Mientras avanza la producción de la demorada segunda parte en la que ya se confirmó que participarán como estrellas invitadas Paul McCartney y Elton John, este 2 de marzo se cumplen 40 años del estreno de «This Is Spinal Tap«, el falso documental del director Rob Reiner que gira en torno a una ficticia banda de heavy metal y que satiriza el mundillo del rock, a la vez que expone los manejos de la industria musical.
La película, que inmediatamente se convirtió en una cinta de culto para los amantes de ese género musical, tomó tal fuerza que el grupo ficticio traspasó la pantalla grande y se lanzó a brindar conciertos en vivo, al punto que fue uno de los celebrados números sorpresa centrales en el festival benéfico global Live Earth de 2007, en donde compartió escenario con artistas como Metallica, Foo Fighters, Madonna, Beastie Boys, Red Hot Chili Peppers y Duran Duran, entre otros.
Y aunque ya existían algunos antecedentes como «Zelig» o «Robó, huyó y lo pescaron», de Woody Allen -quien volvería sobre ese estilo en «Dulce y melancólico»-; el filme sorprendió por su estilo narrativo de falso documental que a lo largo de los años se popularizó y fue retomado por otras producciones cinematográficas y famosas series televisivas como «The Office» o «Parks and Recreation». Precisamente, Reiner acuñó el término «mockumentary» cuando le pidieron una definición genérica de su película, un neologismo que mezcla los términos «mock» («burla», en castellano) y «documentary» («documental»).
Protagonizada por Christopher Guest, Michael McKean, Harry Shearer (voz de distintos personajes de «Los Simpson») y el propio Reiner en el papel de entrevistador, esta ópera prima del director que años más tarde sumaría títulos clásicos a su filmografía como «Cuenta conmigo», «Cuando Harry conoció a Sally» y «Misery», entre otros, cuenta con cameos de figuras como Billy Crystal, Anjelica Huston, Dana Carvey (Garth en «El mundo según Wayne») y «La Niñera» Fran Drescher, actual líder del Sindicato de Actores de Hollywood, entre otros.
«This Is Spinal Tap» sigue los pasos de una homónima banda con muchos años de trayectoria que decide emprender una gira por los Estados Unidos para promocionar un nuevo disco, y a pesar de que ya pasó su momento de gloria, sus integrantes desconocen esta nueva realidad musical. En medio de esto, un director decide realizar un documental sobre el tour y, a través de entrevistas con los músicos, se va contando la historia del grupo. Allí se revela que la ficticia banda nació en los 60, bajo el nombre de Thamesmen, y fue adaptando su estilo musical de acuerdo a las modas hasta su reconversión en un conjunto de heavy metal, previo coqueteo con el hippismo y la psicodelia durante los años del «flower power».
Lo cierto es que, con un escaso apoyo de su discográfica, más orientada a poner todos sus recursos en impulsar a estrellas vigentes, la gira va sumando inconvenientes que se traducen en verdaderos papelones escénicos ante los recurrentes fallos en las ambiciosas puestas.
En tal sentido, hay hilarantes situaciones como cápsulas en donde están encerrados los músicos y que al inicio del concierto debían abrirse para su irrupción en escena pero se traban y deben ser forzadas por los asistentes ante la mirada atónita de la audiencia; o el intento de recrear una escenografía que remita a Stonehenge, pero por una interpretación literal del dibujo presentado al diseñador, resulta una miniatura lejana al impacto que se quería provocar, muy cercana al ridículo.
Estas situaciones en vivo, el poco interés de la discográfica en promocionar la nueva placa, más algunos tópicos que son parte de los mitos que merodean en torno al rock, van haciendo mella en la relación entre los integrantes del grupo, al punto de dejarlos al borde de la disolución. Un ejemplo de ello es la aparición de la novia de uno de los dos líderes de la banda como una tercera en discordia que viene a romper la perfecta armonía a partir de sus intervenciones como si tuviera voz y voto en las decisiones del grupo.
En la cinta, el absurdo se hace presente en muchas ocasiones. Dos casos: el fatal destino de cada músico que ocupa el rol de baterista -desde la curiosa implosión en plena escena de uno de ellos a la muerte de otro en un extraño accidente mientras realizaba tareas de jardinería en su casa-; y el convencimiento de uno de los guitarristas de que cuenta con el amplificador de mayor potencia del mercado por tener un control de volumen con una graduación de once puntos en lugar de los tradicionales diez.
A pesar de tratarse de una producción independiente, «This Is Spinal Tap» tomó fuerza entre los exégetas del rock por encontrar allí todos los elementos que exponen de manera brutal los entretelones extramusicales del género, a saber: las bandas en decadencia que pretenden actuar como si siguieran marcando el ritmo de la moda, los manejos de la industria que obviamente persiguen las ganancias sin interesarle el arte y los egos de los músicos, entre otras cosas.
Los inconvenientes que la ficticia banda fue encontrando a medida que progresaba el tour, con fallos escénicos, conciertos cancelados y auditorios más chicos y audiencias menores a las esperadas, también fue tomado por figuras musicales reales como un claro ejemplo de los pormenores que rodean a una verdadera gira. «Muy Spinal Tap» se convirtió en una frase recurrente entre músicos cuando se quiere describir shows en los que las cosas no salen como se preveían.
La fama de Spinal Tap se prolongó también porque los actores terminaron conformando una verdadera banda con shows en vivo, algo muy similar a lo sucedido con «The Blues Brothers», otro recordado filme musical -estrenado en la Argentina bajo el título «Los Hermanos Caradura»-, que hasta llegó a grabar un disco. En ambos casos, se trató de grupos surgidos en programas televisivos, fueron llevados a la pantalla grande y corporizaron en verdaderos conciertos y publicaciones de álbumes.
En el caso puntual de Spinal Tap, la gran virtud fue que los actores también son músicos y fueron los responsables de escribir e interpretar las canciones que presentan en la película.
El chiste se prolongó al punto de que la banda fuera convidada a participar del recordado concierto tributo a Freddie Mercury de 1992 en Wembley o en el mencionado Live Earth.
En este contexto, los fans rockeros esperan ansiosos la anunciada segunda parte para completar la historia de Spinal Tap en los últimos años y develar cómo se adaptó a las nuevas formas de producción y consumo musical. La participación de Sir Paul y Sir Elton auguran una producción mucho más ambiciosa que la de 1984 y un irresistible gancho para la audiencia. En principio, la banda puede competir mano a mano con The Rolling Stones el cetro de la banda más longeva en la historia del rock.
Por Hernani Natale (Télam)