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Cumple 35 años «Giros», el emblemático segundo álbum de Fito Páez

12/12/2020 - Retro
Cumple 35 años «Giros», el emblemático segundo álbum de Fito Páez

Cuando publicó su álbum debut «Del 63» (1984), Fito Páez ya era un nombre conocido en el ámbito del rock nacional, gracias a su participación en la Trova Rosarina que acompañó a Juan Carlos Baglietto en su estallido de popularidad. Si bien aquel debut solista fue muy bien recibido por crítica y público, fue con «Giros» (1985) que ese flaco desgarbado se transformaría en una figura clave en la escena de la música popular argentina.

En «Giros», publicado en diciembre de 1985, Páez ya reflejaba su madurez como compositor, a pesar de sus 22 años. Ya era una celebridad en el ambiente del rock y vivía con Fabiana Cantilo en el barrio porteño de Belgrano. Además, durante la grabación del álbum había sido convocado por Charly García para acompañarlo en sus shows en vivo.

En «Giros», Páez estuvo acompañado por los músicos de su banda: el nicoleño Daniel «Tuerto» Wirzt en batería, Fabián Gallardo en guitarras, Tweety González en teclados y Paul Dourge en bajo. Además, había tres invitados de lujo: el Mono Fontana, Osvaldo Fattoruso y Fabiana Cantilo.

«Un Sargento Pepper de nuestra música popular»

En un texto del periodista Martín Rodríguez compartido por el propio Páez hace unos años, se destaca que «‘Giros’ son exactos 30 minutos de nueve canciones paradas en la mitad exacta de la década del 80, en el último año de esplendor primaveral de esa democracia. Dice que algo se terminó, pero que no todo se terminó, ¿y cómo lo dice? Si la primera canción, ‘Giros’, es fundacional de un sello único de su música (con un bandoneón ejecutado desde un sintetizador, para hacerlo sonar en la caja de truenos ‘modernos’), la segunda consagra un estilo de canciones de Páez que podríamos llamar ‘punkitos pop’, con su ley a grito pelado: ‘Me pasé la vida viendo / viendo cómo hacen el mundo en vez de hacerlo yo’. Se trata de un hilo nervioso que recorre el álbum desde ‘Taquicardia’ hasta ‘Narciso y Quasimodo’ y que termina en ‘Decisiones apresuradas’, una canción política donde la palabra ‘cocaína’ metaforiza una suerte de pulsión adictiva en torno a la sangre en la Argentina blanca. Fito hila de un modo monológico: sus canciones más salvajes y rockeras se confiesan con la lírica cruda. Rompe la última luz del aura de la trova rosarina que le queda con ’11 y 6′, una canción para niños pobres que recorren las mesas del café La Paz entre la indiferencia y la piedad radical, peronista y bolchevique».

«En varias ocasiones de este álbum, oímos el ritmo y el devenir de un río Paraná: el tiempo de una vida nacida escuchando la revolución del folclore y el tango de los años 60 en el living y la revolución beat en el cuarto. En Fito Páez, en su mundo, el Cuchi Leguizamón, Aníbal Troilo o Astor Piazzolla hacen sistema con John Lennon y Charly García. En ‘Giros’ es la primera vez que todos esos mundos están ahí, a punto caramelo. Si Charly García escribió ese primer gran verso pop sobre la violencia (‘no era Lennon ni Rucci‘, en ‘Clics modernos’), Fito en ‘Giros’ graba un sistema que definiríamos parafraseando a Charly (en una versión de esa ironía): ‘no hay Lennon sin Cuchi’. Fito es un Sargento Pepper de nuestra música popular: transforma al piano de Cuchi en pop, transforma el piano de García en el futuro de nuestra tradición profunda».

«‘Giros’ es un disco que cierra esos ‘sixties dorados’ que fueron los años ochenta en las ciudades argentina, pero los cierra mirando el cielo. Si Cocaína puede ser el nombre de una nueva tragedia del cuerpo, del cuerpo individual, del cuerpo como batalla y placer, uno contra uno mismo (como en esa plegaria para un amigo ‘dormido’ que es ‘Cable a tierra’), Fito sitúa de corazón una nueva forma del ‘yo’ en el rock argentino: la inocencia. ¿Qué inocencia podía tener este hijo de la ‘Chicago argentina’ que conoció todo? No es la inocencia policial (‘oh, me acusan del crimen que no cometí’), ni la inocencia política (el pavo ‘¡todavía cantamos!’ haciendo bailar a los zombis en las fiestas estatales), ni la inocencia del artista (‘el arte curador’ como frontera ante el mundo), sino la inocencia de lo sobrenatural, de que algo va a ocurrir y que por eso hay que quedarse acá. Fito Páez propone su Giro: cambiar uno y esperar las profecías. Ni fe en el Progreso, ni fin de la Historia. Las dos cosas a la vez. Fito Parece decir en estas canciones: revisate el aceite, revisá la calidad del sueño, y esperá que hay algo que dejaron afuera y se corporizará. Es un disco religioso, porque canta al final de un capítulo de la historia (la primavera democrática con sus mendigos, sus asesinos libres, sus artistas perdidos), pero lo hace con ilusión, sus canciones son nueve ‘flores robadas’ en los jardines de la República perdida».

«Y todo eso se hace evidente en la última canción, cuando acuña el esoterismo al que se rinde: DLG, la sigla del Día de Los Grones, el día que nos espera después de la democracia pacificada de Alfonsín. Agita con una mano un cartel que dice ‘no pierdan la esperanza, cuenten conmigo’ y con la otra una profecía: ‘algo vendrá, algo que no vemos, algo que no está acá, un rayo luz, una tormenta’. ‘Giros’ es un disco que dice cosas. Para la política, la esperanza de la vuelta de los Grones barridos bajo la alfombra procesista. Para la música: la novedad de que no hay futuro sin tener el pasado encima».

