El 26 de diciembre de 1982, cuando todavía faltaba casi un año para el regreso de la democracia, Charly García ofreció su primer concierto como solista presentando el álbum “Yendo de la cama al living”, publicado dos meses antes.
Más de 25.000 espectadores se dieron cita en el estadio de Ferro Carril Oeste, en ese entonces un club modelo con logros deportivos y una gran expansión institucional. Fue la primera vez que un artista de rock argentino se presentó en un estadio de fútbol.
La banda que acompañó a Charly en aquella agobiante noche de verano estaba integrada por Andrés Calamaro (teclados), Willy Iturri (batería), Cachorro López (bajo) y Gustavo Bazterrica (guitarra); salvo Iturri todos integrantes de Los Abuelos de La Nada. Además, contó con invitados de lujo como Pedro Aznar, Nito Mestre, León Gieco y Mercedes Sosa. Charly llegó al estadio en una limusina rosa, acompañado por sus músicos.
Aquel mítico show tuvo la particularidad de un contrato firmado con Canal 9 para la retransmisión exclusiva del recital, dos días después, con la conducción de Juan Alberto Badía y la participación del propio García, que analizó su actuación junto con el reconocido locutor.
Se pudo percibir por la TV que en la edición hubo censura, ya que faltaron temas del calibre de “Viernes 3 A.M.”, “Los dinosaurios” y los que canto a dúo con Mercedes Sosa: “Inconsciente colectivo” y “Cuando ya me empiece a quedar solo”.
El show mostró una imponente puesta en escena, con una ciudad que formaba el decorado creado por Renata Schussheim. «Creo que su música es imágenes. Generalmente, cuando escucho la música de él, me aparecen imágenes», contó la artista plástica en diálogo con Badía en el especial de Canal 9.
Esta escenografía fue destruida por proyectiles de utilería a cargo de la empresa Trentuno, que simulaban caer mientras sonaban los últimos acordes de «No bombardeen Buenos Aires». También tuvo una frase que quedó en la historia gracias al genial juego irónico de Charly: «No bombardeen Caballito». La Guerra de Malvinas había terminado seis meses antes.
«En el sentido estrictamente musical, no te puedo decir porque era tan grande el asunto y tan pesado que hubo algunos pequeños problemas técnicos que me distrajeron bastante. Como fenómeno y convocatoria, creo que fue lo mejor que hice», expresó García a Badía.
Y continuó: «Cuando terminó el recital dije: ‘Bueno, ¿habrá salido tan bien?’ Pero cuando empezó a entrar gente al camarín, vi un poquito la gente como se desconcentraba, espié un poquito, y saqué un par de fotos muy lindas de gente contenta, con buena onda, que es el fin de todo recital, ¿no? Más allá de cualquier despliegue o cualquier música que toque».