“No tengo mucho para decir porque se supone que soy el beatle callado. Es una lástima que Paul no esté acá porque era el que tenía el discurso en su bolsillo”, atinó a decir George Harrison en 1988, en la ceremonia de ingreso de Los Beatles al Salón de la Fama del Rock and Roll, en una actitud que podría resumir de manera cabal los rasgos más sobresalientes de la personalidad del artista que hoy estaría cumpliendo 80 años.
Ante la notable ausencia de Paul McCartney, quien aquella noche no asistió porque estaba en medio de una disputa judicial con sus excompañeros de banda, el guitarrista apeló a su fama de retraído e hizo gala de su humor austero, directo y mordaz para graficar un cuadro de situación, un rasgo que lo acompañó a lo largo de su vida y lo definió como personaje público.
Es que en medio del furor mundial del famoso cuarteto de Liverpool, frente al perfil rebelde de John Lennon, los aires de galán de Paul y las payasadas y bonhomía de Ringo Starr, George Harrison era sindicado como el integrante “serio y callado” del grupo, sin embargo esto no impidió que acaparara la atención de un séquito fiel de seguidores que supo vislumbrar y valorar aspectos intrínsecos de su personalidad.
La paciencia y perseverancia que lo ayudaron a convertirse en un apreciado guitarrista y admirado músico, la lucidez y el espíritu crítico que lo mantuvieron al margen de los mandatos de la industria, y el fino y sarcástico humor de una sola y certera frase fueron algunos de los ingredientes que convirtieron a George en una figura adorada por los fans de Los Beatles.
Nacido el 25 de febrero de 1943, en una familia trabajadora de Liverpool, George se obsesionó con el rock y las guitarras eléctricas desde pequeño, y tuvo la suficiente tenacidad para aprender a tocar, a pesar de lo mucho que le costaba. Esa misma paciencia y el respeto por la profesión fue lo que le determinó su evolución a lo largo de su carrera profesional.
Acostumbrado a ser dejado de costado en los estudios ante la arrolladora creatividad de Lennon y McCartney, Harrison forjó de a poco un perfil musical basado en el buen gusto y la efectividad a la hora de los solos de guitarra; y la exquisitez de sus composiciones, tal como aflora en clásicos como “Don’t Bother Me”, “I Need You”, “Taxman” y, fundamentalmente, en “While My Guitar Gently Weeps”, “Something” y “Here Comes The Sun”.
No sorprende que en el libro “Martropía”, de Juan Carlos Diez, Luis Alberto Spinetta se desviva en elogios hacia George, del que entre otras cosas dice que “es un tipo con una cabeza por la que han pasado las mejores ideas musicales de todos estos tiempos”.
“Harrison es cósmico y su fusión con la música hindú es única”, expresa allí el recordado artista argentino, quien también califica de “mortal” a su toque con slide y añade que el hecho de que haya sido un amante de la Fórmula Uno le hizo “quererlo más”.
Ese nivel de admiración y esa ligazón entre el beatle y el automovilismo también fueron determinantes para el escritor Eduardo Berti, tal como lo refleja en su novela “Faster”, basada en estos tópicos.
Consultado al respecto por la agencia Télam, el periodista y escritor puntualizó que de Harrison siempre le sedujeron “su modestia, su talento, su sensibilidad y su timidez”.
“Yo empecé escuchando a los Beatles de muy chico, pero ya le prestaba especial atención a las informaciones que traían los discos y muy pronto noté que buena parte de las canciones que más me conmovían llevaban la firma más bien excepcional de Harrison y no la del súper binomio Lennon-Mc Cartney”, reveló Berti.
“No quiero hacerme el raro elogiando a George. Trato de decir, más bien, que había algo en las canciones de George que yo no encontraba en las otras, pese a lo colosales que son. Esta impresión fue creciendo con los años, sin hablar del sonido extraordinario de su guitarra. Y se ratificó, sin dudas, cuando Harrison editó su álbum triple ‘All Things Must Pass’, que muchos consideran como la obra cumbre de un exbeatle como solista y que a mí siempre me pareció de una madurez asombrosa”, amplió.
En este punto aclaró que, aunque resulta “vano” hablar de “un beatle favorito”, George se impone en este sentido en el rubro destinado a la obra solista de cada integrante. “Mi claro favorito como exbeatle, porque tuvo a mi entender la mejor carrera solista. Fue quien mejor creció después de la separación”, justificó.
Ante el pedido de referencia sobre Harrison, el legendario guitarrista del rock argentino Claudio Gabis sentenció que “como artista, fue serio y refinado, como guitarrista fue sobrio y creativo, como personaje público fue más mesurado y cuidadoso que sus compañeros… y como beatle fue insustituible”.
“Aportó su idoneidad como guitarrista líder, muy apropiada al sonido del grupo en todas sus etapas, su voz siempre presente como solista o haciendo coros y, también, su talento de compositor, evidenciado en grandes temas como ‘Something’”, enumeró el exManal.
Gabis resaltó que “también fue George quien se interesó por la música clásica de la India y, al relacionarse con el gran maestro del sitar Ravi Shankar, aprendió a tocar ese instrumento, lo incorporó al sonido del grupo y reveló el místico virtuosismo del ‘Raga’ al público occidental”.
Al igual que Berti, el guitarrista argentino también dejó entrever la imposibilidad de hablar de un beatle favorito, debido a que hizo especial hincapié en el marcado aspecto grupal.
“Sin la calidad básica de los temas de Lennon y McCartney no hubiera habido Beatles, y sin la interpretación que de ellos lograron los Beatles, esos temas no se hubieran convertido en los clásicos eternos que ahora son. Por eso mismo, que yo sepa, ni a Paul ni a John, personajes más aparentes de la banda, se les ocurrió declarar jamás ‘Yo era The Beatles’. Una elogiable prueba de sensatez”, reflexionó.
La atrapante personalidad de Harrison también se apoya en que era capaz de hacer convivir en su interior dos facetas bien distintas, que sin embargo parecían no contradecirse entre sí.
Pues el hombre que abrazó la cultura hindú, podía pasar horas meditando y había construido un santuario en su casa; no se privaba de los placeres de la vida mundana que estaban al alcance de una estrella de rock de fama mundial.
Su profunda vida espiritual tampoco le prohibía ataques de rabia o cruces públicos, tal como se puede ver en el flamante documental “Get Back”, de Peter Jackson, en donde no tiene problemas en discutir con firmeza con Paul, ante la presencia de dos “yoguis” amigos a los que había invitado al estudio.
Se hacía oír este “beatle callado” a fuerza de un trabajado talento, un agudo poder de observación y un humor mordaz; el mismo con el que en su lecho de muerte, ya vencido por el cáncer a los 58 años, le preguntó a su amigo Ringo Starr: “¿Querés que te acompañe?”, cuando este le contó que debía viajar para visitar a una hija enferma.