Coincidiendo con el retorno de la democracia, el 10 de diciembre de 1983 la banda platense Virus publicó su tercer disco, «Agujero interior», a través del sello CBS.
En aquel momento, Virus estaba conformada por los hermanos Federico, Julio y Marcelo Moura, más Mario Serra y Quique Mugetti en la base rítmica. Contaban también con el apoyo de algunas celebridades del under porteño como Roberto Jacoby, a quien Federico conocía de las noches en el Instituto Di Tella, aportando poesía urbana en las letras de las canciones del grupo, y a Jean Francois Casanovas del colectivo artístico Caviar, que llegaba de París y les coreografiaba algunas presentaciones
El disco se grabó en los Estudios Moebio entre octubre y noviembre de 1983 y fue lanzado el mismo día en que asumía Raúl Alfonsín, el nuevo presidente constitucional. «La verdad es que en lo personal no siento que haya influido en el plano musical», dijo Julio Moura en una entrevista con Rolling Stone.
«Fueron varios años de dictadura y represión. En cierto modo, nos moldeamos en ese contexto social. Creo que la sorpresa que causó nuestra aparición, con nuestra propuesta estética-lírica-musical, en retrospectiva se puede entender con eso, la convicción de nuestra actitud y nuestra contracultura. Abrirse camino enfrentando esa realidad y también ante los prejuicios incluso en el círculo musical no fue fácil. Desde el principio se nos juzgó, utilizando calificativos como modernos, que invitamos al baile y nos preocupamos por el look, para terminar diciendo que éramos triviales».
La producción
Con producción de otros hermanos, Michel y Danny Peyronel (Riff), la banda calificó a este álbum como «el disco más rockero» del grupo, y uno de los mejores de su carrera. Y los Peyronel tuvieron mucho que ver con eso.
En realidad, la idea de la banda era contar con Billy Bond como productor. Federico Moura fantaseaba con la idea de grabar en Brasil, país que Bond había elegido para seguir involucrado en la música cuando las amenazas de muerte de la Triple A se habían vuelto insostenibles. Entre sus primeras producciones aparece el debut solista de Ney Matogrosso, artista admirado por Federico. Pero finalmente se impusieron los hermanos Peyronel.
«Mi conexión con los Virus fue a través de (el productor) Carlos Rodríguez Ares. Él conocía lo que yo había hecho con Los Violadores, cómo sonaba eso, quería un sonido distinto de lo que venían haciendo ellos hasta ese momento», dijo el baterista de Riff en una entrevista con Rolling Stone. «Hicimos algunas fechas en un teatro en Mar del Plata, tocábamos nosotros y otros días tocaba Virus. Muy buena onda. Eso estuvo bárbaro».
«Michel y Danny, gente muy linda, muy sincera y afectiva», recordó Julio Moura. Y agregó: «La idea fue de Carlos y nosotros aceptamos con gusto. Intercambiamos ideas, experiencias y colaboraron en el sonido, pero siendo sincero, la producción y mezcla del disco la hicimos Federico y yo. Con esto no estoy desmereciendo a nadie, sólo cuento los hechos tal cual fueron».
En una entrevista firmada por Rafael Abud para la revista Twist y Gritos, Federico Moura decía sobre aquel momento de creatividad tan particular: «En este país hay tradición de revisionismo, de valorar las cosas ya hechas y no sentir placer en lo excitante de lo desconocido. Yo estoy de este último lado, como dijo Marcel Schwob, un simbolista francés: ‘Todo lo seguro está muerto, todo lo incierto vive’. Si salís a un escenario es porque algo querés decir. Nuestra intención era movilizar a un oso dormido, latente. No creo que nuestra música ni el rock en sí sean algo de vanguardia, así como estar adelantados muchos años, pero sí creo que somos precursores en adelantar y no proyectar hacia atrás. Lo mejor que puede pasarle a la gente ahora es entrar en un estado de actividad por contraposición a lo anterior; pero no basta analizar y tratar de entender lo que sucede, es fundamentar el hacer»
Los dos trabajos anteriores de Virus («Wadu Wadu» y «Recrudece») habían logrado cierta repercusión en las radios, pero en su conformación eran bastante irregulares. Con «Agujero interior», la agrupación liderada por Federico Moura buscaba crear un disco sólido, con un sonido más potente y en el que todos los temas sean destacables. Llevar a Virus a un plano más rockero sin perder las sutilezas de una formación con probada agilidad pop.
