Sergio Gramática, baterista y miembro fundador de Los Violadores, presenta en sociedad su primer libro autobiográfico «Lo hice porque me lo prometí», en donde comparte su recorrido dentro de la música -y fuera de ella- con el deseo de «abrirle aún más la cabeza» a los fanáticos del grupo y también rendirle un homenaje a su amigo y excompañero Pil Chalar, «el gran frontman del punk de América Latina».
«Si bien no soy fan de los (Rolling) Stones, me impactó la muerte de Charlie Watts. Es tremendo estar sesenta años sentado en la batería con un ritmo machacante y haciendo bailar al mundo entero. Ahí uno entiende lo que somos los bateristas: los que vemos todo desde un lugar diferente y con una visión más amplia. Es que los bateristas tenemos algo especial y difícil de explicar, pero que espero responder en este libro», sostuvo Gramática en una entrevista con la agencia Télam.
De la mano del «Paya» Sosa, colaborador de la obra y aliado histórico de Los Violadores, el baterista llegó con su flamante libro al Museo Histórico Nacional de Buenos Aires, donde se realiza la muestra «Los 80. El rock en la calle», dedicaba exclusivamente al rock argentino en esa década.
Para el músico, su autobiografía -editada por Serial Ediciones- «no va a pasar desapercibida” por el aporte testimonial y el tono confesional con el que revisita su pasado y reflexiona sobre el presente, buceando entre los recuerdos de su infancia y sus años en la música, alternando crónicas de viaje y otras “reflexiones y pensamientos lluviosos» de su «ojo crítico» acerca del arte y la poesía.
P: ¿Qué significado tiene para vos presentar este libro en el Museo Histórico Nacional?
Sergio Gramática: Primero fue muy importante haberlo terminado, porque fue un trabajo arduo que empecé el año pasado en cuarentena y que terminé poco antes de la muerte de Pil. Es una gran satisfacción que haya sido en un lugar histórico y en el marco de una exposición sobre «los ochenta y el rock en la calle». Era el lugar justo para hacerlo, porque toda esa década forma parte de nuestra cultura. Fue Pil quien en su momento pasó el dato del Museo como un buen lugar para hacer algo a nivel cultural. Él siempre estaba pendiente de lo que pasaba en Argentina, aún viviendo con su familia en Perú. Siempre me decía que extrañaba su tierra y su patria. Por eso creo que la pandemia le pegó mucho. Por estar lejos.
P: ¿Qué recuerdos se te vinieron con la noticia de su muerte? ¿Cuál pensás que fue su mayor legado dentro de la música latinoamericana?
SG: Es el gran frontman del punk de toda América Latina. Y le dio al punk lo mejor que tenía: sus letras y declaraciones, las de alguien que leyó mucho. Los Violadores, que habíamos empezado como trío, sabíamos que necesitábamos encontrar un frontman. Nos habíamos cruzado varias veces en la calle y sabíamos que le gustaba la banda, pero nunca le dábamos importancia. Hasta que un día sugerí que lo probáramos como cantante. En ese momento, no había ninguno como él… eran todos tecladistas, había mucho jazz-rock sinfónico. La jugada fue importante, porque con él completamos la formación de la mejor manera. Cada vez que venía a Buenos Aires nos reuníamos y compartíamos grandes charlas. Cuando recibí la noticia de su muerte decidí agregarle un capítulo nuevo porque se lo merecía. Hace poco se inauguró una estatua en Villa Urquiza y también hicimos una especie de ceremonia en el cementerio con sus cenizas.
P: Abrís con una frase de Charles Bukowski («No tengo nada que inventar, he vivido y quiero dejarlo por escrito») con la que resumís el porqué de este libro. Además de tu historia con Los Violadores, hay muchos otros disparadores.
SG: Es la historia de Los Violadores, el grupo que yo inicié y en el que todos hemos aportado, pero que comenzó cuando formamos Los Testículos, pero también quise poner cosas de mi vida personal, de mi adolescencia y mi infancia, y otras que forman parte de la tradición artística familiar como la historia de Emma Gramática, de quien soy sobrino nieto. Está también mi relación con la poesía, que siempre me gustó. Incluso desde antes de leer a Patti Smith en 1978, ya me gustaban esas cosas de los surrealistas. Decidí poner todo eso porque era el momento justo para hacerlo; quería darle al libro más variedad, para que le interese a mucha más gente y que no solo recaiga en el punk. También tengo opinión sobre muchas cosas y quise ponerlas. Aparte de darle un tinte puramente histórico quise darle algo de actualidad y compartir mi mirada sobre muchas cosas que pasan, aunque sin llegar a profundizar o abrir una polémica densa. Pienso que el libro no va a pasar desapercibido y que le va a abrir aún más la cabeza a los fanáticos de Los Violadores.
P: ¿Quedaste conforme con el regreso histórico de la formación original en 2016?
SG: Me siento totalmente en paz, porque fui yo el que venía promoviendo la reunión de Violadores desde el 2011 cuando se cumplieron los treinta años del grupo. En su momento, lo llamé a Pil que estaba en Buenos Aires, nos reunimos a tomar un café y le comenté mi idea. Un poco asombrado decía que iba a estar difícil porque Stuka vivía en Miami y el Polaco en Europa, pero que sigamos adelante con la idea. Fui uno de los que más la promovió, porque si no la hacíamos nosotros no la hacía nadie, porque no quedaba ninguna banda de los ochenta que pudiera hacerlo… éramos los únicos. Finalmente, el reencuentro llegó en el 2016, con un concierto inolvidable en el Luna Park. Muchas generaciones pudieron vernos: tanto gente de cuarenta como de veinte años, que formaron parte de ese disco y DVD en vivo, que quedará para la historia. Después volvimos a reunirnos en el Gran Rex, en un teatro emblemático. Habíamos ensayado muchísimo, pero no podía terminar de otra manera. La historia está en el libro.
P: ¿Cómo surgió la idea de abrir el libro a otros bateristas para compartir con ellos una charla sobre el instrumento?
SG: Quise darle un poco más de relieve y de vuelo al papel del baterista, porque no se habla tanto del tema y pienso que es importante. Elegí a tres bateristas amigos, gente que hace punk desde hace muchos años y que ha pasado por muchas etapas. Se me ocurrió hacer un poquito de periodista y resultó muy bueno todo lo que compartieron Leo De Cecco (Ataque 77), «Chino» Biscotti (Cadena Perpetua) y Ray Fajardo (Jauría).
Por Javier Berro (Télam) / Foto: Ramiro Gómez