«Metegol», el sexto disco de Raúl Porchetto, fue publicado en octubre de 1980 y representó un enorme paso adelante en el rock que se hacía en nuestro país. Con una impronta moderna, con influencias de la new wave, un sonido hi-fi y criterios de producción minuciosos, encontraría sucesores en otras obras del rock argentino.
En «Metegol» se reuniría por primera vez el gran trío de apoyo conformado por el guitarrista Pablo Guyot, el baterista Willy Iturri y el bajista Alfredo Toth, quienes luego volverían a brillar con Charly García, y posteriormente se establecerían como la emblemática banda GIT.
«Pienso que son músicos excelentes que tienen mucho talento y que me aportan un montón de cosas», decía Porchetto en una entrevista con la revista Pelo en septiembre de 1980. «Siempre, desde la idea original hasta el producto final, hay un montón de pasos intermedios que deforman la música. Con mis anteriores bandas notaba que eso ocurría, porque cada uno tiraba un poco para su lado, pero con los chicos eso no ocurre, porque todos tiran para la música y para adelante».
Las sesiones de grabación comenzaban siempre alrededor de las diez de la noche y no terminaban hasta la madrugada. El último tema en ser mezclado (se mezcló uno por día) fue «La tormenta». El técnico de grabación, Roberto Fernández, y Raul Porchetto fueron los encargados de cuidar los detalles del sonido junto a la imponente mesa de 24 canales de los estudios ION. En total se utilizaron cerca de 170 horas de grabación. «Es un costo altísimo para un disco de rock, pero creo que el resultado valió la pena», expresaba Porchetto en aquel momento.
La música del álbum marca significativas diferencias con el anterior material de Porchetto («Mundo», de 1979). Si bien no abandonó su gusto por las canciones calmas e introspectivas, es indudable que el ritmo y la fuerza de su música representaron algo totalmente novedoso para sus composiciones. Inclusive el blues y el rock’n’roll están presentes en los temas.
«Noto un cambio», reconocía el músico en aquel momento. «Creo que no se puede decir que sea el día y la noche, pero es evidente que un cambio hay. Para mí, cada long-play es una oportunidad para experimentar. Nunca me quedo con algo que me convenció, sino que siempre busco cosas nuevas. ‘Metegol’ tiene mucha más fuerza y mucho más ritmo que los discos anteriores. Además, está mejor tocado que los otros y tiene un mejor sonido», agregaba.
«En las composiciones busco reflejar mi vida. Hay un montón de cosas que se conjugan en la composición», explicaba. «Lo que trato es que no sea irreal conmigo mismo. En la composición hay una síntesis de lo que uno ha estado estudiando, pero yo trato de no hacer ningun proceso intelectual con la música porque sino en vez de tocar para la gente y para mí mismo, estaría tocando para mi ego. En la composición se conjugan un montón de cosas del inconsciente que afloran en ese momento y que uno deja que se liberen en ese instante. Desde ya que pretendo que mi música sea el reflejo de mi vida, porque sino se desfasa la realidad y creo que a nadie le interesaría eso, porque pienso que soy un tipo como cualquiera y que, en la medida que refleje lo que yo siento, voy a estar reflejando lo que siente un montón de gente».
El trabajo de Guyot, Iturri y Toth no se limitó sólo a acompañar a Porchetto, sino que los músicos conformaron una banda sólida. «En los arreglos sobre cada instrumento, todos tienen libertad total para trabajar», decía Porchetto. «Nosotros trabajamos en función del respeto por los demás músicos, porque cada uno sabe muy bien lo que tiene que hacer. Pienso que todo el material se enriqueció por ellos».
Todo esto potenció las grandes composiciones de Porchetto, que ya en esos años era considerado uno de los mejores autores de la música argentina. Empezando por la canción que da título al disco, siguiendo por «Aquí el planeta» o «Cruzando Buenos Aires», y terminando en «Truenos y rayos», sin soslayar a una canción que sería emblemática un par de años después: «Algo de Paz», que simbolizaría la resistencia al conflicto bélico con Inglaterra por las Islas Malvinas.
En su crítica de noviembre de 1980, la revista Pelo escribió: «Los años de lucha han sido largos para Raúl Porchetto. Mientras que otros contemporáneos suyos conocen la panacea del éxito, y otros acritud del anonimato, él se mantuvo en un espacio intermedio. En una especie de suspensión indefinida. Respetado por el público y los músicos, no consiguió, sin embargo, aunar todos los elementos que impulsan a un artista hacia la apreciación masiva».
