Devendra Banhart nació en Houston, pero se crió en Caracas hasta sus 14 años junto a su madre venezolana. Aunque luego se radicó en los Estados Unidos y desde allí impulsó su carrera artística hasta ser conocido a nivel global, siempre ha sido palpable la conexión de Devendra con sus raíces sudamericanas.
Si bien la última vez que visitó Venezuela fue hace dos años, está muy al tanto de lo que sucede en la nación caribeña. En una entrevista con el diario español El País, Banhart manifestó su preocupación.
“Yo pensaba que la cosa no se podía poner peor que cuando estuve allí y es diez mil veces peor”, comienza diciendo. Allí están su hermano, sus tíos y sus primos. “Lo están pasando apocalípticamente mal. La diáspora sigue creciendo. Se van dos mil personas al día de Venezuela. Todos los días. Dentro de poco habrá una comunidad de venezolanos en Namibia”.
“Imagina que tienes que irte de tu casa en una hora con lo que puedas meter en un bulto. No vas a ver de nuevo a tus amigos, a tu familia, no volverás a ver tu casa. Y vas a un lugar que no te quiere. El resto del mundo no quiere dos mil personas al día. Ni Ecuador, ni Colombia, ni España, que son increíbles, los amo, gracias por aceptar a los venezolanos», agrega.
«Pero los venezolanos no quieren irse y el resto del mundo no quiere ese montón de gente. Esto es una crisis de verdad”. Antes de seguir, pide perdón por haberse emocionado y se seca las lágrimas de los ojos. “Y si tratas de ayudar no se puede. Es como… it’s a fucking disaster, man”.
En julio pasado, Banhart publicó la canción «Abre las manos», que cuenta con un improvisado videoclip en YouTube que muestra un sinfín de fotos de Venezuela. Asimismo, la letra de la canción hace alusión a la difícil situación que se vive desde hace varios años allí. Banhart busca así recordar a sus compatriotas y honrarlos en medio de estos tiempos difíciles y convulsionados a nivel político.
«Abre las manos» se incluye en «Ma», el álbum que vio la luz el pasado 13 de septiembre. El músico se encuentra de gira por Norteamérica y dona un dólar por cada entrada al World Central Kitchen (WCK), una fundación dedicada a combatir el hambre mundial. En esta oportunidad, el dinero se destina a ayudar específicamente en la frontera de Colombia y Venezuela.