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40 años sin John Lennon, el soñador confeso que se convirtió en mito

07/12/2020 - Retro
40 años sin John Lennon, el soñador confeso que se convirtió en mito

En una época, el grito angustiado de John Lennon atravesó el aire de la complacencia y la mediocridad llegando a una esencia emocional que pocos, si acaso alguno, se atrevían a mencionar. Como antes lo había hecho Bob Dylan y después The Clash, se erguía solo, proyectando una sombra gigantesca sobre los mortales menores.

Desde «Help!», donde expuso por primera vez su miedo a la soledad, resultó evidente que nos encontrábamos ante un hombre que no sólo estaba preparado para descubrir su alma en la continuación de su arte, sino que también era capaz de expresar esos sentimientos simples a través de algunas de las canciones de rock más sensibles y elocuentes desde que Elvis Presley brillaba.

Habiendo sobrevivido a la separación de su viejo compañero de composición, Paul McCartney, y el consiguiente desmembramiento de Los Beatles en abril de 1970, Lennon se embarcó en una gran carrera como solista que se caracterizó, sobre todo, por su irregularidad. A pesar de haber sido impredecible antes, Lennon pronto demostraría que podía ser, dentro de los límites de un simple álbum, brillante y trillado al mismo tiempo. Sin embargo, nunca dejó de sorprender, y con frecuencia produjo obras tan estimulantes y satisfactorias como sus anteriores trabajos con Los Beatles.

En 1975 todo esto hizo un alto sin tiempo. Su álbum «Rock ‘N’ Roll» se convirtió en su epitafio cuando se recluyó en el pastoralismo y el Dakota, el complejo edilicio de Nueva York donde murió, diciendo que ya había hecho su contribución a la sociedad, y decepcionando a muchos con su retiro. Pero, como Los Beatles, abandonó con la reputación intacta. Parecería que las leyendas del «show biz» pocas veces mantienen sus promesas de bajar el telón final, y como el otro héroe que envejecía, Muhamad Alí, Lennon trató de volver.

Falta de contacto

Junto con Yoko Ono firmó contrato con Geffen Records, para quien grabó un álbum, «Double Fantasy», del que se extrajo el single «(Just Like) Starting Over». Al comentar su álbum anterior, «Walls and Bridges», Lennon dijo que era «el trabajo de un artesano semi-enfermo». Esto parece más apropiado para este ejercicio pasmosamente corriente de desordenada composición de baladas de pub. Sólo aquella voz terrible parece estar intacta. Trágicamente, su sensibilidad crítica demostró una alarmante falta de contacto con la música moderna.

Sin embargo, a los genios se les permite un grado considerable de inconsistencia. Después de todo, no fue la primera vez que Lennon impactó a su audiencia con los extremos de su actitud. En mayo de 1968, grabó con Yoko «Unfinished Music No. 1. Two Virgins»; tenía exquisitos pasajes de sopladas de nariz, chillidos varios de Yoko y amigos. Apenas un año después, Lennon se permitió más fantasías en una de sus varias películas hogareñas inspiradas en Andy Warhol, «Self Portrait».

Si Lennon transitaba un camino de deleites mundanos y caprichos sin sentido por el amor a su vida, y si todavía lo hacía, queda abierto a las conjeturas. De todas maneras, el álbum marcó el debut en disco de la obsesión pública de cada integrante de la pareja con el otro. Un año después de su primer boletín nupcial, salió «Unfinished Music No. 2: Life With The Lions».

Fue el segundo indicio de lo que vendría. Su relación se convirtió en el centro exclusivo del universo y estaba destinada por ellos a tener la mayor validez artística. Lennon hasta advirtió en ese momento: «Estos discos continuarán por el resto de nuestras vidas. Serán una biografía constante de nuestra vida en común».

Plastic Ono Band

El casamiento de la pareja en Gibraltar, en marzo de 1969, se celebró inevitablemente con la salida del tercer álbum de «Unfinished Music», presentado en una caja y llamado, correctamente, «The Wedding Album». Incluía un pedazo de torta de casamiento de plástico, un facsímil del certificado de bodas más canturreos y John pidiendo un brindis al servicio del hotel.