«No se puede ignorar la parte de culpa que él lleva en todo eso y que derivó en un proceso autocrítico personal y profundo. Raúl Porchetto aprendió de sus imitaciones, de los esquinazos del sistema, y de la medida de su propio talento. Entonces estuvo preparado para buscar el impulso final. Todos saben que la consagración de un artista no es obra de la casualidad, y que, generalmente, son factores externos los que alimental el proceso. Falta saber si habrá combustible suficiente. El primer paso está dado: Porchetto hizo su mejor álbum hasta la fecha».
«Este álbum marca un hito en la carrera de Porchetto, no sólo por el virtuosismo o la técnica con que fue grabado, sino porque significa un cambio sustancial en su dirección musical. Las canciones se han mantenido intactas, sin que los arreglos tuvieran el efecto distorsionador y nocivo de otros discos. Las melodías aparecen más cristalinamente, y cada uno de los solos fue puesto en el lugar y el momento adecuado. La nueva tendencia de Porchetto es muy amplia, va desde el funk, pasando por el rock’n’roll, el blues crudo, todo sin desdeñar la fuente principal que es la canción. Por fin su voz se escucha con claridad y se pueden apreciar algunos hallazgos realmente válidos en los textos».
«Los músicos que lo acompañaron trabajaron con empeño y talento. Pablo Guyot es uno de los guitarristas nuevos más interesantes que han surgido. Su trabajo es medido y eficaz, pero denota un estilo personal basado en la técnica y el conocimiento de las posibilidades tímbricas del instrumento. Alfredo Toth es un bajista con mucha experiencia musical, y en este disco se lo escucha tocar con unas ganas realmente sorprendentes. Willy Iturri es un baterista hábil y fuerte, y es uno de los pocos músicos que trasuntan la alegría que sienten al tocar. Iturri es, como lo fueron otros nombres en el pasado, un nuevo hallazgo de Porchetto».
«‘Metegol’ es una de las ediciones nacionales más importantes de este año y sin ninguna duda no defraudará a los oyentes. Todas las expectativas han sido satisfechas y Porchetto tiene la mejor oportunidad de acceder al gran público».
Si bien la mayoría de las críticas fueron en ese tenor, algunos cuestionaban el sonido «FM» del disco. «Hubo tipos que dijeron que ‘Metegol’ era música de frecuencia modulada. ‘Metegol’ es música bien hecha, que nos gustó mucho tocarla, y que la hicimos con mucho laburo. Más de eso, no es. Si para no ser música de FM tiene que ser música rara y que suene mal, prefiero que sea música de FM», se quejaba Pablo Guyot en declaraciones a Pelo en junio de 1981.
Y agregaba: «Yo pienso que si un long-play está bien hecho y está tocado con ganas, una crítica que dice que está hecho para FM no sirve para nada. Si le gusta bien y sino no, pero para qué sirve que diga que es música de ‘frecuencia modulada’… Si sirviera para algo, lo acepto, pero así, no ¿O es que ahora hay que hacer mala música, con mal sonido, para que no sea de FM? Por favor, eso es una pavada». Por su parte, Willy Iturri manifestaba: «Nosotros ponemos todo lo nuestro para hacer un buen disco. Después de eso, que cada cual lo escuche donde quiera, sea FM, un tocadiscos o una radio a galena…».
«Metegol» fue certificado Disco de Oro y resultó elegido en varias encuestas como Disco del Año 1980. En la revista Pelo, los colegas músicos lo votaron por delante de «The Secret Life of Plants» de Stevie Wonder y «The Wall» de Pink Floyd.
Para el arte de tapa se barajaron varias alternativas. La idea original era una imagen del grupo jugando al metegol, pero a Porchetto se le ocurrió sacar una foto en algún estadio de los del mundial 78 y colocar el título del álbum en el tablero electrónico. Finalmente, ninguna de esas propuestas prosperó y la portada que todos conocemos se realizó sobre una fotografía de Rubén Andón.
Con motivo de la reedición de «Metegol» en 2008, un hecho posibilitado por la recuperación del catálogo de Music Hall, Raúl Porchetto expresó: «Teníamos todo un concepto de producción y de sonidos, teníamos la idea de la tecnología y salíamos a tocar porque estábamos convencidos de qué queríamos hacer con ese sonido, que era muy diferente a lo que se escuchaba en ese momento, que era muy bueno, pero era todo un cambio que se estaba dando».
Texto: Rodolfo Poli