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Hace 45 años fallecía Tanguito, pionero del rock nacional

19/05/2017 - Retro
Hace 45 años fallecía Tanguito, pionero del rock nacional

Nacido el 16 de septiembre de 1945, José Alberto Iglesias venia de Caseros. Desde chico estaba probando ser cantante de rock and roll, apasionado por Elvis Presley y sus versiones castellanas: Enrique Guzmán, los Teen Tops, los Pick Ups. Eran los tiempos de los concursos de rock and roll en los clubes de barrio, y Tanguito llegó a subir a los escenarios para hacer ”Perro Feroz” o “El rock de la cárcel”. Entró de cantante en un conjunto de efímera gloria: Los Duques. Music Hall les vio posibilidades y los hizo grabar un par de simples: “Maquillada”, ”Carnaval, Carnaval”, “Mi Pancha”.

Cayó por La Cueva de Pueyrredón a fines del 65 y se encontró con un ambiente diferente al de los bailes del club y de kermesse que conocía. Allí estaban los Seasons imitando a los Beatles, pero también estaban expertos músicos de jazz, como Ricardo Lew, Bernardo Baraj, Jorge Navarro, el “Gordo” Cáceres, Nestor Astarita… Entre el público había unos personajes extraños que hablaban en un idioma nuevo: Javier Martinez, Moris, Horacio Martinez, Pajarito Zaguri, y poco después Litto Nebbia y Miguel Abuelo.

Se quedó para siempre. Ya no quería volver a “Caseros City”, pretendía divagar hasta cualquier hora, naufragar inventando el mundo con la guitarra en la mano. En los baches que se producían entre alguna zapada de jazz y las primeras actuaciones de los Beatniks, Tanguito se trepaba al pequeño escenario y largaba su repertorio, que ya incluia algunas canciones propias.

Porque Tango empezó a componer enseguida, aunque sus canciones nunca parecian realmente terminadas. Improvisaba mucho, tocaba la guitarra todo el tiempo. Iba soltando melodías que después se olvidaban o se transformaban. Empezaba una letra con algunas frases y las repetía interminablemente. Lo más “armado” de su repertorio eran los temas de Moris, como “Errol Flynn” (la historia del actor que “Murió haciendo el amor con una menor”) o ”Yo no pretendo”. Y las canciones de Bob Dylan y de Donovan que Pipo Lernoud y Moris traducían para que Tango cante. En diciembre del 66, Miguel Grinberg organizó unos recitales en el teatro de La Fábula, con los Seasons, Moris, Morgan X (el propio Grinberg), Susana (que cantaba al estilo Joan Baez) y “Tanguito el protestón”.

Ya en esos días la pandilla musical de La Cueva pasaba sus noches sin dormir, “naufragando”, caminando por las avenidas Pueyrredón, Córdoba, Rivadavia, vagabundeando por los bares de la ciudad, cantando y componiendo. A veces se desembocaba en alguna plaza, o se recorría Corrientes hasta La Paz o La Academia, con gran peligro de ir preso “por averiguación de antecedentes” a causa del pelo largo y la ropa extraña.

Pero el lugar preferido era “La Perla del Once”, porque era el único refugio en el que uno podía estar la noche entera a cambio de un café. Bar de estudiantes, La Perla era un inmenso local donde hasta se podía tocar la guitarra sin molestar, y el que quería gritar un furioso rock and roll podía encerrarse en el baño, que además tenia mucha resonancia.

En ese baño estaba Tanguito, sentado, rascando desganadamente la guitarra y repitiendo “Estoy muy solo y triste en este mundo…”. Litto, ocupado haciendo lo suyo, lo escuchó y le gustó la cosa. “Che, Tango, ¿me dejás que la siga?”, preguntó, y se fue derecho a una mesa con la guitarra, para terminar lo que un año después seria el primer gran éxito del naciente rock nacional: ”La Balsa”.

Así se componían esos primeros temas de Los Gatos, Manal, Moris, Miguel Abuelo, Pajarito Zaguri. Cuando los demás volvían a su casa o ensayaban con sus grupos, Tango quedaba solo con algún “valerio”, algún admirador que le llevara la guitarra y guardara los apuntes de las letras. Tango vivía en el presente permanente, no archivaba ni recordaba nada. Aterrizaba sus huesos en la casa de Pipo, o en el taller de cerámica de la novia de Moris, o en lo de Marcela Pascual, su permanente protectora.