Ahora era obvio: iban a preservar cada matiz de su romance doméstico. En varias maneras, era el principio del fin. Fue entonces que la pareja más conocida del mundo empezó las permanencias en cama dedicadas a la paz y dudosos mensajes internacionales. Instalados en el Hotel Queen Elizabeth de Montreal, John escribió su primer single como solista: «Give Peace a Chance». Con la ayuda de un grabador de ocho canales (no mucha gente tiene uno de sos en la pieza del hotel) y varios visitantes, incluyendo a Timothy Leary, Tommy Smothers y Dick Gregory, grabó el tema, y nació la Plastic Ono Band.

A pesar de ser descripta más como un «concepto» que como un grupo, cobró su identidad física en el otoño de 1970, y le dio a Lennon la confianza para actuar en vivo por primera vez en años. Con Klauss Voorman en el bajo, el baterista Alan White y Eric Clapton en la guitarra, la Plastic Ono Band tocó temas no ensayados en el festival de Toronto, ante una multitud extasiada. Después de haberse descompuesto por los nervios antes de salir a escena, Lennon interpretó algunos clásicos del rock y tocó por primera vez uno de los temas más fuertes que haya escrito, «Cold Turkey». El evento se condensó en el álbum «Live Peace in Toronto», que también incluía una versión de «Yer Blues», del doble álbum blanco de Los Beatles.

Al volver a Londres, Lennon preparó una versión de estudio de «Cold Turkey», con Ringo Starr en la batería, que anticipó el movimiento punk con su estructura simple y letra no comprometida. «Cold Turkey» fue, al menos, el primer tema de menosprecio al rock clásico y una de las canciones más importantes de Lennon.

El poder inmediato

El tercer single de la Plastic Ono Band fue otro claro ejemplo de producción apurada. Con George Harrison, Alan White y Klauss Voorman, Lennon y Phil Spector crearon un rock grandiosamente simple y, a la vez, enérgico que contenía una de las mejores partes para batería nunca escuchadas. Junto con «Power to the People» y en 1972 «Happy Christmas (War is Over)», «Instant-Karma» representó lo que Lennon describió como el intento de darle al rock la inmediatez de los titulares de los diarios: debía reflejar lo que pasaba en el mundo con un vivo impacto.

La simpleza y el poder emocional inmediato de «Instant-Karma» continuaron en el primer álbum «oficial» como solista: «John Lennon/Plastic Ono Band», aparecido en diciembre de 1970. Lennon había pasado la mayor parte del tiempo con su guía más reciente, el terapeuta radical estadounidense Arthur Janov. La música que siguió fue el resultado de una exhaustiva terapia fundamental, como el doctor Janov llamó a su redescubrimiento de las experiencias y ansiedades infantiles reprimidas.

Coproducido con Phil Spector, es un viaje iconoclasta a través de los miedos más internos de Lennon, de su aceptación de las neurosis pasadas y presentes. Varios de los temas se grabaron juntos, y en general incluyen la instrumentación más simple. Paradójicamente, es el trabajo más importante que Lennon hizo, y como todo el rock original, es atemporal.

Campanas de funeral abren el álbum, enfatizando los elementos de exorcismo y renacimiento que sus canciones exploraron, y termina con un «Mother» lleno de remordimientos y cataclismo: «Madre, vos me tuviste, pero yo nunca te tuve. Te quería, pero vos no a mí. Así que sólo tengo que decirte adiós, adiós». En «God» le da la espalda con energía a todos los mitos en los que antes había creído. «No creo en Los Bealtes, sólo en mí», declaró, y agregó «en Yoko y en mí».

Es un álbum de notoria honestidad, con Lennon exponiendo todas sus vulnerabilidades y obsesiones. Lo llamo su «Sargento Lennon» y, obviamente, alguien a quien le gusta mucho su música, el doctor Janov, dijo: «John hizo la declaración universal. Creo que transformará al mundo».

