El líder de Los Espíritus, Maxi Prietto, asegura que «los derechos de autor son más del cosmos que de los músicos» y que «hay algo en la canción que es sagrado dejarlo librado al azar», en una charla con la agencia Télam antes del show de mañana en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires, donde la banda presentará el flamante «Sancocho Stéreo» que cocinaron con el aporte de músicos invitados y «absorbiendo» experiencias de cada paso por América Latina.
Los Espíritus llegarán mañana al Teatro Gran Rex para presentar la serie de cuatro EPs, compilados en un álbum desde la semana pasada, que presentaron en un formato de radio espiritual de fantasía, con el visto bueno de Carca y Daniel Melingo que serán parte de la celebración en vivo.
El compilado recientemente estrenado incluye dos nuevas canciones como «Lagunas blancas» con Gustavo Santaolalla en ronroco y Alexey Musatov en violines y una nueva versión de «La antillana», con la voz invitada del cantautor nigeriano Bombino, y remezclada y llevada al dub por el máster jamaiquino Scientist en los Estados Unidos.
La banda compuesta por Maxi Prietto en guitarra y voces, Miguel Mactas en guitarra, Martín Ferbat en bajo, Pipe Correa en batería, congas, bongó, chekere y timbales se propuso «abrir el grupo a otras voces y artistas» para para lograr un viejo anhelo.
«Nuestra idea del sancocho, que es un guiso, fue fusionarnos y mezclarnos con todas las personas con las que trabajamos y con amistades que queríamos que quedaran condensadas en un disco que tuviera esta mixtura sonora. Después de diez años tocando juntos, quedó como todo eso de una manera muy caótica, con un sonido que cambia todo el tiempo al igual que el estilo. Se tenían que dar las condiciones para que finalmente pudiéramos hacer algo así. La pandemia en ese sentido nos ayudó, porque fuimos grabando como podíamos», señaló el cantante.
P: ¿Cuánto de la experiencia de las giras y del contacto con otros músicos y culturas ha influido este nuevo trabajo?
Maxi Prietto: Nos nutrimos en cada viaje. En cada viaje vamos agarrando algo de la atmósfera. Donde más flasheamos creo que fue en Colombia, sobre todo con la salsa, las percusiones, la fiesta y esa cuestión rítmica. Si bien fuimos a tocar, también salimos algunas noches a boliches de salsa y recorrimos muchas disquerías para buscar data que nos pasaba Pipe, nuestro batero que es colombiano. Ahí nos dimos cuenta que todo eso estaba muy emparentado con lo que nosotros tratábamos de hacer sin saber de donde venía. Hay un dicho que dice: «No hay que regar las hojas sino las raíces». Hay raíces que vienen de otro lado y casi todos los caminos conducen a África. Volvimos de la gira y empezamos a hacer unas fiestas para difundir toda esta música colombiana, cubana y uruguaya que nos gusta. Nos dimos cuenta con estas fiestas de que había algo que no estaba materializándose, y que esa fue la excusa que terminó por juntar a mucha gente que tenía esa misma búsqueda.
P: Están las raíces pero desde el comienzo, un sonido y un estilo muy característico; ¿cómo fue que terminaron de definirlo desde tan temprano?
MP: Hay una parte que tiene que ver con algo bien consciente de las cosas que te gustan y de cómo podés combinarlas, pero termina siendo una pequeña parte. Lo mejor es que uno no termina nunca de entender el proceso. Uno no puede elegir las canciones que van a gustar, en cambio, hay otras que no quedaron mucho mejor de lo que te imaginabas, ya sea porque el baterista tocó como quiso, el guitarrista hizo un arreglo de otro estilo que nada que ver o la línea de bajo… Todos esos componentes, que son azarosos, fueron dándole lugar a lo que fuimos autoincorporando y desarrollando, sin tener el control absoluto de lo que hacíamos. De una porción puede ser que sí, pero hasta con las letras me quedo asombrado por cómo llegan. Una vuelta que volvíamos de Mar del Plata yo venía cantando ‘la rueda que mueve al mundo’; en un momento pregunté si existía o la estaba inventando. Después, como pareció que no, me quedé cantando sobre esa base, preguntándome sobre de qué se podía tratar y así la empecé a desarrollar. Pero de dónde vino, no tengo ni idea. Para mí son como adivinanzas. La mayoría de las letras se me aparecen manejando. Me encanta no tener el control ni saber de dónde viene. Lo lúdico en Los Espíritus es lo que nutre también al proyecto.
P: ¿La experiencia de haber encarado el disco esta manera abre otro horizonte para el grupo? ¿Qué sigue después de esta presentación?
