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Cumple 30 años «El amor después del amor», el álbum más luminoso de Fito Páez

01/06/2022 - Retro
Cumple 30 años «El amor después del amor», el álbum más luminoso de Fito Páez

Tras la crisis de la hiperinflación de fines de los 80, a mediados de 1992 la Argentina había logrado la ansiada estabilidad económica y social merced a la Ley de Convertibilidad. La vida de Fito Páez había encontrado una estabilidad similar, gracias a su reciente relación con la actriz Cecilia Roth. Eso se ve reflejado en «El amor después del amor», publicado el 1 de junio de 1992.

Como muchos discos de Páez, «El amor…» permite rastrear el estado de ánimo del rosarino. «Del 63» fue su presentación, desde aquella frase que narra «nací en el 63»; «Ciudad de pobres corazones» muestra el desgarro sufrido tras el crimen de sus tías y «Tercer mundo» está bañado por la separación de Fabiana Cantilo («Fue amor» es la demostración más palpable de eso). Como el propio artista lo reconoce, «El amor después del amor» está atravesado por su romance con Cecilia Roth. «El ‘touch’ del álbum es Cecilia; está dedicado a ella», expresó en una entrevista publicada en el número 432 de la revista Pelo, en noviembre de 1992.

«En ‘El amor después del amor’ todo fluyó», destacó en una entrevista reciente. «Yo estaba enamorado de Cecilia Roth, una persona central en mi vida, porque yo venía de un mundo extremadamente marginal… no es que dejé de serlo, los artistas somos todos marginales toda la vida, pero en ese momento era un poco más marginal. Entonces Cecilia me pone los dientes, me muestra que hay un sol, me enseña que se puede comer algo más allá del Mentho Liptus, que hay bebidas más allá del Gancia… y entonces todo eso va para adelante. Ese también fue un gran estímulo. El amor, la recuperación del ‘ahora sí’, un poco el sentido, porque cuando uno pierde tanto, tanto, el sentido, después de situaciones delirantes en la vida de uno… ahí te queda boyando también.. track track, cortás las alas».

El álbum fue publicado en cassette y CD, este último un formato que iba camino a convertirse en el líder del mercado por más de dos décadas. En algunos países de América Latina también se lanzó en vinilo, mientras que en la Argentina hubo que esperar para verlo en ese formato hasta 2019.

«Un día te llaman y te dicen que ‘El amor después del amor’ va a cumplir 30 años de su salida y lo primero que pensás es ‘uf, qué rápido pasa el tiempo’, lo segundo que pensás es que eso no te gusta nada y lo tercero es que es una realidad, entonces aparecen muchas sensaciones muy hermosas porque todas las sensaciones ligadas a ese álbum fueron y son muy hermosas», admitió Páez en un video compartido hoy en su cuenta de Instagram.

«El amor después del amor» es un disco luminoso, donde Páez no solo expone su talento en las letras, sino que también muestra su versatilidad musical, moviéndose entre máquinas de ritmo (gentileza de Tweety González), ritmos folklóricos (con la ayuda de Mercedes Sosa y el Chango Farías Gómez), aires de tango moderno (en «Tumbas de la gloria») , temas rockeros («Tráfico por Katmandú»), canciones de amor («Un vestido y un amor») y aires optimistas («A rodar la vida»).

«A mediados de los 60 las comunicaciones revirtieron todo; en Rosario un pibe podía escuchar Beatles, Piazzolla, Mercedes Sosa o el principio del rock nacional. Yo accedí a todo eso, y de alguna manera, lo que hago es unir por la belleza», explicaba sobre esa amalgama musical en la mencionada entrevista con Pelo.

A eso hay que sumarle la presencia de un seleccionado de músicos invitados: Luis Alberto Spinetta, Charly García, Andrés Calamaro, Fabiana Cantilo, Celeste Carballo, Claudia Puyó, Daniel Melingo, Ariel Rot, Fabián Gallardo, Antonio Carmona, Chucho Marchand, Osvaldo Fattoruso, Gabriel Carámbula, Lucho González, Carlos Narea y Carlos Villavicencio, además de Mercedes Sosa y el Chango Farías Gómez. Además de Tweety González en programación y órgano, Páez tuvo como banda estable a Ulises Butrón en guitarras, Guillermo Vadalá en bajo y Daniel Colombres en batería.

