Andrés Giménez presentará en marzo próximo en el local porteño Vorterix el reciente álbum de A.N.I.M.A.L. «Íntimo extremo», que traza una retrospectiva de treinta años junto a invitados tan diversos como estelares para ofrecerse como «punta de lanza» para seguir «abriendo puertas» y «romper prejuicios».
«En el mundo en el que vivimos el prejuicio es cosa del pasado», sostuvo el cantante y guitarrista, sentado mano a mano con la agencia Télam en las oficinas de Sony, el sello discográfico detrás de esta monumental obra de la que participan figuras como Juanes, Andrés Calamaro, Enrique Bunbury, Draco Rosa, Lali, Abel Pintos, León Gieco y Los Auténticos Decadentes, entre otros.
La agrupación, que actualmente completan Marcelo Castro (batería y percusión), Cristian Lapolla (bajos y voz) y Osko Cariolo (programación y teclados), anunció su regreso a los escenarios para presentar oficialmente «Íntimo extremo» el 11 de marzo en el Teatro Vorterix del barrio porteño de Colegiales.
En ese sentido, el músico señaló que «sería alucinante presentarlo en Argentina y que vinieran la mayor cantidad posible de artistas: Es difícil porque todos tocan por todos lados, pero si Dios quiere, van a venir. Mientras estamos con máquinas, visuales y preparando el show para que sea bien representado», dijo.
«Va a ser algo muy diferente a lo que habitualmente hacemos; también porque lo vamos a vivir de otra forma. Son treinta años de carrera, es mucho tiempo. Con idas, vueltas, separaciones, cambios de integrantes, lo que quieras, pero son treinta años y es un montón», añadió.
P. ¿Pensás que el disco, además de plantear una retrospectiva sobre la obra de A.N.I.M.A.L, viene a revalidar cómo siempre han roto moldes, en este caso cruzándose con referentes de otros géneros?
Andrés Giménez: Yo creo que cuando las cosas se hacen honestamente va más allá de los estilos. Lo que logramos con este disco es algo con lo que venimos luchando con A.N.I.M.A.L. desde hace muchos años: romper esquemas y abrir puertas. Al ser un poco punta de lanza, siempre tenés tanto la gloria como los cascotazos, pero de eso se trata. Siento que va a ser un disco que marcará un momento y una apertura que seguirá rompiendo prejuicios. En el mundo en el que vivimos el prejuicio ya es cosa del pasado. Hoy en día la valoración de las personas es primordial, al igual que de la música y el arte en general. Es medio represor pensar que un grupo como A.N.I.M.A.L. no puede grabar con una artista como Lali. ¿Por qué no? Si es algo súper natural, los dos vibramos con música, hacemos música y entregamos esa música desde el alma. Cada uno con su formato y su forma de ser, pero vibrando de la misma forma. Este disco viene a revalorizar a la música y también el perder el miedo. Queremos que estas canciones se transformen en himnos, con diferentes voces que puedan hacer que lleguen a otro nivel. Pero nunca por una cuestión de mercadeo. Lo llamé a Juanes porque es mi amigo y no porque tuviera tantos millones de seguidores. Me parecía que su voz iba a quedar increíble en «Sólo por ser indios», una voz al estilo de Ozzy Osbourne.
P: ¿Te ves reflejado en algunos de los jóvenes artistas que participaron como Neo Pistea y Ca7riel que aportaron en «Mi barrio»?
AG: Yo entiendo que por ahí a veces cuesta aceptarlo, pero la vida continúa y aparecen artistas nuevos. Por algo están, por algo convocan y por algo son multitudinarios. Por algo son lo que son, no es casualidad. Cuando los llamé, pensaba en ellos como en los Public Enemy de hace veinte años atrás cantando con Anthrax en «Bring The Noise». Está buenísimo que hoy ellos no tengan que comerse ninguno de los cascotazos que tuvimos que comernos nosotros. Y también me pareció muy valiente que quisieran estar.
P: ¿Cómo era en los noventa mezclarse con géneros como el rap?
AG: Para que te des una idea, cuando hicimos «Loco Pro» que primero fue una bofetada antes de ser un tema recontra conocido, invitamos a una banda que no está en ningún lado de los créditos. Se pelearon incluso con la compañía porque no los dejaban. Esa banda era Control Machete. Ellos estaban en su mejor momento y Universal no quiso que aparecieran sus nombres, pero igual ellos nos pidieron que, por favor, no los sacáramos del disco y que dejáramos el tema así. Nos dijeron que en las entrevistas lo reveláramos, pero nunca lo dijimos. O muy pocas veces.