El funeral glorioso

Fue la terminación de un ciclo y la culminación de una historia devastadora que por su expresión definitoria de lo absoluto, dejaría a Lennon con la tarea casi imposible de seguir, como bien dijo: «el sueño se acabó». En este álbum enterró los años 60 y todo lo que representaban con un manto de oro. Se tenía la fea impresión de que después de un funeral tan digno y glorioso, lo único que podía seguir sería necrofilia artística. Lo que paso luego esclareció más hechos personales, pero para entonces las cosas se tornaban decididamente sórdidas y negativas.

Pensando que McCartney lo había insultado en su segundo álbum como solista, «Ram», Lennon grabó su venganza en 1971 en el disco «Imagine», con «How Do You Sleep?», un asalto apenas velado sobre la credibilidad artística de McCartney. «Una cara bonita puede durar un año o dos, pero pronto verán lo que puedes hacer. El sonido que hacés es muzak para mis oídos, debés haber aprendido algo en todos esos años».

Para remarcar el punto, Lennon incluyó en el álbum una postal que lo mostraba sosteniendo un cerdo, imitando una foto de McCartney con un carnero. Sutil. Sin embargo, estaba lleno de la vieja malignidad de Lennon, a diferencia de los otros que eran con frecuencia suaves y benignos. Salvo unas pocas y notables excepciones, las cosas empeorarían con la entrega siguiente, el didáctico «Some Time in New York City», que salió como álbum doble en 1972.

Junto con la Plastic Ono Band, reunió a Elephant’s Memory, un grupo de rockeros tradicionales que le dio un poco de impulso, pero que no fue capaz de rescatar la música de los slógans chic y radicales que Lennon trató de aprovechar. Por primera vez en su carrera, repetía los mensajes cansados de otros, en lugar de inventar los suyos. La separación entre hermanos blancos y negros que peleaban con los cerdos, como tema central de su álbum era dolorosamente ingenuo e impresionó a pocos de los absurdos políticos con quien Lennon se identificaba en ese momento. Es posible que su corazón haya estado en el lugar correcto, pero su cerebro parecía haberlo abandonado. «New York City» y «Woman Is the Nigger of the World» permanecen como temas que están por sobre el nivel medio de una obra conceptual mal concebida y mejor olvidada.

Las cosas no mejorarían con el álbum «Mind Games» (1973). Fue un progreso, pero todavía muy débil para un hombre de su talla. Aún los seguidores más acérrimos empezaron a preguntarse si su inspiración se había agotado. Lo que pasó después de su lanzamiento fue mucho más importante que el álbum. John «Ono» Lennon, como se hacía llamar en ese momento, dejó a Yoko y se unió con su secretaria May Pang. Afortunadamente, parecía volcar en la música la inventiva que tanta falta le hacía. En California, atravesó un periodo de seis meses de caos personal. Quizás, el episodio más conocido fue con Harry Nilsson, cuando el dúo provocó a los Smothers Brothers durante una actuación de éstos en el club Troubadour, y fueron echados del lugar.

La reclusión final

Se suponía que la decadencia era cosa del pasado para Lennon, pero sin tener en cuenta las razones que había detrás del álbum que apareció después de su período decadente, este es lo mejor que hizo desde el primero. En una semana escribió diez nuevas canciones y los resultados aparecieron en «Walls and Bridges», un trabajo imperfecto pero excelente. Había redescubierto su sentido del humor y su don ara oponer melodías raras a letras fluidas e imaginativas.

«#9 Dream» es notable, surrealista, típica de los tonos lánguidos del álbum y el lujo de la producción. «Es un río de sonido, a través del espejo, doy vueltas, pensé que podía sentir música tocando el alma, algo cálido, de pronto frío, la danza del espíritu empezaba». Contenía uno de sus mejores ataques al discreto encanto de la burguesía, «Steel and Glass». Lamentablemente, «Walls and Bridges» fue el último álbum de canciones originales.