MP: Tengo una sensación muy clara de que se cierra una etapa, aunque no sé qué significa todavía. La intuición es que algo se cierra pero no sé qué. Soy de Sagitario y justo están diciendo que hace unos días se cerraba un ciclo de dos años de cosas que se estaban procesando y que ahora llega una nueva personalidad. Creo más en la astrología y en los astros que en la política. En la fuerza de la luna que mueve la marea y en la luna llena que nos cambia el humor. Con la música siento algo parecido con todo lo que se la vincula con lo onírico y lo inconsciente. Está bueno ser consciente, pero lo racional es para mí un poroto. Dejar fluir el inconsciente es lo más groso. Y en la música, el noventa por ciento, es inconsciente. Los derechos de autor son más del cosmos que nuestros. Pero, bueno, en todos los aspectos siento que es la conclusión de algo que va a decantar en algo nuevo, que desconozco y espero.
P: ¿Después de tantos años como proyecto independiente por qué pensás que es importante defender y difundir la autogestión en el arte?
MP: El arte corporativo es una contradicción. Es importante defender la libertad dentro del arte. Es un espacio que hay que cuidar. Yo lo que valoro de un grupo no es cuántos seguidores tiene o cuánta guita gana. Eso se lo dejo al capitalismo que es la bosta que viene haciendo pelota todo desde hace mucho tiempo. Dejar un poco el control y entregarse a la fluidez es posible si vos sos el dueño de tu obra, de tu libertad y de tu sello artístico. Sigo creyendo que lo más importante es ver a Leonard Cohen a las cuatro de la mañana subiéndose a cantar en la Isla de Wight dormido, saliendo de una carpa, haciendo un recital y manteniendo su esencia intacta y sin disfrazarse de nada. O ver a Miles Davis con un grupo de jazz cuando tiene todas las de perder. La obra máxima es dar algo no controlado. Hay algo en la canción que es sagrado dejarlo librado al azar. Veo belleza en algo que no está cuantizado, en donde todavía no llegó el algoritmo. Donde el asfalto está roto, hay un poquito de tierra, barro y raíces, ahí me quedo tranquilo.
El show de Bob Dylan que cambió el rumbo de Los Espíritus
Con la misma vocación y habilidad para revisitar el pasado, Los Espíritus coronaron su “Sancocho Estéreo” con la presencia de algunas figuras estelares como Gustavo Santaolalla, Carca y Daniel Melingo como músicos invitados y sumaron a Enrique Symms y al «Ruso» Verea como conductores de una emisión radial de fantasía que se ofrece como un punto de partida para hacer una radiografía minuciosa de sus influencias y raíces.
Prietto sostuvo que «no siempre se da la chance de encontrarte con otro artista y que fluya todo muy naturalmente con alguien de tanta trayectoria», al reflexionar sobre los aportes de los invitados y la camaradería dentro del estudio.
«Con Carca y Melingo después armamos ‘el ensayo hablado’ que era cuando nos juntábamos a ensayar para el show en el Hipódromo», recordó el músico.
P: Hay otra presencia en el disco, pero desde el homenaje, que es la de Bob Dylan. ¿Cómo surgió la idea de versionarlo en castellano con «Todo bien (It’s All Good)»?
MP: Muchas veces quisimos reversionarlo, pero sin caer en algo de «Blonde on Blonde» o «Blood on The Tracks», dos discos que nos encantan. Es un tipo que hasta el día de hoy sigue sacando buenos discos, que no vive del pasado y que no para de crear presente. Por eso nos parecía que si había que homenajearlo había que hacerlo con algo reciente. Elegimos una de «Together Through Life» que es un disco como blusero pero que tiene acordeón. Escuché el tema en «repeat» sin parar. Y después jodiendo empecé a cantarlo en castellano. Algunas partes las pude traducir y en otras inventé cualquier cosa. Fue una excusa para hacer una canción, con nuestro sello, y una especie de traducción fantasiosa.
P: ¿Es verdad que después de ver un show suyo cambiaron los roles dentro de Los Espíritus?
MP: Dylan es muy importante en nuestra historia: salimos de verlo en el Rex y esa misma noche cambió nuestra formación. Migue dejó de tocar el sintetizador para pasar a tocar la guitarra. Es como que teníamos al mejor guitarrista del mundo y lo estábamos poniendo a tocar un Moog. Después de ese show, entendimos que tenía que haber dos guitarras eléctricas con las que empezamos a manejar un lenguaje que yo no tenía muy desarrollado. Dos guitarras que por momentos suenan al unísono, se pisan y embarran todo. En otros, uno se calla y toca el otro como respondiendo. Si escuchás la versión de Dylan, se manejan así también, porque está el solo y cuando empieza a cantar e inmediatamente se bajan todos los instrumentos y el solo termina donde estaba y yo creo que eso no está pautado. Esa dinámica es la que hace que escuches un disco y una banda en vivo adentro de un disco con un audio espectacular. Tiene códigos de otra época que le aportan frescura a esta actual donde todo es batería electrónica. Yo escucho a Dylan o Tom Waits y escucho eso: música viva.
Por Javier Berro (Télam) / Foto: Mathias Magritte