«En Francia yo tenía una banda que se llamaba Extraballe, de punk y new wave, fundadora de toda esa movida en París. Hicimos gira con The Jam y tocamos con The Clash, digamos que tenía una cercanía con el sonido que tenían o que buscaban los Virus. A mí me pareció que era claramente un grupo de new wave, así que los llevé para ese lado; funcionó bien. Después, mi experiencia de productor convivió de la mejor manera con las ideas de Federico. Nunca me exigió nada, parecía que estaba contento con todo», recordó Michel.
El disco está conformado por 11 canciones, destacándose «Hay que salir del agujero interior», «El probador», «Carolina», «En mi garaje», «¿Qué hago en Manila?» y «Los sueños de Drácula».. En algunas reediciones en CD se incluyó un bonus track con una versión de «¿Qué hago en Manila?» grabada para el mercado español, más bailable y un anticipo de lo que vendría en la carrera de Virus.
Las letras
En cuanto a las letras, Roberto Jacoby reconoció que el momento histórico tuvo mucho que ver en el contenido. «El concepto de Virus en general era la liberación física, corporal, sexual y al mismo tiempo letras que tuvieran cierta gracia, alusiones a distintos temas sobre situaciones, desde la droga hasta la guerra», explicó. «Agujero interior era eso, terminó la dictadura y había que poner el cuerpo y la cabeza en otra posición. Eso fue el contenido de los años 80. Liberarse de una tremenda opresión».
Un ejemplo de eso es la letra de «Agujero interior». «Largar la piña en otra dirección» fue una especie de grito de guerra en las discotecas y en todas las fiestas durante los primeros meses de la primavera democrática. «Poner el cuerpo y el bocho en acción», también dice la letra de Jacoby.
El tándem Moura-Jacoby también es una rareza dentro del rock argentino, una dupla compositiva que adelantaba una nueva caligrafía con la utilización de modismos cotidianos, juegos de palabras y una vida lúdica a través de las letras de Virus.
«No es fácil, pero tampoco es difícil tratándose de él y yo [risas]. Sólo el hecho de que Federico accediera a trabajar con alguien las letras demuestra que era un cantante muy especial, siendo que era una estrella nata. Lo tenías que mirar y te dabas cuenta. Sin embargo, él perseguía la calidad en todo. Calidad del sonido, ropa, luces, de la situación. Era muy exigente con los demás y consigo mismo. En ese sentido nunca tuvimos una discusión, jamás, y trabajamos muchos años juntos. Podía haber una idea diferente y se debatía. Cooperación, siempre en tono colaborativo», destacó Jacoby.
«¿Qué hago en Manila?» encierra una de las anécdotas más curiosas sobre este disco. Cuando fueron a registrar la canción en Sadaic les rechazaron todos los nombres que proponían, entonces, se terminó llamando «¿Qué hago en Manila?», que nada tiene que ver con la letra.
Todas las canciones son originales, excepto «Carolina», una versión de la canción «Carolina Querida» del español Moncho Alpuente, inspirada en el romance del tenista argentino Guillermo Vilas con la princesa Carolina de Mónaco.
La imagen
La foto de tapa de «Agujero interior» también reveló otro gesto estético distintivo. Una vez más el colectivo artístico liderado por Rodríguez Ares y Federico Moura, y que también incluía a un coiffeur francés, Cyril Blaise, y a la vestuarista y gran amiga de Federico Adriana San Román, sumó voluntades para mostrar a la banda.
