La banda de rock alternativo Massacre despedirá el año con un concierto en La Trastienda de Buenos Aires, en el que tocará su notable disco «Biblia-Ovni», y su líder Walas sorprendió al afirmar a la agencia Télam que «el rock se murió el mismo día que murió Lou Reed«.
Con «Biblia-Ovni», el combo también integrado por Luciano Facio en bajo, Charly Carnota en batería, Pablo «Tordo» Mondello y Fico Piskorz en guitarras vuelve a marcar tendencia al lanzar nuevamente un álbum conceptual, en donde se mete de lleno con las religiones, sectas, creencias de todo tipo y la vida extraterrestre, en forma de canciones envueltas en sonoridades más indie y arriesgadas.
La agrupación vuelve a inclinarse por una propuesta disruptiva desde las letras, en donde el vocalista con su universo de cine clase B, épicas bizarras, hace una interesante narración sobre la manipulación y la sociedad a partir de la fe, de creencias extrañas, a las que le agrega pizcas de Fabio Zerpa y su obsesión por las formas de vida extraterrestre.
– ¿Sentís que la escena rockera emergente local está viva?
– Sí, yo siento que el rock está muerto pero la escena está viva.
– ¿Por qué decis que el rock se murió?
– Yo veo simbólicamente que la esencia del rock era patear tableros, derrocar Nixons o frenar guerras de Vietnam. Cuando el rock era eso y era peligroso, el establishment se encargó de destruirlo, censurarlo o comprarlo y hacerlo su aliado. Entonces hoy en día el rock está tan sponsoreado que la idea original que hacía temblar a los poderosos terminó siendo cooptada como Elvis Presley por el FBI.
El rock era originalmente una bomba y hoy es una bomba de plástico con muchos stickers de sponsors, por eso considero que el rock murió. El último gran revolucionario del rock fue Kurt Cobain y yo le di el último réquiem cuando murió Lou Reed. De hecho, hice una performance en un recital muy importante que creo que era de una cerveza y dijimos que el rock había muerto y yo corté una guitarra sonando con una motosierra a nafta. Pero la escena está viva, porque necesitamos que alguien lo resucite, que aparezca un nuevo The Strokes.
– ¿Sentis que eso puede suceder acá?
– Lo veo acá, porque nosotros por suerte tenemos muchísima cultura que ni los milicos, ni los 90 con el menemismo, lograron lo que querían. Unos nos cercenaron una generación y otros querían cercenar la cultura diciendo que las ideologías habían muerto. Por suerte no lo lograron y tenemos el cine que tenemos con toda esa camada como Luis Ortega y Lucrecia Martel, con el cine no comercial y también el comercial.
– Y tenemos mucho rock.
– Ni hablar. Tenemos a Charly, a Fito, a Gustavo que es lo máximo, a los últimos dos íntegros que quedan que son el Indio y León Gieco, a los poetas como Calamaro…
– ¿Y abajo cómo lo ves? Uno se maravilla con las bandas emergentes de La Plata, Rosario y Córdoba. ¿Sentís que hay movida?
– Por supuesto que hay movida. Abajo de estos que te digo, los que venimos por debajo y fuimos pichones por suerte tenemos a Ariel Minimal, a Sergio Rotman y a un servidor. Tenemos a Pez, al Siempreterno, a Massacre. A los tres nos catalogo como buenos discípulos de Sumo, que fuimos a su escuela y nos graduamos cada uno en lo suyo. Ah, y Nekro también. Después de eso viene otra generación, que es lo que todos estamos esperando. Todos les estamos pidiendo algo al rock, que nos dio durante el 2000 una cosa que estaba exacerbada, estuvo demasiado euforizado en la época donde era patrimonio de los imitadores de Mick Jagger y que les encantó a los medios. Más o menos era por 2005 cuando había festivales todos los años y el rock estaba de moda, demasiado euforizado al pedo. Ahora vuelve a sus causas, vuelve a ser cultural, vuelve a estar tranquilo y por eso de este momento pueden surgir las cosas que surgen, como Utopians, Eruca Sativa y Él Mató a un Policía Motorizado. Ahora la gente está buscando qué viene después de Eruca, Utopians y Él Mató, pero hay cosas. Hay mucho pop, hay de todo, por suerte hay mucha tela para cortar.
– ¿En el disco nuevo te planteaste poner en discusión el mal manejo de la religión y el tema de las sectas?
– Absolutamente. Es un tema que es recurrente en la historia de Massacre, en un disco anterior llamado «Doce Nuevas Patologías» habíamos hablado de las sectas, de las religiones apócrifas y de la necesidad de creer que tenemos los seres humanos en un tema que se llamaba «Gilda Manson», dos líderes. Pero acá en «Biblia Ovni» sí, está todo el tiempo el cuestionamiento de la iglesia que no es más que una institución hecha por algún vivo, un organismo de control como la policía o los jueces. Los jueces te imponen el castigo físico y tangible que es la cárcel y la iglesia te impone uno que es el peor, porque es el psicológico, el que no conocés.
– O, en lo circunstancial, la castración psicológica y la culpa.
– La culpa, exactamente. Eso es la iglesia como institución, que está revisitada acá. De hecho, hay una foto de del ex Papa Joseph Ratzinger tirando rayos de SS. Hay una postura de eso, que Ratzinger era el mejor de los tiros de gracia que tenía la Iglesia Católica para terminarse, para caerse como institución, y nosotros los argentinos mandamos un Favaloro que la resucitó, el Papa ideal que es zurdo y de los humildes, el papa Francisco, el Papa Bergoglio.
– El disco incluye la canción «Domador de Jaguares» en homenaje a Johnny Marr; ¿cómo surgió esa canción?
– Mirá, Johnny Marr es un tipo que conozco desde chico por los pósters. Para mí Johnny Marr es una foto en un póster o en un vinilo que no tenía yo, sino que lo tenía algún amigo como Sergio Rotman o alguna noviecita que había viajado a Europa y se lo había traído. Pero ahora tuve la suerte de conocerlo. Aunque no puedo unir el Johnny Marr de los pósters y el que conozco, con el que me siento a charlar. Cuando vino al Lollapalooza lo fui a conocer y tuvimos una conexión muy estrecha, casi mágica, como si nos conociéramos de años. Él es de Manchester, así que hablamos de las guitarras que tenían los Joy Division y de los New Order, y de cosas en común, especialmente de una guitarra inglesa de marca Vox que desde chico fue mi favorita y que hace muy poco pude conseguir una.
– ¿La guitarra que usaba Ian Curtis?
– Sí, exactamente, la Phantom Vox. Hace dos o tres años conseguí no una, sino la Phantom Vox y esto se lo comenté a Marcelo Montolivo. Es una inglesa, del año 66 y con características especiales. Entonces, cuando lo veo a Johnny Marr le llevo un libro que publicó en 2011 junto con un fotógrafo que se llama Pat Graham para que me lo firme y hablar un poco de eso. El libro trata de 50 reseñas sobre instrumentos de amigos de él, que empezó como los de sus amigos ingleses y se fue ampliando hasta que se logró ese libro que está buenísimo, porque son reseñas y fotos artísticas. Le llevo el libro y charlamos un poco de eso, de los instrumentos y justo me habló a los ojos de la Phantom. Y la conversación fue esta: “esa Phantom la deben tener los New Order porque cuando se murió Ian Curtis la agarraron ellos y de hecho la siguieron tocando”, y el tipo me dice “no, esa viola la tengo yo en casa”. Esa tiene un montón de botones de efectos e incluso uno tiene un error de imprenta con una palabra que generó otro significado.
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