P: ¿Valió la pena la picardía?
AG: Sí, estuvo buenísima. Yo creo en la honestidad de las cosas, aunque al principio las cosas honestas puedan llegar a chocar pero a la larga perduran. Nuestra compañía Sony se enteró de «Íntimo extremo» cuando ya estaba terminado. En ningún momento quise que estuvieran en el medio para hablar con los artistas. Si necesitaba hablar con Draco Rosa, lo llamaba yo. No quería nada forzado con ninguno; si sentía que no estaba ese «sí» honesto entonces prefería no hacer nada.
P: ¿Cómo se fue actualizando el mensaje del grupo en estos treinta años sobre el contexto social y la lucha de los pueblos originarios que reivindicaron siempre?
AG: Es muy loco lo que está pasando en el mundo. Entonces yo miro el nombre de A.N.I.M.A.L, miro esta tapa, escucho las canciones de hace treinta años atrás y pienso que si esas canciones las compusieran en estos meses serían totalmente actuales. Es algo muy loco lo que nos sucede. No puede ser que siga pasando lo mismo; la injusticia y la falta de respeto están cada vez peor. Cuando escribimos «Sólo por ser indios» pensaba que tal vez en veinte años por ahí esa realidad iba a cambiar, pero pasaron treinta y sigue siendo exactamente lo mismo. Estamos todos, indios y no indios, presos de la ambición asesina. A futuro, pienso que debemos seguir por el mismo camino por donde empezamos. Un camino muy largo que creo que no va a terminar nunca. Es una pena, pero hay que ponerle mucha fe.
«Quise hacerlos parte a todos»
Andrés Giménez narró algunos detalles sobre «Buscando llegar hasta el sol», una canción que compuso en el 2001 «sin querer herir a nadie» pero aludiendo a la entonces partida como miembro de A.N.I.M.A.L. de Marcelo Corvalán, ausente con aviso en «Íntimo extremo».
«Habla del momento que yo viví con Marcelo cuando se va de la banda. No es un tema para él, con quien en ese momento éramos como hermanos y de quien hoy pudimos volver a serlo. En ese momento, sentí que se había muerto mi gemelo. La escribí para mí, como un relato de lo que estaba sintiendo, pero sin querer herir a nadie», contó Giménez.
Junto a Abel Pintos, registró una nueva versión que, pese a entregar «un estribillo un poco más ‘happy’ punk», se canta con la misma «emoción» de siempre: «Hoy tengo una relación fantástica con Marcelo. No tocó en el disco pero tuvimos una charla muy sana. Lo invité a tocar el bajo y cantar en ‘Loco Pro’, pero me dijo algo que yo lo re mil respeto».
«Me dijo que si grababa íbamos a empezar a confundir (al público). Y es verdad: él está con su nueva banda (Arde la Sangre) y no quiere confundir a nadie. ‘Yo sé que un día te voy a llamar yo y por ahí vas a ser vos el que diga que no’, me dijo. Le respondí: ‘Llamame todas las veces que vos quieras’. Fue una charla muy linda», resumió.
Giménez también habló de su amigo y excompañero Martín Carrizo, con quien estuvo cerca hasta su muerte: «Me quedé con ganas de que estuviera. Le hablé mucho de este disco, incluso iba a programar un montón de máquinas, pero empezó a decaer cada vez más y se nos fue. En el disco hay un mensaje dedicado a él».
«Está bueno que me pregunten por esto porque por ahí la gente se imagina que no invité a Marcelo o no hice partícipe a Martín y no, yo hice partícipe a todos. De hecho, Alejandro Taranto, que fue el mánager histórico de A.N.I.M.A.L. grabó el bajo en ‘Mi barrio’. Yo hice partícipe a todos», añadió.
Giménez llamó a su «hermano» el folclorista Abel Pintos, a quien tantas veces escuchó interpretar las desgarradoras estrofas de «Buscando llegar hasta el sol»: «Nos hicimos amigos en esa época; era chiquito, yo lo invitaba a cantar y la gente lo escupía. Yo me paraba adelante y les pedía que basta. Con Abel somos como hermanos. Me cantó esa canción en su casa, en la mía, en pruebas de sonido millones de veces. Con piano, con acústica, con bombo legüero».
«Quedó un video de la sesión en el estudio, en donde hay momentos que se lo ve a Abel llorando. Me abrazaba y me decía ‘no puedo creer estar grabando este tema en este momento, es un sueño’. Es muy groso que pasen esas cosas, que pasen los años y perdure esta hermandad y admiración mutua».
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Por Javier Berro (Télam)