En febrero de 1975 salió su majestuoso long play «Rock ‘N’ roll», y le siguió ese mismo año la recopilación «Shaved Fish». Después, el silencio. Siguieron cinco años en virtual reclusión. Pasaba el tiempo con la familia (se había vuelto a unir a Yoko), en una de sus granjas o en alguno de sus refugios de verano o simplemente en el edificio Dakota. Lennon había hecho una contribución importante al rock, pero la gente aún quería más. Ya sea para satisfacer su pedido o para probarse que aún lo podía hacer a los 40 anos. Irónicamente, una vez dijo lo siguiente sobre George Harrison, antes de su exilio voluntario: «Perdió contacto. Es fácil perderlo. Si te rodea gente que no hace rock, te olvidás de lo que es».

Lo que pasó musicalmente durante esos cinco años de ostracismo parece haber sobrepasado a Lennon. Su último álbum es inferior al resto de su obra como solista. Fue doloroso ver a otro de los últimos héroes golpeados por su sparring. Como él mismo dijo: «Si no soportás el sol, es mejor que vuelvas a la sombra». Per esta vez nadie verá la imagen de otro cansado campeón, sin aire y arrodillado, porque alguien se encargó de terminar abruptamente la historia.

La noche trágica

Sobretodo estilo detective, gorra rusa con piel falsa, bufanda de seda. Así se presentó Mark David Chapman la mañana del 8 de diciembre ante su ídolo John, extendiendo una copia del flamante álbum «Double Fantasy» y una birome. Satisfecho con el autógrafo, no sólo el frío empujaba su mano hasta el bolsillo, también la necesidad de ratificar que su revólver seguía ahí.

Alrededor de las 22.30, la pareja Lennon-Ono subió a una limusina gris en dirección al Dakota. El portero del edificio, José Sanjenís Perdomo, fue el primero en reconocer a Chapman como responsable de los cinco disparos que sorprendieron desde las sombras al exBeatle, hasta desangrarlo.

Las hipótesis conspiranoicas –que atraviesan el libro «Who Killed John Lennon?», de Fenton Bresler– sostienen que Lennon representaba un peligro ideológico para el ascenso de Ronald Reagan, por eso lo asesinaron. Y por eso, siempre se sospechará que detrás de ese cubano anticastrista que asistió a Yoko y a la Policía, y también de Chapman, podría estar la CIA.

Cuando llegó la ambulancia, el homicida estaba sentado en el lugar del crimen leyendo «El guardián en el centeno» (1951) de J. D. Salinger. «El chico mató a John Lennon. El lo mató. Para ser importante. Para ser alguien», alegará, En 1981, Chapman es condenado a cadena perpetua, y en 2020 aún espera la condicional.

Lennon inmortalizó un tipo de rockero íntegro que desafía su propio cinismo. Nadie como él intentó mostrarse más transparente pública y privadamente. De hecho, hasta lo vimos completamente desnudo.

Chapman se identificaba con el cazador oculto de Salinger, obsesionado por resguardar a los niños de todo mal y de los adultos. Sentía que Lennon lo había traicionado, que dejó morir su inocencia. «Es un mentiroso, que expone virtudes e ideales que él no practica», diría Chapman.

El recuerdo

En declaraciones a la agencia Télam, artistas de distintas edades y estilos musicales compartieron las sensaciones que los atravesaron aquel diciembre de 1980.