Cuando el primer simple de Los Gatos, conteniendo “La Balsa” y “Ayer nomás” rompió todos los récords de venta, Tango cobró una cantidad enorme de dinero. Y como todos los demás músicos, no estaba preparado para manejarlo, ni siquiera le interesaba. Se fue directo a una disquería y compró una montaña de Long Plays. De allí fue a una casa de música y gastó lo que le quedaba en una buena guitarra. Lo demás se le patinó en pocos días invitando a comer a todo el mundo. De los discos y la guitarra muy pronto no se supo más, habrán quedado perdidos en algún vagabundaje, como pago de algún taxi…

Tango siempre andaba detrás de una prueba en alguna grabadora, aunque su carácter divagante no lo ayudaba, no tenia la paciencia ni la diplomacia necesaria para hacerse escuchar por los ejecutivos. Pero alguien en RCA, quizás convencido por Horacio Martínez, lo llamó para grabar. De allí salió un simple histórico, el único documento sonoro de Tanguito en sus buenos momentos, con toda la frescura de sus primeras épocas.

El lado A del simple era “La princesa dorada”, música de Tango sobre un poema de Pipo, compuesto en Plaza Francia, en el verano del 67. El lado B contenía un rock de Tango con letra de Javier Martínez, “El hombre restante”, y hablaba del único sobreviviente de la guerra nuclear: “No sé por qué el destino me obligó a superar el caos de la guerra y quedar aquí en la tierra para ver esto y llorar”. Los temas aparecían firmados por Ramsés VII, seudónimo que adoptó Tanguito, preocupado por la existencia de otro “Tanguito” que cantaba en el Club del Clan. La RCA encargó a Horacia Malvicino los arreglos y la orquestación, con la intención de lanzar a “Ramsés VII” como baladista a pesar de las quejas de Tango por los arreglos dulzones y recargados.

El simple no existió en las radios ni tuvo publicidad. Tango seguía en la calle cantando, subiendo a los trenes, parando y mirando, como dice una canción de Moris. Pasaba mucho tiempo con llamados “hippies” porteños y con ellos apareció en televisión y en varios artículos periodísticos. Entre esos “hippies” estaban Pedro Pujó, Rafael López Sánchez y Javier Arroyuelo, que después fundarían con Jorge Alvarez el primer sello grabador independiente, Mandioca. El hermano de Pedro, Hernán, era uno de los mejores amigos de Tango y fue el autor de la letra de “Amor de primavera”, compuesto también en Plaza Francia.

Tango ya tenia un repertorio abundante, pero su vida personal se descomponía a toda velocidad, y se estaba quedando solo. Algunos músicos y amigos habían experimentado con drogas pesadas, pero no pasaba de ser un delirio pasajero, ya que tarde o temprano encontraban la manera de recuperarse. Pero Tango era un tipo indefenso, de personalidad insegura y no pudo, como muchos, darle cauce a ese delirio en un trabajo creativo constante. Se lo veía deambulando por Corrientes en busca de alguien que le ”hiciera pata” o le “prestara cien pesitos”. No vale la pena profundizar en las anécdotas de un Tanguito drogándose en el baño de la Giralda o robando una guitarra para poder seguir. Se sabe que fue preso muchas veces, que en Devoto lo maltrataron, que estuvo en el Borda…

Cuando todavía conservaba algo de lucidez en 1970, Jorge Alvarez lo llevó a los estudios TNT, donde grababa Manal, y junto con Javier lo impulsaron a cantar, con el proyecto de hacer las tomas de prueba para un futuro álbum. Fue la única vez que pisó una sala de grabación después de aquel simple de RCA. El 19 de mayo de 1972, en uno de sus viajes de vuelta a casa en Caseros, Tanguito fue aplastado por un tren en la estación Puente Pacifico. Hay quien dice que se tiró, otros dicen que tropezó, otros dicen que lo empujaron para no tener que llevarlo preso otra vez.

Poco tiempo después de su muerte, Alvarez editó un disco con aquellas improvisadas grabaciones de 1970, que es lo único que hoy en día se puede encontrar de Tango en las disquerías. Tiene el valor de un documento aunque no represente los mejores momentos de uno de los primeros creadores de nuestro rock, a quien una vida extraña y una muerte temprana convirtieron en mito.