Menú

30 años sin Freddie Mercury, el artista que corrió todos los límites

23/11/2021 - Retro
30 años sin Freddie Mercury, el artista que corrió todos los límites

Hace 30 años moría en su casa de Kensington, Londres, por el deterioro de su salud a causa del sida, Freddie Mercury, una de las mejores y más potentes voces de la música popular, que se destacó por haber aportado al rock elementos de la ópera, el gospel y el vodevil, y que además logró trasladar al escenario esa particular estética.

Con apenas 45 años, el destacado vocalista había logrado marcar a fuego la escena del rock mundial al frente de Queen, una banda surgida a principios de los 70 en medio de un contexto musical dominado por el hard rock y el glam, que había logrado amalgamar ambos estilos, además de dotarlo de nuevos elementos que la diferenciaron del resto.

Mercury no sólo pasó a la historia por su espectacular rango vocal y su calidad interpretativa, sino también por sus habilidades compositivas, que lo llevaron a crear verdaderos clásicos como «Bohemian Rhapsody», «Somebody to Love», «Good Old Fashioned Lover Boy», «Love of My Life» y «Crazy Little Thing Called Love», entre otros, que combinaban de manera natural la ópera, el gospel, la balada, el rockabilly y el vodevil; en un universo en el que convivían en total armonía Led Zeppelin, The Beatles, Liza Minelli y Liberace.

En vivo, el cantante se destacó por sus electrizantes performances, de las cuales el público argentino pudo ser testigo directo en el verano de 1981, cuando la banda ofreció una memorable serie de conciertos en el Estadio Velez Sarsfield de Buenos Aires, en el José María Minella de Mar del Plata y en el Gigante de Arroyito de Rosario, en un hecho inusual para la época.

A nivel mundial, el legado y el respeto ganado por Mercury a lo largo de su carrera quedó plasmado en el concierto en su homenaje realizado en el estadio londinense de Wembley, en 1992, del que participaron figuras bien distintas como David Bowie, Metallica, Guns N’ Roses, Elton John, Robert Plant, Tommy Iommi, Liza Minelli, Roger Daltrey, George Michael y Annie Lennox, entre otros.

Nacido en 1946 en la ciudad de Stone Town, en Zanzíbar, bajo el nombre de Farrokh Bulsara, a los 18 años debió emigrar a Inglaterra a raíz de una revuelta popular que derivó en la conformación del estado de Tanzania.

Mientras cursaba estudios de arte, conoció a Tim Staffell, un bajista que, junto al guitarrista Brian May y el baterista Roger Taylor, conformaba el grupo Smile, a quienes trató de convencer para que vistieran las prendas de la línea de ropa que había creado.

Las charlas en las que el joven Freddie trató de convencer a May y Taylor de implementar una puesta en escena más impactante fueron el preludio para que sea invitado a unirse a la banda, cuando Staffell decidió bajarse ante la falta de éxito.

Tras varias audiciones, el grupo contrató al bajista John Deacon y, por iniciativa de Mercury, adoptó el nombre Queen, un termino muy utilizado como apelativo en los circuitos gay, a pesar de que se apuntaba más al impacto del término que a una toma de postura sexual.

De hecho, aunque Mercury se mostraba como una verdadera tromba sobre el escenario, en donde utilizaba atuendos comunes en el submundo gay de aquellos años, era tímido al punto de mantener su vida privada lejos de los flashes, lo cual, en muchos casos, fue confundido por la prensa como un comportamiento cercano al divismo.

A lo largo de la década del 70, Queen se destacó en la escena rockera por la perfecta amalgama musical forjada por sus miembros, con un guitarrista y baterista amantes del hard rock, un bajista con un marcado gusto por el pop y el cantante influenciado por la ópera, el gospel y la espectacularidad en la puesta en escena.

Establecida como una de las grandes bandas, hacia finales de los 70 el grupo aggiornó su sonido, primero a la moda disco y new wave imperante en esos años, para luego sucumbir en los sintetizadores pop, tan en boga en los años 80. A pesar de ello, la banda nunca perdió su personalidad, en gran parte marcada por la impronta de Mercury.

Queen tuvo un particular romance con el público argentino, que vivió su visita al país en 1981 casi como una cuestión de Estado.

En aquellos difíciles años de dictadura militar, la llegada de esta banda al país marcó un hito por tratarse de una de las pocas veces en que se podía apreciar en vivo un espectáculo de esa magnitud. Los medios locales se ocuparon de seguir el paso a paso de cada uno de los miembros de la banda en su estadía en el país.