Fito Páez: «Aún debo inglés y contabilidad. Debía rendir esas dos materias el 8 de diciembre de 1980. Acababan de matar a John Lennon. Fui hasta la puerta de la escuela y allí me quedé fumando unos Pall Mall cortos, sin temor a que me descubriera algún celador. Fue una mañana triste. A mis 17 ya me conocía su obra casi de memoria. Lennon posee una muy poca usual particularidad en muy pocos artistas. Su obra es muy sencilla de plasmar en un piano o una guitarra; lo que es inigualable es lo que hizo con los pocos recursos que se mueven en su obra. Era canalla y sofisticado. Siempre quise parecerme a mis hermanos mayores. John era uno de ellos, aunque podría haber sido mi padre. Él había sido uno de los que había inventado la juventud, como decía Charly sobre Los Beatles. Entonces, era mi hermano recién asesinado en New York. ¿Quién iba a querer matar a tu hermano? ¿El FBI? ¿Un fan? ¿El macartismo? ¿Las fuerzas diabólicas que quedaron en el edificio Dakota impregnadas después de la filmación de ‘El bebé de Rosemary’, de Roman Polanski? ¿El servicio secreto británico? ¿Algún agente comedido en busca de un aumento de bonos para su jubilación de la guerra fría? ¿Algún dealer resentido? ¿Alguna muchacha celosa de Yoko? En fin. Todo eso, hasta el día de hoy, lo seguimos discutiendo. En aquellas horas solo sentí dolor e incapacidad para poder afrontar cualquier sistema de preguntas de cualquier índole, así que inglés y contabilidad, afuera».

Jimmy Rip: «Había conocido a John apenas un mes antes. Estaba mezclando el disco ‘Milk and Honey’ en el estudio Record Plant y yo estaba grabando en el estudio de al lado. Nos conocimos alrededor de las cuatro de la mañana en la máquina de café e inmediatamente estábamos riendo juntos. Terminó pasando varias horas en el estudio en donde estaba grabando yo; creo que necesitaba un descanso de su disco. Un gran tipo, divertido, muy cool, amable y nos alentaba todo el tiempo. Unas semanas más tarde, estaba tocando en un espectáculo a sólo dos cuadras del Dakota y, cuando nos íbamos, vimos muchos policías en la calle y alguien nos dijo lo que había sucedido. Como todo el mundo, estábamos devastados. Para Nueva York fue algo particularmente muy duro porque la ciudad realmente lo había adoptado como a uno de los nuestros».

Litto Nebbia: «Tengo un noble recuerdo de John Lennon, que lógicamente está entroncado con sus canciones, su personalidad y el sonido inconfundible de su canto. Su trágica muerte me tomó de sorpresa, como a casi todo el mundo. Para colmo la semana anterior, yo andaba por Nueva York grabando y luego paseando fuimos con un amigo hasta la puerta del legendario edificio Dakota en el Central Park. Regresé para México, donde estaba exiliado en ese tiempo, y a los pocos días me llama mi amigo dándome la tremenda noticia que comenzaba a circular por todos lados: ‘Asesinaron a John Lennon’. Realmente quedé impactado al enterarme, y casi naturalmente me senté al piano y escribí la canción ‘Para John’. En esta canción pude expresar mi dolor por semejante pérdida».

Pil: «Me enteré de la muerte de Lennon a través de un noticiero de TV. No podía creerlo, al igual que me pasó con la reciente muerte de Maradona, porque uno cree que son inmortales. En ese momento, yo estaba muy metido en el punk pero, a pesar de esa coraza, lloré por dentro. Creo que Lennon, Chaplin y Maradona son las tres personalidades del espectáculo más importantes del siglo XX, sea cine, deporte o música».

Alejandro Lerner: «Lennon es identidad. Para muchos seres humanos del planeta, Los Beatles fueron mucho más que una banda de música. Fueron y son parte de nuestra identidad. En esa identidad tenías la parte talentosa, afable, simpática y proactiva de McCartney. Estaba la parte contrastante de Lennon con su visión más ácida, más irónica, pero también más desprejuiciada y descontracturada, y la combinación de esos dos cerebros dieron como resultado eso, sumado al color que le sumaron George y Ringo. Pero Lennon tenía algo distinto, era un ‘working class hero’, tenía conciencia social, tenía conciencia revolucionaria. Era un tipo que quería hacer algo distinto. No quería ser un producto empacado y eso a mí también me dio una imagen de identidad y creo que me ha servido a lo largo de mi carrera para no permitir que los demás no hagan de mí algo que no quiero ser. Eso es ser honesto. Esa es la palabra que creo que identifica a Lennon; era la honestidad. Por otro lado, la magia de las melodías de Lennon, con acordes que parecen tan simples y, por otro lado, son sutiles y sofisticados, como en ‘Julia’ o ‘I Am the Walrus’. Cuando Lennon toca el piano con esa inocencia, algo te toca el corazón, y eso muy pocas personas lo pueden lograr. Así que gracias John por todo lo que nos has dado».

