La aparición de un conjunto de canciones susceptibles de ser interpretadas sólo con una guitarra acústica pero abordadas desde una «psicodelia sonora» fueron las nuevas formas que encontró Carca para romper un silencio discográfico de once años con «Carcasutra», su nueva producción en la que conviven elementos que conforman una suerte de marca registrada a lo largo de su trayectoria con lo novedoso.
Se trata de su regreso al ruedo discográfico luego de «Carca registrada», su último álbum de 2012 en el que combinaba algunas nuevas composiciones con una suerte de antología desde «Miss Universo», su primera placa; en un lapso en el que se mantuvo activo, tanto con Babasónicos como en plan solista, aunque, desde su punta de vista, sin novedades que justificaran una producción con canciones inéditas.
«Pareciera como si no hubiese tenido tiempo en el medio por diferentes actividades en las que se me encuentra difundido, pero no se debió a falta de tiempo. Me sobran tiempo, ganas y energía, pero la verdad es que no había podido dar, pese a trabajar mucho, con una música que yo considerara novedosa, sorprendente y distinta. Me era bastante simple hacer más de lo mismo, pero no encuentro ninguna gracia ni desafío en eso», se sinceró el músico en una entrevista con la agencia Télam.
Y amplió: «Sobre todo porque venía haciendo un meta rock bastante marcado. Me había descentrado de la parte más experimental y psicodélica. Se había vuelto más volcada esa experimentación al formato, que en ese momento tenía más que ver con el rock. Por suerte, pude, no sé si evolucionar, pero sí encontrar para mí nuevas formas de música».
El polifacético artista consideró que el camino a seguir se le presentó con el tema «Silente, la serpiente», el primero que grabó de los diez que conforman el disco, cuando encontró que se trataba «de una canción que realmente era novedosa y fresca».
«Aunque puede parecerse a discos más experimentales míos, acá llegamos a un formato de experimentación que no pierde su condición de canción. Dimos con algo que nos sedujo por completo y que nos expulsó la vergüenza posible de abordar canciones más simples en su génesis, que podrían ejecutarse con una guitarra criolla, pero a la vez intervenidas por una psicodelia sonora que aparece gracias a la experiencia adquirida en estos años», explicó Carca, quien eligió hablar en plural porque destacó que suele trabajar con un equipo.
En este punto, el músico celebró «la organicidad» en sus producciones, «con voces grabadas sin autotune», porque sentenció que «ya se gastó demasiado al Pro Tools como herramienta».
«No es mi metier hacer lo que hacen todos. He subsistido en todos estos años gracias a ser diferente y gracias a que la gente aún necesita expresiones que no sean las que ortodoxamente marca el siniestro mundo de la moda», se ufanó.
En tal sentido, «Carcasutra» resulta una obra de la cual su protagonista puede sentirse orgulloso, con un puñado de hipnóticas composiciones que proponen un trance en el que, sin embargo, no se puede evitar seguir el ritmo con los pies.
Su producción contó con la participación de sus compañeros en Babasónicos Diego Tuñón y Tuta Torres; Daniel Melero, Gustavo Iglesias y Panky Malissia; y la placa presenta invitados de lujo, como el caso de Julieta Venegas, Dante Spinetta, Adrián Dárgelos y Graciela Borges, entre otros.
«Graciela es familia desde hace muchos años. No puedo empezar a hablar de ella porque es increíble en el sentido etimológico de la palabra: Es imposible de creer. Está para amarte, cuidarte, protegerte. Toda su familia es un amor, son personas celestialmente especiales. Y, por suerte, ese celestial no tiene que ver con ningún tipo de religiosidad», apuntó.
En la misma entrevista, Carca dio precisiones sobre la manera en que «Carcasutra», disco para cuya presentación oficial en vivo habrá que esperar a 2024, fue adquiriendo su carácter definitivo.
P: ¿Cuáles fueron exactamente los elementos que te dieron la pauta de que había algo en estas canciones que ameritaban un disco nuevo?
Carca: La verdad que no lo sé. Lo que puedo registrar para responder a esta pregunta es que me compré un Fender Rhodes, un instrumento hermoso para los que no dominamos por completo las teclas, para tecladistas de escasa data. Un poco cansado de las fórmulas que se me aparecían a la hora de componer, con ese piano se me abren la puertas de una música nueva y mía a la vez, porque no se había deslucido la personalidad. Aparecen canciones que son compuestas y grabadas también con el piano, porque, en otro momento, a los temas en los que hay pianos o se basan en el piano los hubiese llenado de guitarras arriba. Pese a que redunda en una psicodelia extrema, en este disco nunca son muchos los instrumentos en juego en la orquestación. Es un disco minimalistamente escondido, porque al escuchar algunas codas instrumentales de las canciones, se puede suponer que hay mil cosas sonando y, sin embargo, hay cuatro instrumentos. Eso nos hace entender que el protagonismo de esas cuatro cosas es estelar. No hay ardid de trucos de grabación, hay muchos temas que son la toma entera, con batería, guitarra y bajo, y se dejó el espacio para las teclas y los coros. Incluso, los solos se grabaron en esas mismas tomas. Me encantó que sucediera porque, particularmente, creo que los solos son algo que necesitan una impronta muy loca. El fuerte va a estar en la calentura que le pongas a esos solos, salvo que seas Brian May o Jeff Beck. La verdad que cuando uno regraba un solo, está solo, sentado, y a mí no me venía funcionando eso. Fue un poco obra de la casualidad porque al escucharlos eran medio insuplantables. Si bien hay pifies, lo que transmite el solo en vivo no hay con qué darle.
P: ¿Pudo haber influido en algo las lecturas que hiciste de la obra de Pescado Rabioso para una serie de conciertos que diste? Porque en los discos de Pescado hay muchos de esos ejemplos.
C: Tuvo que ver para encontrar nueva música, porque tengo cierta facilidad para llevar la música compuesta hacia otros lugares; tanto que me lleva a componer nuevas músicas. Lo que hice con las canciones de Luis fue que se pudieran cantar tal cual son las melodías, pero después las músicas en las que hice descansar esas melodías eran nuevas, y muchas eran tan nuevas que no tenían absolutamente nada que ver con el tema original, ni en acordes ni en ritmo. Sin quererlo, estábamos generando nuevas músicas y ahí es donde uno se sorprende con la capacidad de la reformulación, porque hubiera sido muy fácil la idea primigenia que se aparece, que es `tengo un trío de rock medio psicodélico, medio duro, y…vamos con Pescado´. Como que no nos movimos en nuestra zona de confort, nos fuimos hacia las músicas más novedosas para nuestros oídos. Ahí había pedazos que podíamos traer para nuestro rancho. Nada salió de ahí, pero nuevas ideas, seguro que sí.
P: Más allá del juego de palabras, ¿qué quisiste reflejar con el título del disco?
C: Son los sutras de Carca, que está con los ojos vendados pero igualmente parece que tienen muchas cosas que decir, que supuestamente parecen importantes. Creo que el guiño está en este pañuelo que le cubre los ojos. Ahí lo único que quiere decir es que nada de esto es en serio. No sigas nada de lo que te diga este supuesto gurú, solo disfrutá. Tiene que ver con pasarla bien y parar la oreja un poco para disfrutar esta fantasía.
Por Hernani Natale (Télam)