Litto Nebbia, considerado el padre del rock nacional, confiesa que conoce al presidente electo Alberto Fernández desde hace más de 20 años. El mítico artista rosarino manifiesta que el vínculo entre ambos comenzó gracias a la música y a los gustos en común.
«No soy demasiado objetivo políticamente hablando de él, porque es una persona amiga mía desde hace más de 20 años», cuenta Nebbia sobre el próximo presidente de la Nación. «¿Cuál es mi relación? Mi relación casi siempre, como con tanta gente que tengo amiga de las profesiones más diversas -músicos, pintores, fotógrafos, políticos- siempre es la música, porque es la cosa que hace que me conozca con gente y es un nexo que se da en algún lugar».
«Yo me encuentro con una persona en un lugar y me dice ‘uy, porque la música, lo que vos cantás…’, y ya parece que somos amigos desde hace mucho tiempo, y después podemos hablar de política, religión o de lo que a vos se te cante… pero el nexo siempre primero fue la música», agrega.
«Lógicamente, coincidiendo en algún aspecto de un mismo gusto o de algunos gustos sonoros en cuanto a la música popular», aclara. «Así lo conocí a ese Alberto que es un loco por la música, loco por las guitarras -tiene como diez violas, algunas que te morís, divinas- y que además se ha preocupado, sin pretender salir a tocar ni a grabar un disco, ni esto ni lo otro, por estudiar armonía, acordes. Me he pasado la vida escuchando, a veces, en algunos sectores, ‘¡eh, qué acordes raros que tienen tus canciones!’, Él, de mis canciones, los sabe a todos perfectamente… ¡no son acordes raros!».
Sobre la presencia de Fernández en programas de televisión, en los que más de una vez ha sido invitado a tocar la guitarra, Nebbia reconoce que «a mí me gusta mucho que suceda esto que está pasando, más allá del elogio, que va a un montón de lugares y a veces canta alguna canción mía… me gusta esto porque yo veo casi desde mi adolescencia que los políticos de nuestro país, no sé si eran sordos o qué», reflexiona.
Y amplía el concepto: «El político, por lo general, cuando llega el momento de tener que hablar de algún gusto por la música o por la cultura en general, siempre menciona a alguien que está muy en boga, porque confunde, cree que eso les va a traer los mismos votos de la gente que sigue al que está en boga. Y no necesariamente sucede así. Entonces, estoy acostumbrado a que siempre, cuando entrevistaban a algún político de la línea partidaria que fuera, siempre mencionaba a alguien excesivamente famoso y masivo, sin importar que a lo mejor ese masivo hiciera una música que a mí me parece berreta».
«Bueno, este tipo escucha esto, y sabe de acordes, y le ocurren cosas graciosas», diferencia así a Fernández. «Porque desde hace una larga década hay como un cierto impasse con el tema de la cultura… en vez de seguir adoptando la actitud linda con la que comenzó el rock, por ejemplo, que es la de seguir avanzando, incorporar cosas, fusionar, ir hacia adelante… por eso se lo llamaba en un momento ‘música progresiva’, del término progresar… no, ahora de pronto hay un montón de recitales que veo que pasan por la tele y sale una banda -no necesariamente joven, cualquiera- y le dicen al público ya en el primer tema ‘vamos a hacer una que sepamos todos’… y yo digo ‘la puta, estamos jodidos, ¿cuándo sabemos otra? ¿cuándo aparece otra, no?».
«Me da gracia porque, la vez pasada, entre los lugares a los que va Alberto y le hacen tocar la viola, que es una locura eso ¿no?, fue a un programa donde había una parejita de jóvenes entrevistándolo, y le pelan una viola», cuenta. «Yo lo estaba mirando y primero me di cuenta que la viola era mala, una viola cualquiera… ni siquiera le llevaron una guitarra linda, y naturalmente él agarró y sabés que hizo, tocó la introducción que escribió Paul McCartney del tema ‘Blackbird’, y lo tocó perfecto. Cuando termina, el que lo entrevista dice ‘bueno, pero la próxima vez hacé una que sepamos todos'».