«Estoy contento de manejar varios mundos, orgulloso de poder ir a una villa y que me saluden», mencionaba Páez en aquel momento. «Pero que me guste el fútbol no me impide leer a (Jorge Luis) Borges. El otro día hablábamos con Cecilia sobre (Pedro) Almodóvar, y veíamos cómo el gordito consigue involucrarse con todo; creo que yo también puedo tener la facilidad de hacerlo desprejuiciadamente».

Fito comenzó a componer las canciones de «El amor después del amor» durante la gira de «Tercer Mundo». Cansado de los manejos empresariales en la Argentina, mientras estaba de viaje por Europa comenzó a golpear las puertas de las filiales de Warner. Allí, en un bar de París, compuso «Tumbas de la gloria».

En febrero de 1992 se instaló en José Ignacio, Uruguay, para demear las canciones del futuro disco con Tweety González. Por aquellos días, en una fiesta de disfraces conoció a Cecilia Roth.

El sistema de composición era simple: Tweety tiraba un loop y Fito creaba encima. Cuando les gustaba algo, lo grababan en la Tascam de 8 canales e iban armando las melodías. Una manera similar a como hacen hoy los músicos de trap, pero hace 30 años.

Para la canción «El amor después del amor», Fito tenía la frase, que le parecía muy poderosa, y fue escribiendo de a poquito, probando cómo encajaba la letra sobre la idea del loop que había aportado Tweety González.

En «Dos días en la vida», Fabiana Cantilo y Celeste Carballo le pusieron voz a los personajes de la película Thelma y Louise. Según contó el músico recientemente: «Había visto ‘Thelma y Louise’ hacía poquito y dije ‘che, estas chicas acá… está muy bien lo que están haciendo, p***, que se escapan de sus maridos y todo eso, ¡qué bien que se vea en algún lado eso!’. Y encima se tiran con el auto por el Cañón del Colorado, ¡es excelente eso! Y apareció esa obsesión con esa historia, esa historia divertida y trágica».

La participación de Luis Alberto Spinetta en “Pétalo de sal” fue un tanto más complicada. El arranque es de Luis, que cuando llegó al estudio a grabar ese tema cayó con un sonido distorsionado. Entonces hubo opiniones encontradas, pero Spinetta peleó por eso.

Para «La rueda mágica», Fito llamó a Charly García, que al llegar al estudio escuchó la canción y pidió medio día para terminar su parte de la letra. Pero en menos de media hora tenía las dos estrofas armadas, los coros de todo el tema y había grabado su participación. Luego se sumaría Andrés Calamaro.

«Tumbas de la gloria» empezó con una guitarra en un bar de París, algunos teclados agregados y una máquina de ritmo. Tiempo después, en Buenos Aires, Tweety González le agregó el sampler de un riff de guitarra de Gustavo Cerati que tenía guardado de su trabajo con Soda Stereo.

«La Verónica» podría ser el guion cinematográfico de la historia de Santa Verónica, la mujer que le tendió a Cristo durante el Vía Crucis un paño para que se secara la sangre y el sudor, y quedó milagrosamente su rostro grabado en el manto.

«Tráfico por Katmandú» heredaba las bases de la movida de Manchester, tan en boga en aquellos días. Se fue construyendo por partes: un día grababa la batería, al siguiente el bajo y por último la voz.

«Sasha, Sissí y el círculo de Baba» la compuso casi al mismo tiempo que la grababa. Lo que fue al disco es la primera toma de los teclados y, a partir de ahí, Páez hizo la melodía y la letra. Todo en el momento.

En cuanto a «Un vestido y un amor», Páez se inclinó por encararla desde el lado más beatle. Contaba con algunas versiones previas. Surgió en menos de una hora, una mañana de resaca en el departamento de Cecilia. La noche anterior había tocado en The Roxy con Charly García.

«Creo» surgió de los resabios de la intensa relación que mantuvo con Fabiana Cantilo. Al final en esta canción están las cosas que Fito aprendió en su casa, en Rosario. «Están Piazzolla, Paul McCartney y, por supuesto, el inmenso Charly García».

