Uno de los más brillantes talentos jóvenes del rock se extinguió el 5 de abril de 1994, cuando la vida de Kurt Cobain terminó con un terrible acto de violencia que los investigadores consideraron un suicidio.
El cuerpo del líder de Nirvana fue encontrado el 8 de abril, cuando un electricista descubrió su cadáver, junto con una escopeta y una nota escrita a mano, después de llegar a la casa de Cobain en Seattle para instalar la iluminación de seguridad.
Aunque los informes de su muerte circularon rápidamente, el departamento de policía de Seattle no emitió una confirmación oficial hasta el 9 de abril, cuando la oficina del médico forense del condado de King fue capaz de obtener un concluyente estudio de huellas digitales.
“La autopsia ha mostrado que Kurt Cobain murió de una herida de escopeta en la cabeza”, decía parte del informe. “En este momento la herida parece ser auto-infligida”.
La noticia de la muerte de Cobain sacudió al mundo de la música, pero sus problemas físicos y emocionales -y sus problemas con las drogas- ya habían sido asunto de interés público. Aunque insistió en que estaba limpio de estupefacientes tras el nacimiento de su hija Frances Bean, él y su esposa, Courtney Love, fueron perseguidos por los rumores de que seguían llevando una vida peligrosa -rumores que se intensificaron después de que Cobain fuera hospitalizado en marzo de 1994 por una sobredosis.
Tras la muerte de Cobain, su madre Wendy O’Connor manifestó públicamente que cuando se dio cuenta de los problemas de salud de su hijo, lo había instado a “no unirse a ese estúpido club” de los músicos famosos que murieron a la edad de 27 años.
En el momento de la muerte de Cobain, el tercer álbum de estudio de Nirvana, “In Utero”, había sido lanzado sólo unos pocos meses antes. Y a pesar de que llegó como uno de los discos más esperados de 1993, no escondió su ambivalencia hacia la industria de la música en general.
“No quiero tener una larga carrera si tengo que seguir con el mismo material que estoy sacando ahora”, dijo al New York Times después de su lanzamiento. “Lo estoy intentando una vez más, y si es un año agradable para nosotros, entonces está bien, vamos a tener una carrera. Pero yo no voy a someterme a estar atrapado en un edificio de departamentos por los próximos 10 años y tener miedo de salir a la calle. No vale la pena”.
Esos sentimientos tuvieron eco en la nota encontrada con el cuerpo de Cobain. “No he sentido la emoción durante tantos años”, se lee en parte. “Me siento culpable más allá de las palabras sobre estas cosas […] Cuando estamos detrás del escenario y las luces se apagan y comienzan a escucharse los gritos de la multitud, no me afecta […] El hecho es que no te puedo engañar, a ninguno de ustedes. Simplemente no es justo para ustedes o para mí […] El peor crimen que se me ocurre sería fingir y simular como si me estuviera divirtiendo al 100 por ciento”.
Cualesquiera que hayan sido sus problemas internos, es difícil sobreestimar el impacto de Cobain. El ejecutivo discográfico Gary Gersh, que negoció el acuerdo que llevó a Nirvana a una compañía grande para publicar su exitoso álbum “Nevermind”, lo predijo sabiamente, “Cuando la gente mire hacia atrás en la industria, creo que habrá un negocio pre-Nirvana y un negocio post-Nirvana. El álbum “Nevermind” será visto como un disco seminal en la historia del rock”.