El cantante estadounidense R. Kelly, conocido por éxitos como «I Believe I Can Fly», fue sentenciado a 30 años de prisión luego de que en octubre pasado fuera hallado culpable de los delitos de abuso y tráfico sexual contra varias mujeres, muchas de ellas menores de edad, así como de liderar una red de crímenes sexuales.
Según informó el sitio especializado Entertainment Weekly, los fiscales de la causa habían solicitado a la Justicia que le impusiera al artista un total de 25 años de cárcel -entre los diez de mínima y la pena máxima de prisión perpetua que podía recibir- debido a «la seriedad de sus ofensas, la necesidad de una disuasión específica y la necesidad de proteger al público de nuevos delitos».
R. Kelly enfrentó su primer juicio por cargos de producción y distribución de imágenes de explotación sexual a niños y adolescentes, aunque en ese caso la víctima decidió no testificar durante el proceso y los magistrados a cargo resolvieron su absolución.
Sin embargo, sus conductas abusivas continuaron durante los años siguientes, y tras la publicación de la crónica «Soulless: The Case Against R. Kelly», del periodista Jim DeRogatis, y del documental de Lifetime «Surviving R. Kelly», sus causas quedaron nuevamente expuestas.
Finalmente, el artista fue detenido en Chicago en febrero de 2019 por los delitos de abuso sexual agravado, por los que se declaró inocente, y cinco meses más tarde fue acusado por la Justicia federal de haber participado de una red de crimen organizado, lo que implicaba que -además de los delitos de abuso sexual- también había creado una estructura de habilitadores y cómplices que manejaban una red de trata de mujeres y niñas.
Dicho proceso duró alrededor de seis meses, y a lo largo de ese período se escucharon lapidarios testimonios de muchas de sus víctimas, de acuerdo con los medios de comunicación de Estados Unidos que accedieron a las audiencias.
Unas nueve mujeres y dos hombres brindaron detalles de los abusos perpetrados por el acusado, todos ellos «bajo amenaza y extorsión», para lo cual «contaba con un séquito de guardaespaldas y ayudantes» para reclutar jóvenes para tales fines, según quedó demostrado.
Los testimonios dieron cuenta además de que el músico solía filmar los encuentros sexuales y que en algunos casos utilizaba drogas para mantener a sus víctimas sometidas, en muchas oportunidades incluso en cautiverio por algunos días.
También se hizo referencia a la relación que R. Kelly mantuvo con la fallecida cantante Aaliyah, con quien se casó cuando ella tenía 15 años y a la que obligó a falsificar su documentación con la complicidad de un juez.