«Balada de Donna Helena» estaba terminada para «Tercer mundo», pero Fito entendió en ese momento que encajaba mejor en la estructura del disco «Carabelas nada», con el que compartía el mismo tono melancólico. «‘La balada de Donna Helena’ estaba peloteando el primer puesto para ‘Tercer mundo’ entre ‘Carabelas nada’ y ‘Pétalo de sal’», recordó Fito. «Claramente, al ser un disco corto, y hablando del tercer mundo la canción sobre los lentes negros sobre el libro de (Chico) Buarque y el tono canyengue de ‘Carabelas’ y las armonías jobimianas y nebbieras entraban mucho mejor en ese concepto que ‘Pétalo’ y ‘La balada de Donna Helena'».

«Cuando empiezo a construir el hueso, el tronco de ‘El amor después del amor’ encuentro que hay muchos uppers, y encuentro que ‘Pétalo’ y ‘La balada de Donna Helena’ en dos momentos muy diferente del álbum me dan un respiro, me dejan respirar y me dejan meterme más adentro», explicó.

«Brillante sobre el mic» la compuso improvisando con un teclado y una máquina de ritmos. Y en una de esas vueltas apareció la estructura que se puede escuchar en el álbum.

Después de escuchar los demos de ‘El amor después del amor’, los directivos del sello Warner pusieron 150.000 dólares, cifra casi récord en ese momento, para que Páez pudiera grabar por primera vez un disco con las condiciones técnicas de una artista internacional. «Imaginate que eso era una temporada para componer, una temporada para ensayar, una temporada para grabar, otra para hacer las voces en Madrid, España, otra para meter los metales y las cuerdas en Abbey Road y otra para mezclar. Entonces, es un marco perfecto, donde un pibe joven que tiene fuerza para mostrarse, tienes deseo de comerse el mundo, tiene todo para hacerlo», indicó el rosarino.

Los días de tragedia y oscuridad parecían haber quedado atrás, y para el arte de tapa, el fotógrafo Eduardo Martí trabajó en la idea de un retrato luminoso de Páez con el torso desnudo, asomando detrás de piedras brillantes.

La aparición de un nuevo soporte digital para consumir música, el compact disc, empujó las ventas de «El amor después del amor», que en las primeras semanas se convirtió en el disco más vendido de la historia del rock argentino, desplazando a «Rockas Vivas» de Miguel Mateos/Zas, que ostentaba ese récord desde 1986. 14 canciones en poco más de una hora. 14 canciones que marcaron a fuego la historia del rock argentino.

Fito lo describe canción por canción

Así definía Fito Páez a las 14 canciones del álbum en el número 432 de la revista Pelo, en noviembre de 1992:

  1. «El amor después del amor»: «Bienvenidos a Páezlandia y la voz de la Puyó. Hay que estar con el volumen en la mano».
  2. «Dos días en la vida»: «Dos chicas peleando por lo suyo y casi ganando; final abierto».
  3. «La Verónica»: «A una actriz se le mezcla el personaje con su propia historia».
  4. «Tráfico por Katmandú»: «Una potente charla con Dios».
  5. «Pétalo de sal»: «Cuando uno recuerda cariñosamente a esa chica del bar».
  6. «Shasha, Sissi y el círculo de baba»: «Cómo el sapo consigue matar a la serpiente y luego se suicida por amor».
  7. «Un vestido y un amor»: «Dedicado totalmente a Cecilia».
  8. «Tumbas de la gloria»: «Mi ‘Don’t Let me Down», o cómo veo el tango hoy».
  9. «La rueda mágica»: «De la nada aparecieron los Bealtes, García y Calamaro».
  10. «Creo»: «Eso es, decir creo es decir porque sí».
  11. «Detrás del muro de los lamentos»: «Folklore de verdad con Mercedes y el Chango».
  12. «La balada de Donna Helena»: «Una chica que hace desaparecer gente en la ruta; ella puede tener todo, pero sólo un instante».
  13. «Brillante sobre el mic»: «Una tarde en un lugar, recordando cosas y gente».
  14. «A rodar mi vida»: «Hacía falta un poco de liviandad para el final».

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Por Rodolfo Poli (especial para CRock)