Tras seis años de silencio discográfico, Panza, una de las bandas más relevantes de la escena independiente de las últimas dos décadas, publicó “Guillotina”, el primer anticipo de su próximo álbum, “Rock”, un trabajo atravesado a nivel lírico por distintos “replanteos” que proponen las nuevas realidades.
“Me puse a escribir sobre esa idea de cómo se ven las cosas cuando una se va de un espacio que intentó conquistar. Esa pelea constante por estar en un lugar que cuando lo ves de afuera te das cuenta que es una pavada porque, en perspectiva, el mundo es mucho más grande. En este tiempo en que hay una sensación de destierro y de ver las cosas desde otro lugar, me pareció lindo salir con este tema”, contó la vocalista Mariana Bianchini en declaraciones a la agencia Télam.
Sin embargo, la artista aclaró que aquellos lógicos replanteos que aparecieron en la sociedad a partir del aislamiento obligatorio por la pandemia de coronavirus, ya estaban presentes en el grupo respecto a los cambios ocurridos en los últimos años en la música, y particularmente en el rock, por las nuevas formas de producción, distribución y consumo.
En ese contexto, la banda que Bianchini lidera junto al guitarrista Sergio Álvarez, y completan el bajista Franco Fontanarrosa y el baterista Lulo Isod, encaró un regreso al que la vocalista comparó con “el paso de un cometa”.
“Esto es como un cometa. Pasó ahora y tal vez vuelva a pasar en cuatro años. No sé. No hay un plan más que conquistar nuestro universo musical”, describió
Por lo pronto, el silencio de la banda luego de la publicación de un álbum homónimo en 2014; y la consolidación de la carrera solista de Bianchini con la edición de “Matrioska”, ganador de un premio Carlos Gardel al mejor disco de rock alternativo de 2019; entre otras cosas, parecían marcar su final.
Sin embargo, la convocatoria de Adrián Iaies en marzo de 2018 para que la banda ofreciera un homenaje a Led Zeppelin en la Usina del Arte ofició de chispa para que se reactivaran los deseos de crear nueva música.
“No teníamos intenciones de volver a tocar pero lo hicimos, estuvo buenísimo y quedó picando la idea de reunirnos. Pero no queríamos tocar los mismo temas porque ya no somos los mismos, entonces pensamos que si nos juntábamos a tocar tenía que ser con disco nuevo”, señaló Bianchini.
Lo cierto es que más allá de cómo continúe la historia, este año habrá un nuevo álbum de Panza, el cuarteto que con su original mezcla de rock, punk y avant garde, cerca de una decena de discos y enérgicos shows, se instaló como una de las mejores propuestas de la escena independiente.
«Nos tomamos más tiempo para ir desarrollándolo desde el placer, sin pretensiones», comentó Bianchini. «Como banda de rock de muchos años, siempre se esperaba un resultado porque buscás mantener la estructura, que haya una convocatoria suficiente como para sostenerse como banda y ese tipo de cosas. Pero esta vez no nos planteamos fechas, ni un plan. Ni siquiera estaba la idea de salir a tocar. Y yo pude trabajar mejor las letras, reformularlas, que es algo que no había podido hacer en ningún disco».
«Yo siempre digo que nosotros siempre hicimos música guiados por, en mi caso, lo que llamo mi GPS vaginal, o sea, lo que nos pasaba en el momento», indicó sobre esta nueva manera de trabajar. «A mí me atravesó mucho la cuestión de género durante la época de Panza. En un primer momento, hicimos un disco muy ecléctico desde las letras, armadas con cadáveres exquisitos. Pero después empecé a escribir sola y empecé a plantear la cuestión de lo masculino y lo femenino, porque la industria musical me hacía sentir que era “la minita” del grupo. No pasó en el seno de la banda ni en los seguidores, en donde las cosas se daban de manera natural. Pero la industria me lo hizo sentir y entonces quería ser más rockera que los rockeros para demostrar lo contrario. No me podía relajar con eso. Ahora estoy segura que eso no está más. Siento esa libertad que me vino a partir de ‘Matrioska’ de liberar lo creativo, lo que estaba pasando, sin tanto enojo ni necesidad de mostrar que soy una mujer, no ‘una minita’. Está bueno estar enojada pero luego de un tiempo me empecé a aburrir de eso. Pensé que si siempre hacía eso y esperaba una respuesta, no iba a haber un cambio. Por eso, empecé a contar desde otro lugar».
Sobre «Guillotina», Bianchini contó que fue el primer tema que escribieron. «Estábamos viendo un documental y discutíamos cuánto tiempo puedo aguantar un cuerpo sin cabeza. Lo asocié a esta pelea constante por estar en un lugar y cómo, cuándo te corrés de ahí, ves las cosas distintas. Esa cosa de ‘soy mujer en el rock y me la banco’. Correrse de ese lugar conocido y ver en perspectiva», aclaró.
Esa noción de correrse de los lugares conocidos resulta profética si se lo relaciona con los replanteos que se hace la sociedad a partir de la nueva realidad que atravesamos. «Sí. Nosotros estábamos así desde la música antes de esa cuarentena», coincidió la cantante. «Esta idea de replantearse qué hacer. El mundo conocido dentro del rock cambió y está desapareciendo. Este es un momento que coincide con lo que estamos viviendo, con la necesidad de replantearse los medios».
Sobre la vigencia -o no- del rock, Bianchini expresó: «Para mí, el rock fue libertad siempre. Un medio para encontrarme, sacarme, bailar, gritar. Para mí es eso y va a existir siempre. Es la música que te hace hervir la sangre y te dan ganas de salir a conquistar el mundo. Eso va a seguir estando. Lo que no sé es en qué formato vendrá».