Incluso, entre los musiqueros se estableció como una suerte de rivalidad entre los seguidores de Queen, en donde se enrolaban los más refinados, y los de Kiss, más cercanos al rock duro.

Uno de los hitos más importantes en la carrera del grupo se produjo en 1985, cuando participó del multitudinario festival Live Aid, en Londres, en la que fue considerada por la crítica como una de las mejores actuaciones de una banda en vivo en la historia del rock, sobre todo gracias al espectacular despliegue de Mercury, quien hechizó al público con su magnetismo y sus dotes artísticas.

Esa histórica actuación fue reproducida fielmente en la película «Bohemian Rhapsody» (2018), que narra la vida de Mercury desde su llegada a Londres hasta ese concierto benéfico.

Sin embargo, faltaba poco para que la salud de Mercury comenzara a deteriorarse a raíz del sida, contagiado en noches de excesos de drogas y sexo, que el cantante se encargó de mantener a la sombra del conocimiento público.

En medio de rumores crecientes, en parte por la muerte de varios de sus amigos cercanos a causa de esta enfermedad, y también por algunas fotos de paparazzis en donde se lo veía extremadamente delgado, Mercury siguió adelante con su labor artística, aunque se mostraba cada vez menos en público.

Finalmente, el 23 de noviembre confirmó a través de su agente publicitaria, Roxy Meade, que era portador del virus del HIV y llamaba al mundo a luchar contra esa enfermedad.

Un día después, casi ciego, postrado en una cama y prácticamente sin poder hablar, Mercury murió en su casa de Kensington, la misma a la que aún se acercan fans de todo el mundo para dejar mensajes escritos en la fachada.

Paradojas del destino, ese mismo día también murió de cáncer Eric Carr, segundo baterista de Kiss, la banda rival de Queen en el imaginario local.

Basta la imagen del batallón de músicos que en 1992 unió sus voces para cantar «We Are The Champions» al final del concierto en su homenaje en Wembley, mientras las pantallas mostraban imágenes de un Freddie con capa y corona de reina en su recordada actuación en el Live Aid, para dar cuenta de la inmensidad de su figura.

Rompiendo estructuras

Dueño de una potente voz y con un arrollador despliegue de energía sobre el escenario, Mercury puso en funcionamiento una teatralidad que, por un lado evitó enrolarse dentro de la movida glam imperante en la primera parte de los 70, pero a la vez se apoyó en esa concepto de ambigüedad para postular un nuevo modelo de frontman.

En tal sentido, el artista acercó a las masas el canto lírico, lo que le valió la aceptación musical de sectores de escasa cultura rockera y operística, a riesgo de ser acusado por la crítica especializada de un excesivo manierismo y de un forzado barroquismo.

Pero también lanzó algunos guiños a la comunidad gay, como el hecho de nombrar a la banda con el apelativo con que se llamaban los individuos en ese ámbito, el uso de ropa de cuero y tachas tan comunes en los clandestinos bares en donde se reunía este colectivo o el grueso bigote tan icónico en este submundo.

Acaso la decisión de mantener ocultas sus preferencias sexuales y el distanciamiento de los cánones tradicionales del canto lírico jugaron en contra de Mercury, quien paradójicamente mostró un nuevo mundo para neófitos pero recibió duros cuestionamientos de sectores empapados en estas cuestiones.

La cantante lírica Analía Cobas, conocedora de la rigidez con que se encaran los estilos musicales en el ámbito académico, no dudó en definir a Mercury como «un provocador» por correr esos límites.

«Yo estudié en el conservatorio Manuel de Falla y cuando entrás ahí, todo lo que no tiene que ver con la ópera es mala palabra. Hay una cosa de cuidado de un prestigio, como que no se puede tocar con otros géneros. Freddie rompió con esos bordes», explicó la intérprete en declaraciones a la agencia Télam.

Y añadió: «Lo lindo es que tomó la ópera y la metió en un espacio que permitió que llegara a gente que no tenía ni idea de qué era eso, que siempre pensó que era música para un elite a la que no podía acceder».

Aunque no era dueño de una técnica ortodoxa ni contaba con una formación académica, Cobas remarcó que poseía «un talento natural» para abordar tonadas líricas, y que esa libertad precisamente fue lo que le permitió fusionar estilos.

