena que inmediatamente dijeron que querían hacer un show lo más cerca posible de Chile, casi de manera desafiante. Cuando miraron el mapa, les sedujo la idea de Mendoza, una ciudad grande, con buen acceso al cual podrían ir miles de chilenos. No se dudó mucho y cuando se anunció la gira, Mendoza estaba confirmado desde el mismo principio”, recordó Daniel Grinbank, uno de los organizadores del evento.
El “recital chileno”, al cabo, se realizó el viernes 14 de octubre de 1988 en la ciudad de Mendoza, en el estadio Malvinas Argentina y, además de los artistas internacionales mencionados, contó con las bandas chilenas Inti Illimani y Los Prisioneros y el grupo mendocino Markama. La multitud que se congregó en el lugar fue estimada en unas 30 mil personas, la mitad de las cuales eran chilenos, quienes cruzaron la Cordillera en autos y colectivos por el Paso Los Libertadores, a 3.500 metros de altura. Muchos, por cierto, debieron esperar largas horas en la frontera y algunos tardaron casi un día entero en cubrir los 400 kilómetros que separan Santiago de Mendoza.
Volviendo al show en Buenos Aires, las cosas no fueron tan sencillas. Además de ser el cierre de la gira, el concierto sería grabado para la televisión. La Argentina no estaba preparada para un despliegue de producción semejante, con una abismal diferencia en tecnología. Así, cada artista trajo sus equipos, y la producción trajo todo, desde el escenario hasta las luces y el sonido, en decenas de camiones que entraban al estadio. Hasta hubo que construir un estudio de 24 canales para poder grabar el show.
La grabación del concierto disparó otros problemas: los artistas locales tendrían muy poco tiempo para tocar, Jon Landau, representante de Springsteen se quejó porque si todos tocaban mucho tiempo, el «Jefe» lo haría muy tarde y ante un estadio semi vacío. Y esa no era la imagen que quería transmitir a la audiencia internacional. Ante la idea de comenzar más temprano, Peter Gabriel fue quien se quejó, esta vez porque no podría utilizar su espectacular set de luces al atardecer. Todo se clarificó cuando Grinbank le prometió al representante de Springsteen que en esta parte del mundo el público espera hasta el final de un show.
Esos no fueron los únicos inconvenientes. En camarines, los egos estaban a flor de piel, especialmente entre los artistas extranjeros y los locales, y con Charly García en especial. El show terminaba con todos los artistas cantando juntos «Get Up, Stand Up» de Bob Marley y, tal como se había hecho en Barcelona, cantar en español «Derechos Humanos ahora». Charly se quejó porque la métrica no cerraba, y propuso cambiarlo al más directo «Derechos Humanos ya». Sting, que ya había grabado en español en un par de ocasiones, le dio la razón.
Los chispazos entre Charly García y Bruce Springsteen no se hicieron esperar. “Había una zona común detrás de escena donde cada uno tenía un camarín. Ahí vi a Tracy Chapman plancharse ella misma su pantalón, y ahí Charly se cruzó con Bruce y le dijo quién mandaba. Yo lo vi”, recordó Hilda Lizarazu, por aquellos días integrante de la banda de García. Ahí, el ex Sui Generis le advirtió al estadounidense: «Acá el jefe soy yo».
El ánimo de Charly no era el mejor. Había estado toda la noche entre los estudios ION y el mítico local Prix D´Ami, por lo que llegó al estadio de River sin dormir. Se indignó cuando supo que su sonido sería muy interior al de los artistas internacionales -algo que sigue reclamando al día de hoy- hasta que Peter Gabriel intercedió y logró que le habilitaran cinco canales de audio. Alfi Martins subió al escenario con su teclado desenchufado y la batería de Fernando Samalea tenía sólo un micrófono. El otro quedaba para el «Negro» García López. Hilda Lizarazu se quedó sin micrófono y sólo pudo hacer palmas.
León Gieco tocó dos de sus clásicos con su guitarra y su armónica: “Hombres de hierro” y “Sólo le pido a Dios”. A pesar de todos los contratiempos, Charly García aprovechó muy bien su tiempo y logró encender al público con “Demoliendo hoteles”, “Los dinosaurios”, “Nos siguen pegando abajo” y “La ruta del tentempié”.
Con los últimos rayos de sol, Youssou N’Dour consiguió conquistar a los argentinos, a pesar de lo incomprensible del dialecto senegalés. Le siguió Tracy Chapman, quien se había convertido en la gran revelación de la mano de su aclamado disco debut.
La primera súper estrella consagrada en hacer su aparición fue Peter Gabriel, quien se encontraba en lo más alto de su carrera, respaldado por el éxito del álbum «So» (1986). El ex Genesis deslumbró con temas como «Red Rain», «Sledgehammer», «In Your Eyes» y una versión de «Don’t Give Up» a dúo con Tracy Chapman. «Ustedes son un público fantástico», manifestó Gabriel, asombrado porque los argentinos conocían todas las letras de sus canciones.
Sin dudas, el momento más emocionante del concierto se vivió cuando Sting y Peter Gabriel cantaron «Ellas bailan solas» e hicieron subir al escenario a las Madres de Plaza de Mayo, quienes fueron ovacionadas por gran parte de los 75.000 espectadores.
Otro de los momentos más calientes de la noche, y a pesar de las inseguridades en la previa, fue cuando Bruce Springsteen hizo su aparición con su clásico «Born in the USA», donde River se puso de pie. Le siguieron hits como «Dancing in the Dark» y «Glory Days». Cerro su numeró con una particular versión de «Twist and Shout» (aunque el público coreaba «La Bamba»).
El final también fue para el recuerdo: todos los artistas se unieron para cantar «Get Up, Stand Up» de Bob Marley con el ya mencionado agregado, en castellano, del pedido «Derechos Humanos ya». Los músicos locales no estaban invitados a ese cierre, pero Charly se coló igual.
«Para mí ha sido un aprendizaje. Espero haberme transformado en un hombre mejor», dijo Bruce Springsteen. Y agregó: «Todos nosotros, los músicos, tenemos vidas distintas pero compartimos un mismo sueño. Por eso firmamos esta declaración en defensa de los Derechos Humanos».