Marcelo Zappoli es el autor de la imagen que ilustra «Agujero interior». «La idea surge a partir de unos videos que tenía Carlos Rodríguez Ares de un ensayo de Virus grabados en VHS profesional. Pensamos que podíamos aprovecharlos ya que la banda estaba grabada con un vestuario apropiado y que yo podía capturar con mi cámara algunos momentos, a través de un monitor de alta calidad que tenía Carlos en su casa. Así lo hicimos, planté mi cámara de 35 mm con película de transparencia color sobre un trípode frente al monitor y fui disparando cuando consideraba que había algo interesante», explicó el fotógrafo. «Me pareció una técnica interesante, no vista o usada y que dado lo grabado era para aprovechar, además con las ventajas de no tener que armar una sesión en estudio. Cuando vimos los resultados, no dudamos de que las fotos de la tapa tenían que ser así».
La nueva imagen de Virus exhibía un apego por los peinados rockabilly. Ares le enseñó a Federico un disco de Stray Cats y el resto fue obra del estilista francés. Camperas de cuero, camisas blancas y pantalones ajustados como los que usaban los héroes del rock & roll de fines de los 50 empezaron a formar parte del cuidado vestuario de la banda.
«El cambio de look coincidió con la onda más rockera del disco, ya desde la influencia, creo, de Danny y Michel Peyronel en la producción artística, le dieron en ese álbum esa postura un poco más rockera y que, debido a lo moderno de la banda, fue interpretado por el público como punk-rock», rememoró Zappoli. «Recuerdo cuando los fotografiaba en los shows en vivo de ese momento, todos teníamos que esquivar los escupitajos que venían de las primeras filas, al punto que en un momento Federico paró la banda y dijo: ‘¡No nos gusta que nos escupan!’, pero todo siguió igual. Creo que tanto lo musical como la onda en el look, que siempre fue coherente en Virus, fue parte de los cambios en busca de una identidad más sólida a partir de este álbum. También había un grupo de gente que colaborábamos junto a Federico con la imagen, puesta en escena, sonido y luces. Cosa que hasta ese momento no hacía ninguna banda».
La crítica
En su número 206 de febrero de 1984, la revista Pelo escribió:
El tercer álbum de la banda de los hermanos Moura muestra una interesante evolución, especialmente en lo que hace al aspecto puramente instrumental. Aunque las vocalizaciones aún distan de ser perfectas, la banda alcanzó por fin el sonido rockero que necesitaba, además de mostrar a un grupo mucho más ajustado que en sus discos precedentes. «Agujero interior» es un álbum vital, intenso y divertido, cuyo ritmo no decae a través de las sucesivas bandas que lo componen. Obviamente, la asociación entre los hermanos Moura y los Peyronel, productores artísticos del disco, dio frutos y de los buenos.
A pesar del escueto reconocimiento de la prensa, «Agujero interior» creció como un grito liberador. Junto a «La dicha en movimiento» de Los Twist, «Vasos y besos» de Los Abuelos de La Nada y «Clics modernos» de Charly García crearon la mejor banda de sonido para los primeros meses en democracia. «Cada disco nuestro fue el reflejo de lo que estábamos viviendo en relación a un movimiento constante. No nos deteníamos a analizar desde lo conceptual. Íbamos aprendiendo a transitar la manera de expresarnos, y Agujero interior llega en un momento donde creció mucho nuestra actividad. Estábamos haciendo muchos shows, lo cual generó una experiencia fantástica. Con este disco quisimos que el sonido y la estética musical representaran eso: nuestro sonido en vivo, con lo que implica e influye la participación de la gente», dijo Julio Moura, autor de esos riffs que aún sacuden la memoria y explican perfectamente los días de «jugar con la imaginación sin tener que pedir perdón».
«Agujero interior» se convirtió en un verdadero éxito de ventas. A tal punto que uno de los máximos directivos de la filial argentina de CBS los sacó corriendo por el pasillo al advertir el cambio de estilo más pop que planeaban para «Relax», el próximo disco del grupo. Finalmente, el tiempo les terminaría dando la razón a los hermanos Moura y compañía.