George Harrison ya había lanzado un par de álbumes con su propio nombre antes de que «All Things Must Pass» fuera publicado el 27 de noviembre de 1970. Pero no sonaban como Los Beatles.
Realmente no sonaban a nada parecido, ya que uno era un disco de sintetizador experimental («Electronic Sound») y el otro era la banda sonora de una película que a nadie le importó («Wonderwall Music»).
«All Things Must Pass» fue el primer álbum solista de Harrison, y la declaración más definitiva de un exBeatle de que era hora de seguir adelante. El primer disco solista de Paul McCartney salió una semana después de la ruptura del grupo, el de Ringo Starr llegó un mes antes y el de John Lennon fue lanzado poco después del de Harrison.
Todos sonaban como parte de su pasado colectivo; «All Things Must Pass» sonaba como una ruptura total, o al menos una declaración de independencia.
No es ningún secreto que los últimos años de Harrison en Los Beatles fueron frustrantes para él como artista. Como el miembro más joven de la banda, comenzó a escribir canciones más tarde que Lennon y McCartney. Luego, ansioso por expandir sus contribuciones a los álbumes del grupo, escribiría y enviaría canciones a sus compañeros para su consideración. Pero cuando la Beatlemanía alcanzó su punto máximo, Lennon y McCartney prácticamente controlaban los discos de la banda, asignando cada tanto una canción para que canten Harrison y Starr.
Pero a diferencia del baterista (que nunca se sintió cómodo en el centro de atención y, hasta el final, a menudo solo cantaba un cover o un tema que le habían dado Lennon y McCartney como una obligación), Harrison escribía cada vez más canciones. Para cuando prácticamente se dividieron en cuatro solistas con los otros miembros del grupo como músicos de apoyo en el «White Album» (1968), el «Beatle callado» ya no estaba tan callando.
Una de sus canciones, «Not Guilty», fue sacada del disco en el último minuto, y sus contribuciones a «Abbey Road» («Something» y «Here Comes the Sun») estuvieron entre las mejores del último disco que Los Beatles grabaron juntos. Pero todavía seguía siendo tratado como un miembro de segundo nivel.
Entonces, cuando comenzó a armar «All Things Must Pass» en mayo de 1970, reuniendo canciones originalmente escritas para Los Beatles, estaba listo para descargar años de frustración. Vertió en el álbum casi todo lo que tenía, convirtiendo su primer trabajo real en solitario en un extenso disco triple que incluía zapadas, bocetos, fragmentos y una larga lista de amigos y conocidos como Starr, Eric Clapton, Klaus Voorman, Billy Preston, Bobby Keys, Pete Drake, Gary Wright, Jim Gordon, Carl Radle, Bobby Whitlock, Dave Mason, Ginger Baker y el grupo Badfinger.
Trabajando con el productor Phil Spector (quien ayudó a montar las desastrosas sesiones de Los Beatles que terminaron en «Let It Be»), Harrison reelaboró muchas de las mejores canciones que su antiguo grupo había rechazado, incluidas «My Sweet Lord», «What Is Life», «Isn’t It a Pity» y la canción que la da título, y escribió algunas nuevas para el proyecto. Y fue el anfitrión de una jam session con sus amigos famosos que llenó todo el tercer disco del set.
En las notas que acompañan la reedición de 2001, Harrison pidió disculpas por la densa producción de «All Things Must Pass» y la mezcla opaca y llena de reverberación. Tal vez esta sea la última gran producción de Spector con su «Wall of Sound». No menos de cuatro guitarristas principales, cuatro tecladistas, tres bateristas y tres bajistas tocan en el álbum, a menudo al mismo tiempo. Cuando, como era de esperar, Spector se volvió poco confiable, Harrison se hizo cargo de la producción, pero sin abandonar esa grandilocuencia.
Lo interesante de todo esto es que las canciones siguen saliendo airosas. Las capas de instrumentos y reverberación las envuelven en una niebla atmosférica que es perfecta para las letras fuertemente espirituales de Harrison. Los mejores momentos del álbum, sin embargo, involucran a Harrison apuntando a su antigua banda. «Wah-Wah», escrita durante el período de «Let It Be», descarta los difíciles últimos años de los Beatles como si fueran ruido blanco. Mientras se escucha de fondo un estridente embotellamiento de tránsito, Harrison afirma: «Sé lo dulce que puede ser la vida / Así que me mantendré libre». La canción es cruda, pero la sensación de liberación es casi palpable. A esto le sigue «Isn’t It A Pity», un lamento más general por la falta de comprensión, pero también una conmovedora reflexión sobre el final abrupto de Los Beatles: «¿No es una pena… / Cómo nos tomamos el amor de los demás / Sin pensar más». Y seguro que los «nah, nah, nah» que remiten directamente a «Hey Jude» no son un accidente.
«All Things Must Pass» fue y sigue siendo un álbum asombroso, el primero verdaderamente grandioso de un exBeatle. Harrison también fue el primero en alcanzar el número uno en la lista de singles de Billboard como solista con «My Sweet Lord», que más tarde fue el centro de una demanda que lo acusaba de haber plagiado la canción de 1962 de The Chiffons «He’s So Fine». Harrison perdió el caso, pero eso no quita nada de la grandeza de la canción.
Y si de vez en cuando parece que Harrison se pierde un poco en el camino, o pierde el control de algunas de las zapadas improvisadas, todo es parte del perdurable atractivo de «All Things Must Pass». Es un trabajo autoindulgente a veces, ciertamente, pero también es una crítica para Lennon y McCartney, quienes rutinariamente ignoraban las canciones de Harrison en beneficio de las suyas en los álbumes de Los Beatles. Ciertamente es un mejor disco que «McCartney», y está cabeza a cabeza con el catártico «John Lennon/Plastic Ono Band», ambos publicados también en 1970.
También fue un álbum más grande que esos dos, permaneciendo en el número uno del Billboard 200 durante siete semanas (aún a pesar de ser un disco triple), lo que tenía que parecer una especie de reivindicación para el Beatle olvidado. La tapa del disco también tuvo su carga irónica, con George posando en uno de los grandes jardines de Friar Park, su nuevo domicilio, y rodeado por cuatro gnomos que, al menos para Barry Feinstein, quien tomó la foto, representaban a Los Beatles.
Pero sobre todo, el álbum sirvió como separación de Harrison de Los Beatles y su leyenda. Todos sus primeros álbumes como solista, de alguna manera, trataban de romper con el pasado, pero «All Things Must Pass» lo fue más, estableciendo a Harrison como reflexivo, espiritual e inquisitivo. Finalmente tuvo aquí la oportunidad de hablar, y lo hizo con voz fuerte y clara. Todos estos años después, esa voz todavía resuena.
Texto: Rodolfo Poli