Juanchi Baleirón: «En el año 80, mi familia estaba volviendo a Buenos Aires desde Comodoro Rivadavia, en donde vivíamos desde hacía dos años porque mi papá había sido destinado allá por su laburo. Tenía 15 años y era una época linda, dulce, por reencontrarme con mis compañeros de secundaria y, al toque, el martillazo en la cabeza que significó la muerte de Lennon. Yo siempre fui muy beatlero, así que fue súper doloroso, esas muertes de alguien que uno no conoce pero quiere. Además fue un año tremendo porque había sacado su disco y al toque lo matan. Fue un sopapo inesperado. Una locura pensar en un asesinato, con toda esa información que llegaba en cuentagotas. Un día tristísimo y creo que me pongo más triste con el paso del tiempo, cada vez que aparece algún recuerdo. Seguramente en estos días caerá alguna lágrima».

Ricardo Soulé: «Me enteré de la muerte de Lennon la misma mañana. Estábamos en Ranelagh. Grace, mi esposa, había salido a hacer unas compras y cuando volvió me dijo que Lennon había muerto. No lo podía creer. Era algo inconcebible para mí. Primero, que hubiera muerto, y segundo, que lo hubieran asesinado. Esa me parecía una cosa imposible que sucediera. Luego, a través de los años, comprendí que en realidad no era tan raro que un hombre como Lennon hubiera muerto asesinado por la incomprensión, por todo este desasosiego que vive desde hace tiempo la sociedad y que tiene preferencia por víctimas como Lennon, Martin Luther King o Gandhi«.

Rodolfo García: «El día que mataron a Lennon nosotros estábamos en plena gira de Almendra, cuando hicimos la reunión del año 79/80. Ese día teníamos que viajar a una provincia -no recuerdo cual- y había que estar muy temprano en el aeroparque, así que me levanté, me duché, agarré mi bolso y fui para el aeroparque. Estábamos ahí esperando juntarnos todos los que teníamos que viajar y faltaba El Flaco (Luis Alberto Spinetta). Ninguno sabía nada. De repente llegó un auto con Alberto Ohanián, que era nuestro representante y organizador de la gira, y El Flaco. La cara del Flaco, absolutamente desencajada. Lo primero que pensamos es que le había pasado algo personal, serio. Fue lo que le preguntamos: ‘¿Qué te anda pasando?’ Y nos dijo: ‘¿Qué? ¿No saben nada? Mataron a Lennon’. Decir que fue un balde de agua fría es poca cosa. Fue como si nos hubieran anunciado la muerte de nuestros padres. No menos que eso. Quedamos partidos al medio todos. Fue un día negrísimo para todos nosotros. No me voy a olvidar nunca».

Hugo Fattoruso: «Estábamos tocando en Atlanta, en el UpTown Café, Gary ‘El Búho’ Gazaway, Osvaldo y yo. El Búho en el escenario manejaba un televisor de 12 pulgadas blanco y negro. Tocábamos con ese trío llamado The Employes música de avanzada, digamos. Como parte del show, El Búho cambiaba el horizontal de la tele para que la imagen subiese o bajase, tocaba la perilla de contraste, la del vertical, en fin. Las imágenes eran, como imaginarán, tipo caóticas, con el volumen en 0. Al tocar, mirábamos el televisor en esas partes del tema en que Gary lo manipulaba. En esos saltos de la imagen de abajo hacia arriba pudimos ver escrito John Lennon y una ambulancia, camillas, policías. Paramos de tocar y Gary centró el televisor. Ahí presenciamos todo eso».