«En la ópera no hay espacio para el juego. Hay una orquesta que necesita la nota donde tiene que estar, otras compañeros que también tienen que acomodarse. Yo creo que él podría haber sido un cantante de conservatorio y hacer una carrera lírica, pero su necesidad iba por otro lado. Mercury cantaba con el alma, lo que se pudo haber criticado en un primer momento, pero vino a hacer este aporte. Eso es muy desafiante», subrayó.

Algo similar ocurrió con sus simbolismos gay, debido a que si bien llegó a escena muchos elementos de esa cultura, por diversos motivos solo al momento de su muerte logró una identificación de los sectores más activistas.

«Creo que Freddie Mercury, con ‘The Show Must Go On’ y su imagen expresando que se le terminaba la vida, nos pegó a quienes todos los días despedíamos a algún amigo a causa del Sida», apuntó el periodista, escritor y activista Alejandro Modarelli, quien destacó «que se debió esperar a su muerte para que se convierta en un espejo identitario».

Modarelli ensayó algunas explicaciones por las cuales Mercury no terminó de establecerse como un ícono gay, entre las que resaltó el hecho de haber mantenido ocultas sus preferencias sexuales.

«En todo caso, no fue un ícono gay a la manera de David Bowie. El registro operístico de su voz, el desenfreno escenográfico y el cuerpo sacrificial deberían indicar lo contrario, pero la androginia militante de Bowie y los pasos paródicos de Village People pesaron más que un rockstar del universo masculinista que es el rock», expuso el activista y escritor, quien hizo hincapié en que el intérprete «trascendió las particularidades de nuestro colectivo, en el que no se referenció nunca».

Aunque el mismo nombre de la banda y en sus «apariciones esplendentes» podría haber interpelado al colectivo gay, Modarelli explicó que la imagen del músico «era un estereotipo homo de entonces», lo que consideró que no alcanzó para visibilizar las sexualidades alternativas.

«Claro que el fasto barroco de Queen y la fisonomía de Freddie entre el glam, la masculinidad enjoyada y el atletismo contribuyeron a la puesta en escena de las marchas del orgullo, junto con las imitaciones de las divas. Visto hoy, pienso que al haberse devorado a toda clase de público, incluido el rockero que debate sobre su preeminencia sobre otros ídolos, difícilmente pudo convertirse en un tesoro propio de nuestra comunidad. El cambio llega con su final, pero acaso no fue suficiente tiempo», amplió.

Justamente, esta universalidad en el arte de Mercury, que llamó la atención de personajes ajenos al rock, y la manera en que su música perduró en el tiempo, es uno de los motivos del éxito en nuestro país de espectáculos realizados por bandas tributo.

Entre ellas destacan Queendom y Experiencia Queen, que presentan respectivamente a Diego Dil y a Mariano Zito en el rol del icónico frontman.

A la hora de destacar los principales valores que encuentra en Queen, Dil se refirió «a la creatividad, el despliegue artístico de la banda y los cambios de estilo»; mientras que de Mercury rescató «su voz, su presencia en el escenario y su carisma».

«Es un desafío hermoso ponerse en la piel de Mercury. Y a Queen siempre lo comparo con Los Beatles porque han pasado por todos los estilos y han aportado muchas ideas. Aparte de su parafernalia en la puesta en escena, el carisma de Freddie y la solidez de la banda han puesto la vara muy alta en el rock», opinó el vocalista de Queendom.

«A mí me atrajo siempre el fuego, la energía, la pasión, el poder en la voz. Eso es lo que más me llamó la atención y me gusta, la energía y el poder que tiene», dijo, por su parte, el cantante de Experiencia Queen.

Y añadió: «Es uno de los mejores frontman de la historia, tan mágico, tan místico. Tuve que estudiar cómo era Freddie en vivo porque usaba más su voz de pecho, su distorsión, era más agresivo».

Al igual que como marcó Cobas, Zito también destacó que Mercury «no tenía formación vocal» por lo que «todo lo que todo lo hacía desde una capacidad natural, guiada por el oído y la música que siempre escuchó».

«Su aporte es tan amplio que es difícil comprenderlo. Solo podemos vivenciarlo en el rotundo hecho que sigue tan vivo como siempre. Que era un compositor espectacular, un tremendo pianista, su capacidad vocal, su magnetismo y su cosa lúdica en el escenario es lo que lo hacía el mejor frontman de la historia del rock», concluyó Zito.


Por Hernani Natale (Télam)