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Cumple años «Fuerza natural», el último disco de Gustavo Cerati

01/09/2019 - Retro
Cumple años «Fuerza natural», el último disco de Gustavo Cerati

El 1 de septiembre de 2009, Gustavo Cerati publicaba «Fuerza natural». El accidente cerebrovascular que sufrió unos meses después -en mayo de 2010- lo convertiría en su ultimo disco. Y, para muchos, en uno de los mejores, por la madurez en la que se encontraba el ex Soda Stereo y por la calidad de las letras que volcó en sus canciones.

Se trata de un disco que traza de alguna manera una mediación entre consciente-inconsciente del autor, generando en el disco cierto grado de dirección preestipulada y esquematizada de antemano, en el que prevalecen bellos arreglos, dulces armonías, encerrando el concepto del álbum tras una melodía.

Tanto el disco como la canción “Fuerza natural” bajan los decibeles en cuanto a las guitarras distorsionadas de su precedesor, «Ahí vamos» (2006). En este caso prevalece una línea acústica muy melódica y orquestada, por la que desfilan programaciones, músicos, instrumentos y coros al mejor estilo gospel. Un bellísimo arpegio se funde con una fina arquitectura rítmica, que acompaña el dulce lamento de “Me perdí en el viaje, nunca me sentí tan bien”, donde magistralmente se perciben todos los sonidos desde la guitarra slide, estiradas de cuerdas, líneas de bajo y hasta un Cerati lanzando coros híbridos.

“Lo que hice se dirigió hacia una composición bastante rápida. Debía muchas ganas de hacer algo acústico, expresado de otro modo, salir un poquito de la distorsión que planteaba ‘Ahí vamos’. Quería que se moviera para lugares más libres. A continuación vino lo de Soda Stereo, que se dirigió tan gigante y tan power (la gira ‘Me verás volver’, en 2007). Necesitaba bajar unos cambios en ese aspecto“, narraría Cerati por aquellos días.

En el verano de 2008, Cerati se había ido de vacaciones durante dos meses a Uruguay, y cuando volvió a Buenos Aires, se refugió en su estudio a escuchar música sin ninguna meta durante seis, siete horas por día. «Estaba bastante con Tom Petty, me acuerdo, y mucho rock nacional de los 70 como La Pesada del Rock and Roll«, cuenta Adrián Taverna, amigo de Cerati y su sonidista desde los tiempos de Soda Stereo.

El álbum había sido adelantado por el single “Déjà vu”, cuyo título alude con algún pasado mediato (como lo describe el autor, “esta canción ya se escribió”). “Magia” sigue el recorrido por este viaje lírico, con el “Todo me sirve, nada se pierde yo lo transformo”, generando una especie de control sobre los factores que lo rodean, similar al “no se lo que vendrá pero mi brújula nunca falla”, con una guitarra acústica que le va dando cuerpo a la canción.

Un arreglo beat dibuja un pentagrama new wave, por el que cabalga “Amor sin rodeos”, para luego en formato desenchufado dar paso a “Tracción a sangre”, canción folky, con ciertos matices country, con una banda en constante movimiento. “Desastre” y “Rapto” suben la intensidad, avivados por esas guitarras tan particulares, y entrecortadas, que le dan una impronta y una identidad característica que apenas se las escucha ya permiten asociarlas con determinado artista.

Cerati comenzó tocando folclore hasta que escuchó a Luis Alberto Spinetta, y “Cactus”, una hermosa zamba, fusiona ambos aspectos, donde seductores arpegios y chasquidos divagan por la lírica Spinettiana: “Y los médanos serán témpanos en el vértigo de la eternidad, y los pájaros serán árboles en lo idéntico de la soledad”, enmarcándose tal vez como la mejor canción del larga duración. El tema sería, luego, grabado por Abel Pintos, cerrando el círculo entre folclore y rock.

En este contexto irrumpe “Naturaleza muerta”, un tema bien rockero con violas densas y distorsionadas, con Richard Coleman como invitado. “Dominó” con su machaque electro-rock, coautoría con Coleman, nos habla de la variedad de atmósferas y climas que rodean el disco, guardando cierta semejanza en lo sonoro con “Bomba de tiempo”; para detonar entre teclados y sintetizadores, en “Sal”, una balada al estilo “Crimen”.

En el tramo final aparecen “Convoy” y “He visto a Lucy”, especie de folk psicodélico en la cual prevalecen unos mordaces coros de Anita Álvarez de Toledo y Leandro Fresco (coros y teclados); y como bonus track aparece “Números”, un tema acústico que a modo de ensayo teórico, el autor va desprendiendo una serie de enumeraciones y alegorías, culminando con un enérgico golpeteo por los tambores.

Para terminar este impecable recorrido de letras y sonidos, una estrofa de “Dejà vu” sintetiza el concepto estético del disco y propone un viaje de colores por la pluma del autor: “Todo es mentira, ya verás; la poesía es la única verdad, sacar belleza de este caos, es virtud ¿O no?”.