Este jueves 22 de julio cumple 80 años George Clinton, el músico que al frente de su banda Parliament/Funkadelic rescató a la música negra del «lavado de cara» a la que había sido sometida para el consumo comercial del público blanco, a partir de un particular estilo que combinaba funk, psicodelia y, fundamentalmente, mucho humor.
En ese contexto, Clinton creó un colorido universo propio en donde se exacerbaban todos aquellos clichés de la cultura negra a los que recurría el establishment para mostrarla al gran público, los cuales concentró en una imaginaria «Nación P-Funk» de la que se declaró líder absoluto.
Para ello, además de puestas en escena con los músicos saliendo de naves espaciales, ropajes de color, peinados afro de literalmente hasta un metro de altura y anárquicos movimientos, el artista tomó viejos lemas de la cultura oficial estadounidense y las subvirtió a su nuevo orden.
Así lanzó ingeniosos slogans como «Uncle Jam Wants You» -en alusión al «Tío Sam» y su convocatoria a los jóvenes para luchar en Vietnam-, «One Nation Under A Groove», «Undisco Kidd» o «In Funk We Trust» -nueva lectura de la frase inscripta en los billetes de la moneda estadounidense- y otros que operaban como invitación a la liberación como «Free Your Mind… and Your Ass Will Follow».
Todo eso al ritmo de un estilo musical que combinaba elementos de los viejos grupos vocales de doo-wop, funk a ultranza y psicodelia, reunido en canciones que bajo un hipnótico patrón rítmico y un motivo melódico constante, podía extenderse durante largos minutos.
Oriundo de Carolina del Norte, Clinton se inició en la música como integrante del grupo vocal The Parliaments, mientras se ganaba la vida como estilista, acaso una actividad que lo iba a dotar de ideas relacionadas con la estética para futuros proyectos artísticos.
El rechazo sufrido a su grupo por el sello Motown, la factoría que acondicionó la música negra para consumo masivo en un proceso que ocultó sus aspectos más combativos, impulsó al músico a llevar al extremo sus intereses sonoros.
En medio del furor del hippismo, e inspirado en artistas como Sly & The Family Stone y Jimi Hendrix, creó Funkadelic, un colectivo musical destinado a desarrollar un género propio al que definió como «funk en ácido».
Pero además, disuelto The Parliament, retomó la idea de rescatar el doo wop desde su nuevo sitio, por lo que finalmente rebautizó a su proyecto con el nombre Parliament/Funkadelic, en una dinámica en donde asumía una u otra denominación según el abordaje musical.
A lo largo de la década del `70, y rodeado de los mejores músicos del género, como el caso del bajista Bootsy Collins, Parliament/Funkadelic se convirtió en una arrolladora maquinaria rítmica que, en vivo, desplegaba un atractivo visual caracterizado por la desmesura y el humor.
De esa manera, la actividad artística de Clinton ofició no solo de resistencia a los ocultamientos de los aspectos más radicalizados de la cultura negra por parte de Motown, sino también a la explosión de la música disco.
A principio de los 80, el músico disolvió el grupo, con el que años más tarde volvería de manera intermitente, para iniciar una carrera solista, pero fundamentalmente para extender su impronta a través de su labor como productor.
Así fue que orientó musicalmente a Red Hot Chili Peppers en sus inicios e inspiró a Afrika Bambaataa, figura central en el nacimiento del hip-hop, entre otros.
Con el paso de los años, Clinton espació sus apariciones públicas; sin embargo, cada vez que lo hizo, volvió a demostrar que su estilo y su concepción artística es única, y que su humor se mantiene intacto.
Basta repasar para ello la aparición del grupo en la edición 2006 del tradicional festival de Glastonbury, cuando convirtió el lugar en una gigantesca pista de baile, mientras uno de los músicos se mofaba de su avanzada edad al aparecer en escena apenas vestido con un pañal geriátrico. Más George Clinton y más Parliament/Funkadelic que eso, no se consigue.
Texto: Hernani Natale / Télam