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Conejo Jolivet: el guerrero de las seis cuerdas contraataca

30/08/2021 - Noticias
Conejo Jolivet: el guerrero de las seis cuerdas contraataca

Al igual que cuando presentó su grupo Dulces 16 a principio de los 80, una formación de rock y blues clásica con tres guitarras en momentos en que comenzaban a imponerse los teclados en la escena local, Gabriel «Conejo» Jolivet vuelve a emprender una especie de cruzada para recuperar sonidos tradicionales con la demorada publicación de «Tao de King», un disco registrado en España hace 15 años y que finalmente verá la luz en las próximas semanas.

«Yo pienso que el rock lo tiene la guitarra. El piano es un instrumento amigo, está bueno, pero no tiene que preponderar una cosa sobre la otra», advierte en declaraciones a la agencia Télam el músico que fue parte de célebres formaciones como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y Pappo’s Blues, en una definición que da una pista clara sobre el contenido del disco.

«Tao de King» presenta una formación de lujo, con los multinstrumentistas Peter Kunst y Luis Mayol -ambos integrantes actualmente de la internacional Javier Vargas Blues Band-, el tecladista Lucas Frasca y el saxofonista Gonzo Palacios, quienes despliegan un certero y arrollador rock bluseado a lo largo de 13 pistas, entre las que aparecen covers locales y extranjeros.

En ese combo se entremezclan algunos viejos conocidos para el público argentino como «El viejo» de Pappo, «Jugo de tomate frío» de Manal y «Tarea fina» de Los Redondos, que prolonga el halo ricotero del disco dado por el pasado de Jolivet y por el arte de tapa a cargo de Rocambole.

Pero tanto el contenido de la placa como el derrotero de 15 años para que finalmente se publique es apenas un paso más en la larga batalla que el excelso guitarrista lleva a cabo desde sus primeros pasos, en la década del 70, por la supervivencia del rock y el blues contra distintas modas impuestas desde la industria musical.

En tal sentido, Jolivet no solo se codeó con los grandes de la escena local, sino que también fue una suerte de «enlazador de mundo» -por ejemplo, fue el responsable de contactar a Ariel Rot con Andrés Calamaro– y hasta intentó poner un pie en los medios de comunicación para difundir el rock y el blues clásico, un espacio no siempre abierto a estas propuestas.

Igual de trabajosa resultó la edición de «Tao de King», que estará disponible en plataformas a través del sello Fonacal, luego de infructuosas negociaciones con distintas compañías que, a tono con la época, ofrecieron cifras irrisorias para el músico a cambio de su publicación. «Decidí guardármelo porque no lo quería regalar», justificó Jolivet al respecto.

En una larga charla con la agencia Télam, el músico reflexionó en torno a su trabajo discográfico y dejó algunas sentencias sobre su visión del rumbo tomado por el rock y los factores que operan como grandes enemigos del género.

P: ¿Cómo se reconfigura este disco en la escena actual?

Conejo Jolivet: Es difícil ubicarlo. A mí me llama la atención lo poco valorado que está actualmente el instrumentista. Antes había un público especializado pero ahora hay un montón de grupos que están dentro del rock pero no son rock. La gente va creando sus gustos por lo que pasan en la radio, que es un gran negocio, entonces se ha vuelto seguidora de letras y de «santitos» que les ponen y que son reemplazados por otros similares cuando consideran que ya no van más.

P: ¿Cuándo notaste que comenzó a ocurrir esto?

CJ: En los 90 la música empieza a desandar el camino hecho desde los 50. Ya en los 80 empieza a decaer y luego pasó a ser desastrosa. En los 60 y 70 la gente tenía la mente abierta, no estaba tan cooptada por los medios. Luego se empezaron a consumir otras drogas, la gente se volvió más individualista, con una mente más consumista que viajera, sin poder de discernimiento. Antes estaba más dividido entre lo que era rock y música complaciente, pero ahora está todo junto. La parte visual copó mucho, se venera al cantante y la música queda de fondo.

P: ¿Te sentís en una especie de «cruzada» en ese sentido por mantener vivo el rock y el blues?

CJ: Un poco sí. Me siento en la misma cruzada que cuando hice los Dulces 16 en los 80, un grupo de tres guitarras en momentos en que Charly García y todos los demás grupos impusieron los teclados. Eso hizo que la música se ablandara un poco. Como decía Pappo, ablandaron la milanesa. En las revistas hegemónicas de entonces se propulsaba el rock sinfónico y el jazz rock, y decían que tocar rock y blues era algo viejo. Los «Salieris de las oficinas» decían que había que hacer algo nuevo. Nosotros fuimos por el lado tradicional, del rock americano, y nos fue muy bien hasta que hubo problemas internos que separaron la banda.

P: Hay un prejuicio en torno al blues, como si fuera una música fácil de tocar, ¿verdad?

CJ: La gente tiende a pensar que el blues tiene tres tonos y listo, y es mentira porque el jazz no es más que blues mezclado con otras músicas. Sin la parte de blues, el jazz no existiría. Cada estilo tiene lo suyo y para ser capo en alguno de ellos, tenés que sumergirte en él. Yo creo que es mejor ser bueno en un estilo que chapucear en un montón de estilos.

P: ¿Cómo ves el futuro de la guitarra en esos tiempos en el que pareciera haber pasado definitivamente a un segundo plano con los nuevos ritmos de moda?

CJ: Hay un pasaje de la película de Chuck Berry en la que está hablando con Jerry Lee Lewis. Ahí, Jerry Lee Lewis le confiesa que cuando le decía a su mamá que era el rey del rock and roll, su madre le decía que no, que el verdadero rey era el guitarrista. «Vos tocás unas baladas muy lindas, country, pero el rock and roll lo tiene la guitarra», cuenta que le decía su madre. Yo pienso que el rock lo tiene la guitarra. El piano es un instrumento amigo, está bueno, pero no tiene que preponderar una cosa sobre la otra. Lo que pasa es que hay momentos en que los medios de difusión no te dan elección y te hacen escuchar el estilo que ellos quieren, de acuerdo al negocio del momento. Pero como decía el Indio Solari, el rockero nunca se da por vencido. Siempre piensa que hay mañana será un día brillante, aunque hoy llueva y truene.


Texto: Hernani Natale / Télam