Con la edición de un disco grabado en vivo durante un reencuentro producido el año pasado y la publicación en plataformas del registro audiovisual de ese show, La Portuaria vuelve al ruedo para recordarnos -aunque no sea ese su principal objetivo- el indiscutible aporte que realizó en los años 90 para la incorporación en el rock argentino de ritmos provenientes de países y regiones periféricas para el género.
Así lo aceptó su líder Diego Frenkel en una entrevista con la agencia Télam, en donde manifestó que el grupo «probablemente ha sido parte de un movimiento cultural de apertura hacia lo llamado ‘tercer mundo’ o, en definitiva, orígenes europeos que son plebeyos», al recordar que nuestra identidad está conformada por esas etnias, además de los pueblos originarios.
«Somos plebeyos en nuestro origen. Plebeyos en el sentido que somos la diáspora del poder. En el principio de los 90, la cosa se abrió bastante, pero por cierto no éramos los únicos», destacó el artista, al analizar esos años en que el rock argentino amplió sus fronteras sonoras más allá de la cultura anglosajona tradicional.
Gran parte de ello podrá revalorizarse con la edición de «Navegar es preciso», un disco que desde hoy está disponible en plataformas digitales, registro de un concierto grabado en diciembre pasado en Niceto, ubicado en el barrio porteño de Palermo.
El show, en el que se releyeron viejas canciones del grupo, también puede verse a través de Flow Contenidos y sirve como aperitivo a material nuevo que será lanzado el año próximo.
Para ello, el grupo presenta en su formación a Frenkel, Christian Basso y Sebastián Schachtel, el trío que se mantuvo constante a lo largo de su historia, y suma a otros integrantes que fueron parte en algún momento de su recorrido como Fernando Samalea, Alejandro Terán, Axel Krygier y Adi Azicri, lo que a la luz de sus respectivas trayectorias artísticas convierte a la versión actual de La Portuaria en prácticamente un seleccionado de lujo.
Así queda en evidencia cuando se escuchan las versiones remozadas en «Navegar es preciso» de canciones publicadas originalmente en los aclamados discos «Escenas de la vida amorosa», «Devorador de corazones» y «Huija», entre las que destacan clásicos como «El bar de la calle Rodney», «Selva» y «Nada es igual», o perlas más ocultas de su repertorio como «Ella», «Mira las nubes», «Llora» o «Donde hubo fuego», entre otras.
En charla telefónica con Télam desde la ciudad chubutense de Trelew, en medio de una gira por distintas provincias con su proyecto personal, Frenkel contó que la reunión surgió cuando apareció la posibilidad de publicar un show realizado en 1994, para la presentación de «Devorador de corazones», junto con el grupo performático De la Guarda.
«Allí nos entusiasmamos con armar algo, nos propusimos hacer este show recorriendo temas de los 90. Luego, como quedó muy bueno, decidimos mezclarlo para un disco y sacar el material audiovisual, y ahora ya tenemos planeado sacar el año próximo material con canciones nuevas», explicó.
P: ¿Cómo se resignifica este repertorio de La Portuaria con el paso de los años?
Diego Frenkel: El repertorio que elegimos es el que sentíamos que podíamos reinterpretar, darle una forma nueva, y soportaba bien el paso del tiempo. Son buenas canciones y con un contenido poético y musical importante. Y la reinterpretación por parte nuestra, con toda la vida recorrida en este tiempo, les dio otra materia a estas canciones que amamos. Son temas que tienen una sofisticación musical y que, imbuidos de todo lo vivido, crecieron un montón.
P: A nivel sonoro estrictamente, ¿cómo se refleja eso?
DF: Es difícil definir los planos musicales a través de palabras. Cuestiones de texturas que es mejor escucharlas y tratar de entender a través de esa escucha. No podría hacer un análisis racional. Seguramente, al ser músicos con mucho recorrido, la instrumentación, si bien es parecida, tiene un montón de detalles en la forma de ser tocados.
P: Respecto a la escena actual, ¿cómo se inserta La Portuaria? ¿Qué puede aportar?
DF: Es música tocada por músicos que aman sus instrumentos, su manera de tocar, y que son muy buenos. Es algo que no digo que esté absolutamente en falta, pero siento que, si bien hay buenos intérpretes, no veo que a través de los buenos músicos esté surgiendo nueva música. Me refiero a un nuevo lenguaje tocado; esto de poder abrir espacios nuevos sin ser virtuosos, sino investigadores de los instrumentos. Puede ser que esté en falta en este momento buscar un lenguaje nuevo. Lo que aporta es mostrar la trayectoria en los intérpretes que somos, en la unidad de grupo. Es como lo sustancial en una banda y lo que la hace que sea un juego artístico; un grupo que se conoce tocando y puede lograr sonoridades a través de lo que les pasa juntos.
P: ¿Revalorizaste de manera especial este repertorio a partir de esto o siempre tuvo el mismo alto valor para vos?
DF: Nunca le quité valor y siempre lo valoricé. Lo que pasa es que, en algunos casos, muchos de estos temas han sido revalorizados por sí mismos pero en mi propia música, como que se volvieron mejores temas. Tienen una riqueza única.
P: ¿Cómo convive este material con tus proyectos personales?
DF: Me estoy acostumbrando a tener varios proyectos a la vez y me da alegría porque siempre me gustó eso. Siempre me sentí como un director o un actor con varias películas a la vez. La idea es juntarme con mis amigos de La Portuaria y tocar. Me entusiasma por el lado musical por lo que significa, pero también por el lado de encontrarme con gente que quiero mucho y con la que la pasamos bien. Una manera de hacer música con gente con la que nos gusta hacerla de determinada manera. Hay un lenguaje ahí.
Por Hernani Natale (Télam) / Foto: Télam