Antonio Birabent: «Cuando murió Lennon, yo vivía en España. Iba a un colegio primario que se llamaba José Ortega y Gasset, en el barrio de Tetuán, y nos enteramos en el recreo. No tenía mucha idea de quien era Lennon realmente, pero me acuerdo que se armó ahí un batifondo y había una conmoción, más que nada entre los alumnos y los alumnos más grandes. Me acuerdo de la muerte de Lennon más por lo colegial que por su muerte. A él lo recuerdo por las canciones».

Raúl Porchetto: «Recuerdo que era un día muy lindo. Me levanté y fui al balcón. Puse la radio, que Badía tenía un programa, y al escuchar la noticia quedé paralizado porque, Los Beatles en general, pero particularmente con la postura que tenía Lennon como artista, me sentía identificado. Con su trabajo por la paz, su postura anti-sistema, anti-industria. Para mí era un símbolo de paz, como dice Charly. Me quedé duro. Lo único que atiné fue a volver a bajar la persiana y quedarme a oscuras frente a uno de esos viejos combinados escuchando la radio. No podía salir del shock. Me parecía increíble porque uno cree que esas personas no mueren, te van a acompañar toda la vida. Aparte, eso que los pacifistas parecieran que tienen que terminar siempre de la misma forma. Es muy llamativo».

Teresa Parodi: «Aquel día de diciembre ya estaba viviendo aquí y escuché la noticia por la radio. Escuché algo que no podía asociar porque estaba haciendo otra cosa: John Lennon asesinado. No las podía asociar. No las comprendía. Dejé lo que estaba haciendo y fui a pegarme literalmente a la radio. Seguían hablando y no entendía. Empecé a girar el dial y en todos lados la noticia era la misma. Pegaba fuerte y directo en el corazón. ¿Cómo alguien podía asesinar a John Lennon? Era la única pregunta que cabía en mi pensamiento. Inolvidable aquel día de diciembre en Buenos Aires. En aquella época siniestra por otra parte en nuestro país. Lennon hizo música de libertad, de hermandad, y fue asesinado. Así se escribió la historia. Todavía resulta terriblemente doloroso pensar ese final. Un odio, un arrebato individual para un hombre que era una multitudes de hombres soñando con un mundo mejor».

Daniel Maza: «Cuando murió Lennon yo estaba en Montevideo. Tenía 20 años. Para los que sabíamos quién era fue algo terrible. En esa época no viajaban las noticias como ahora, así que nos enteramos al otro día. Fue un estupor, algo que no se podía creer. Me dio una tristeza enorme. Vi llorar a amigos por esa muerte, los vi pasarla muy mal por eso. Fue un duelo que hicimos todos. En el barrio estuvimos todo el día escuchando cosas de Lennon, de Los Beatles. Fue como si hubiese sido un pariente nuestro. Por suerte, podemos seguir escuchando su música hoy en día».

Rodolfo Mederos: «En esa época estaba trabajando en Generación Cero y estábamos grabando un disco. Creo que cuando se muere un músico sincero es una pena. Un músico sincero es alguien que no miente con su música, que no hace su música por la gloria o por el dinero. Así fue John Lennon, como así también lo han sido Johann Sebastian Bach, Bill Evans, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese y muchos otros. Para todos ellos, mi respeto y admiración. Y es una pena porque la música, sin dudas, es necesaria para el desarrollo del ser humano, de su sensibilidad, de su inteligencia. Lo hace mejor. John Lennon fue así. Y otro detalle: fue coherente también con su cultura y su gente. Así fue que su música se hizo universal. Es un ejemplo que debemos seguir todos los músicos. ¡Muchas gracias John Lennon por toda tu música!».

Jorge Navarro: «No recuerdo donde estaba pero sé que me causó una impresión terrible. Fue como un mazazo que me pegaron. Si bien yo no era un fanático de los Beatles, sí me gustaban mucho y tenía mucho respeto musical por John Lennon. Cuando me enteré de ese crimen, me sentí muy mal. Estuve varios días muy bajoneado».

Notas relacionadas:


Texto: Revista Pelo 193/Diciembre de 1980 (con información adicional de revista Viva, 12 de julio de 2020, y agencia Télam)

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