Compositor único, poeta, intérprete refinado, performer y agitador permanente, el músico brasileño Caetano Veloso cumple este domingo 80 años convertido en una de las personalidades insoslayables y referencia ineludible de la cultura popular de su país y de América Latina de los últimos 50 años.
Nacido en la localidad de Santo Amaro, Bahia, como quinto hijo de una numerosa y abierta familia del nordeste brasileño, Caetano llegó a la música casi «involuntariamente», como señaló alguna vez y mientras soñaba con convertirse en realizador cinematográfico, anhelo irrealizado que mantuvo vivo durante años.
Como cuenta en su libro biográfico «Verdade Tropical», llegó a Río de Janeiro acompañando a su hermana María Bethania -cuatro años menor que él- que había sido convocada para un espectáculo musical, siguiendo el pedido de su padre de que la «cuidara».
Antes habían estado juntos en la ciudad de Salvador, donde Caetano estudió la carrera de Arte, que abandonó en medio de la dictadura (1964-1985), ante el clima que comenzó a respirarse en la universidad.
Fue durante la dictadura también que estuvo en prisión por dos meses y luego otros cuatro con arresto domiciliario, pena que sufrió junto a su entrañable amigo Gilberto Gil y con quien marchó al exilio en 1969, pasando por Lisboa y París hasta afincarse en Londres, de donde volvió en 1972.
Más de una vez y con distintas palabras contó -para evitar posibles confusiones y marcar, al mismo tiempo, las aristas de una figura siempre excéntrica, corrida de los pensamientos hegemónicos- que para la época en que los detiene la dictadura, acusándolos de «terrorismo cultural» y de «subversión e incitación al desorden», él y Gil eran resistidos por los universitarios de izquierda que los acusaban de extranjerizantes y difusores de la penetración cultural imperialista por reivindicar el rock, el pop y la música eléctrica.
María Bethania le grabó su primera canción, que le abrió las puertas para el registro de «Domingo», álbum debut que lo tuvo como compositor e intérprete junto a Gal Costa, y que fue el inicio de una carrera fulgurante y sorprendente por las innumerables resonancias y significantes que puso en circulación.
Promotor de la diversidad cultural y sexual en los tempranos 80, defensor del medio ambiente, la Amazonía y los pueblos originarios, Caetano estableció como artista un diálogo permanente con su territorio y su época con un fino oído para escuchar demandas y pulsiones subterráneas y sin desconocer las conexiones más amplias del mundo ni desentenderse de sus tradiciones creativas.
Fue, con Gil, Gal Costa, su hermana María, Tom Ze y los psicodélicos de Os Mutantes liderados por Rita Lee, el autor intelectual y material del tropicalismo, género que le puso electricidad y rock a la tradición musical de su país y que tuvo ecos planetarios, modificando para siempre el mapa sonoro de la Música Popular Brasileña (MPB).
Con el tropicalismo retoma en clave de música popular el concepto de antropofagia cultural esbozado en la Semana de Arte Moderna de 1922 en San Pablo y transforma para siempre la música del Brasil, volviéndola cosmopolita, relacionándola con el rock y marcando un camino de mestizajes que desconoce los prejuicios, y que se ha convertido en marca indeleble de la MPB con el paso del tiempo.
De la década del 70 son perlas discos como «Muito», «Bicho», «Cinema Trascendental» y el registro «Caetano e Chico Ao Vivo»; de los 80 «Cores, Nomes», «Outras Palabras» y «Estrangeiro» y de los 90 maravillas como «Circulado», «Circulado Vivo», «Tropicalia», «Livro», además de «Fina Estampa», donde por primera vez recorre el cancionero de música latinoamericana en castellano.
Los 2000 lo sorprenden con «Noites do Norte» y luego con el proyecto Ce, en el que trabaja en formato de power trío con músicos muy jóvenes un rock experimental, duro y de vanguardia que no gustó a todos y que él mismo, en una entrevista con la agencia Télam, definió como «una radicalización del tropicalismo cincuenta años después».
En esa misma entrevista, que antecedió al primer arribo de esta banda al país, señaló: «Creo que Brasil es original y eso es fatal: somos un país de dimensiones continentales, un país americano que habla portugués, que tiene la población más racialmente mixturada del mundo».
«Definitivamente la del Brasil es una originalidad compulsiva, y por eso creo que los músicos tenemos que asumir esa originalidad y ofrecer algo interesante al mundo. Es nuestra obligación», agregó .
«La canción popular -sostuvo- es quizás, con el fútbol, la única área de la creación brasileña que pone en práctica lo que para mí es el sueño creativo: hacer de la originalidad brasileña, toda constituida de desventajas, una bendición y un ejemplo para el mundo. Yo creo que la canción brasileña es un boceto de este sueño».
Después de la experiencia de Ce, Caetano, que armó una entrañable y profunda relación con el público argentino desde comienzos de la década del 80, volvió al país pero con formatos acústicos: en dúo con María Gadú, con su coequiper Gilberto Gil y con sus hijos Moreno, Zeca y Tom.
En 2021 lanzó «Meu Coco», un disco de canciones propias, grabado en la soledad de su pequeño estudio de Rio de Janeiro en tiempos de confinamiento por el Covid-19 y donde revalida muchos de los títulos cosechados en décadas.