«Uniré las puntas de un mismo lazo»

En una nota publicada en la revista Pelo antes del lanzamiento del álbum, se citaba que «Fito Páez no quiere un mundo en el que no se puede hacer una chacarera si se tiene pintada la cara, ni nadar en piletas donde se va y se vuelve dentro de límites fijos y estrechos. Una de sus canciones más recientes promete ‘y uniré las puntas de un mismo lazo’, lo cual incluye la posibilidad de juntar la chacarera con el rock. Consideremos esa posibilidad como un hecho en su nuevo LP ‘Giros'».

Al respecto, en una entrevista publicada en ese mismo número de septiembre de 1985, el rosarino declaró: «El disco es como una especie de desnudo. Grabé cosas muy fuertes que yo tenía guardadas. Saqué un rockanroll, una chacarera y una baguala, osas que no había hecho nunca. Mucho no me gusta explicar las cosas. Es como que tu obra está ahí cocinada. Yo reconozco a primera vista que hay cosas que no hice nunca, como haber incorporado un rockanroll que saqué de la galera un día que me levanté con la cabeza quemada. Hay también una chacarera».

P: ¿Fue todo espontáneo, franco?

Fito Páez: Sí, fue eso. No «cuca», no cabeza, sin analizar. El primer disco fue mucha cabeza, mucho estudio, y este disco fue como sacar lo primero que me sonaba, sin importarme si me parezco a éste o al otro. Realmente me parece que soy una resultante muy extraña de todo lo que está pasando. Digamos soy una fusión de muchas corrientes musicales.

P: Eso preocupa mucho a los medios, ¿no?

FP: Yo creo que es como lo que hablábamos con el Chango Farías Gómez. Sobre todo, a los medios. Nosotros somos una generación culturizada, un país trasculturizado, entonces, dejemos de plantear la trasculturización: estamos conviviendo con ella, vamos a generar cosas a partir de eso, desde el rock y desde la chacarera, desde el tango y desde el pop; dejémonos de los planteos, de que está Litto Nebbia o Charly García, locos. Déjense de quemarse vivos y abran el corazón. Ayer escuchaba mi disco y me emocioné. No podés ponerte a pensar si sos esto o lo otro. Si no te gusta, por ahí no te lo bancás. Si por ahí escuchás una chacarera y sentís cómo está tocada, entendés qué es lo que pasa. A veces es muy duro que monito que viene tocando una cosa, en el último tema de su disco mete una baguala.

P: ¿Es duro para ese, o para el tio de folklore y la baguala verte tocando con Charly?

FP: Es más duro para la otra parte. Yo estoy con gente como el Cuchi (Leguizamón), Mercedes Sosa, el Chango (Farías Gómez) y no hay prejuicios con el rock; hay entendimiento.

P: ¿A quién te acercás más ideológica y musicalmente, a Charly García, Juan Baglietto o el Cuchi Leguizamón?

FP. Lo de ideológico es un tema largo. Yo me siento afectivamente cerca de los tres.

P: ¿Se puede ser excesivamente abierto como para aparecer pintado haciendo pop y después componer chacarera?

FP: Bueno, prueben a ver si se puede.

P: ¿No se puede confundir al tipo que te sigue?

FP: ¿No se puede confundir uno? ¿Quié estamos cuestionando acá? ¿Qué tipo que hace chacarera no puede pintarse la cara? O sea, volvemos a 1960 y aparte fascismo. Yo no quiero ese mundo. Quiero el mundo en el que se puede hacer una chacarera y pintarme la cara. Creo que el tipo que desconoce lo ideológico tiene una falta de locura absoluta. Entonces, al tener dsconocimiento ideológico, puede sugerir estas cosas.

El lenguaje poético, aparte de sonido, es de lectura absolutamente individual. La poestía puede ser también entendible. Desde González Tuñón hasta Artaud tenés mil formas pero son las dos válidas; desde Spinetta hasta Ferrer, Discépolo.

P: Tres agujas «yo no quiero más nadar en piletas»

FP: Puede ir de la cosa más simple: la pileta es así, cuadrada, tiene agua y límites, vas y volvés, y nunca pasa nada más, no hacés nada nuevo. Eso salió cuando fui a Waterland, en Mar del Plata y allí estaba la pileta y es lo peor que hay en el mundo. Se me ocurrió eso y me salió. De una imagen tan simple podés dar mil significados. Tengo una nueva letra que dice ‘y uniré las puntas de un mismo lazo’, que eso para mí significa muchas cosas, unir la chacarera con el rock, unir los sexos, unir esta galaxia con otra, Olmedo con Mercedes Sosa, lo que me pasa a mí, más allá de que a la gente le moleste o no. Si molesta, es porque está causando efecto. Una vez una amiga me dijo que uno molesta cuando se declara como algo.

P: «Cable a tierra«

FP: En la época en que lo hice andaba mal y necesitaba un cable a tierra. Siempre hacés canciones de lo que pasa.

P: ¿Cuál fue tu cable a tierra?

FP: Para mí es pensar más en el otro que en mí, tratar de entender al otro, pensar que estás acá para generar algo lindo, que lo tuyo es tirar buena onda a la gente. No sé por qué llegué hasta acá, no seguí una carrera musical, ni nada. Estoy componiendo, toco en Obras y me hacen notas. No fue una carrera planificada. El cable a tierra tiene que ver con eso. Tampoco vamos a hacer un sacerdocio de eso.