Caetano en frases
Dueño de una inmensa capacidad para pensar el presente, el proceso creativo y las construcciones colectivas y nacionales, Caetano Veloso entregó una serie de lúcidas definiciones a lo largo de distintos reportajes realizados por la agencia Télam en los últimos 20 años. Acá. algunas de ellas:
- Sobre la mixtura
«Creo que Brasil es original y eso es fatal: somos un país de dimensiones continentales, un país americano que habla portugués, que tiene la población más racialmente mixturada del mundo. Definitivamente la del Brasil es una originalidad compulsiva, y por eso creo que los músicos tenemos que asumir esa originalidad y ofrecer algo interesante al mundo. Es nuestra obligación. La canción popular es quizás, con el fútbol, la única área de la creación brasileña que pone en práctica lo que para mí es el sueño creativo: hacer de la originalidad brasileña, toda constituida de desventajas, una bendición y un ejemplo para el mundo. Yo creo que la canción brasileña es un boceto de este sueño».
- Sobre el Gobierno de Bolsonario (en 2019)
«Es imposible no sentir que hay una atmósfera rara, difícil. Respeto la necesidad que tienen las sociedades de conservarse, pero tengo gran dificultad en aguantar espíritus reaccionarios. Espero que tengamos sagacidad suficiente para utilizar las energías históricas que brotan de esas dificultades y podamos caminar mejor».
- Sobre la música argentina y el público argentino
«Cuando me preguntan qué concierto me gustó más en mi vida, siempre pongo primero el de ‘Circuladô’ en Realengo, Río. Pero el segundo que me viene a la cabeza es uno que hice solo con voz y guitarra en Buenos Aires, también al aire libre y gratis, para una inmensa multitud que era concentrada, atenta e inteligente como solo el público de Buenos Aires sabe ser. El de Realengo solo está en primer lugar porque había una banda -y me gusta más poder tocar con personas que sepan tocar mejor que yo-, pero volvería a cantar solo en Buenos Aires en cualquier tiempo».
«Encuentro en el público argentino una concentración, un silencio seguido de entusiasmo inteligente como no encuentro en ningún otro sitio del mundo».
«De la música argentina me gusta la disciplina del tango, su mundo particular bien trabajado por décadas. Eso pasa para el pop y el rock argentino: hay más disciplina allí que en Brasil».
«Yo escuché mucha música argentina a través de mi padre. Desde los años 30 hasta fines de los 50, el tango en Brasil fue como el aire que se respira, y la gran influencia para mí fue Gardel porque él marcó absolutamente a Francisco Alves, que fue el gran cantante brasileño cuando yo era niño».
- Momentos dorados de la música brasileña
«Las grabaciones de Dorival Caymmi con su guitarra cantando canciones sobre el mar; las grabaciones de Aracy de Almeida cantando las canciones de Noel Rosa; el disco de Joao Gilberto ‘Chega de Saudade’ que inauguró la bossa nova; Nana Caymmi cantando ‘Medo de amar’; Paulinho da Viola cantando ‘Pra que mentir?’ con su padre tocando la guitarra. Djavan cantando ‘Curumím’ con su hija».
- La bossa nova y el tropicalismo
«Cuando yo tenía 17 años escuché a Joao Gilberto, a Antonio Carlos Jobim, a toda la gente de la bossa nova que hacían una cosa muy nueva, muy revolucionaria, que impactaba, que era de vanguardia, casi un escándalo de modernidad y que, a la vez, tenía muy presentes a todos los grandes compositores, músicos y cantantes de la tradición y haciendo esta cosa de vanguardia ellos tuvieron éxito popular casi inmediatamente. Yo crecí en ese ambiente. Después nosotros empezamos con el tropicalismo que fue como una cosa revolucionaria también pero sin dejar de admirar nunca a todos los genios de la bossa nova. A nosotros no nos pareció necesario negar lo anterior, por el contrario, creíamos que lo que hacíamos daba más fuerza a lo que habían hecho ellos».
- Sobre su trabajo con gente joven
«La gente joven siempre aporta cosas y la escena actual está siendo creada por ellos. Yo soy un viejo al que le interesa la escena actual, pero sobre todo que quiere seguir preguntando qué significa su actuación en la música».
«Vengo de décadas de búsquedas. Cada disco contiene preguntas y sugestiones sobre como entiendo el fenómeno música popular».
- Sobre el rock
«Nunca critiqué al rock y he venido trabajando con el rock desde siempre, lo que hice en algún momento fue oponerme a cierto snobismo del rock, a ciertos puristas del rock que se creen superiores al pop y al resto de las músicas. Lo que dije en Brasil y en Argentina y que digo ahora es que el rock nació como basura comercial en los 50 cuando Elvis Presley apareció en contraposición a la complejidad del jazz y que esa basura es su vitalidad y que cada vez que el rock necesita volver a su fuerza originaria aparece como basura. Es el caso del punk».
- Sobre la alegría brasileña
«En mi infancia, la canción y la vida brasileñas eran tristes, incluso los sábados de carnaval eran de una infinita tristeza, aunque estuviéramos bailando y festejando; los brasileños teníamos la certeza de ser tristes, y yo creo que todo esto comienza a cambiar con Vinicius y la bossa nova y después confluyen también el tropicalismo y el destino que tuvo el fútbol en la historia de mi país como elementos donde empieza a aparecer la alegría».
Por Pedro Fernández M. (Télam)