Tras cuatro décadas en las que, como una suerte de letanía, se lo definía como el «omnipresente saxofonista de los años 80» por su labor en Los Twist, Fricción, Soda Stereo, Los Redondos, Memphis la Blusera y la banda de Charly García, entre otros; finalmente Gonzalo «El Gonzo» Palacios lanza «Alivio», su primer álbum al frente de una agrupación propia, que con su propuesta instrumental y su edición en vinilo, invita a recuperar «la liturgia de escuchar un disco».
«Es algo que tenía pendiente hacer desde los 80 y que nunca me atreví. Le puse un montón de nombres: ‘No estoy listo, no tengo nada para decir’, que con el tiempo me di cuenta que era una manera de posponerlo y de no hacerlo para seguir soñando con el disco perfecto. Y el disco perfecto no existe… al menos no lo puedo hacer yo. De eso estoy seguro», confesó el artista en una entrevista con la agencia Télam.
Y amplió: «Hay una maduración en donde te das cuenta qué es realmente lo que querés, y lo que me importa a mí es tocar la música que me gusta, con los músicos que me gustan y todo cuajado por una situación afectiva importante. Realmente, si no es con amigos ya no me interesa tocar, ni hacer ningún proyecto».
Aunque se preste a confusión por presentarse como El Gonzo -apodo con que se lo conoce desde los 80-, el proyecto tiene un carácter grupal en el que el saxofonista es la cara visible de un auténtico seleccionado conformado por el bajista Daniel Castro, el flautista Gustavo Ridilenir, el guitarrista Alejandro Ridilenir y el baterista Fernando del Castillo.
«Estilísticamente no está en un lugar ni en el otro. Precisa una descripción un poquito más detallada. No podés decir que es rock o que es funk, porque es un espectro amplio, en general alrededor de la música negra, aunque también nos salimos muchas veces de eso», expresó Gonzo Palacios acerca del disco que será presentado el viernes 21 y el sábado 22 de abril en el porteño Rondeman Abasto.
«Siempre participé en grupos a partir de la invitación de otros. Si bien puse mi impronta y, por supuesto, siempre con la camiseta puesta, el repertorio no estaba hecho en función mía como figura central; entonces cuando me decidí, quise tocar mi música, la música que siempre me gustó», explicó Palacios.
El recorrido emocional propuesto por el disco, sumado a su presentación en formato vinilo y su cuidado arte de tapa invitan a retomar aquel viejo ritual de «sentarse a escuchar música», según el artista.
«Hay algo de activismo ahí en cuanto a que la gente vuelva a escuchar de una manera activa. Volver a escuchar con atención, dejarse emocionar con la música, darse un tiempo. El vinilo te obliga de alguna manera a sentarte a escuchar y el oyente de vinilo tiene toda esa liturgia», advirtió.
El Gonzo también significa de alguna manera el regreso del saxofonista a la escena local, luego de varios años de residencia en España. Y aunque continúa viviendo allí, desde que el proyecto tomó impulso a partir de una visita de fines de 2019, el artista comenzó a actuar con más frecuencia en Argentina.
P: ¿Cómo fue el proceso de grabación y producción del disco?
Gonzo Palacios: Este era una proyecto que había quedado trunco en el año 2002 y no había quedado nada registrado. En noviembre de 2019 me invitan a participar del ciclo «Jazzología» y me pareció que era una oportunidad en la que podía satisfacer todas mis inquietudes: reunir el grupo y grabar el disco. Se grabó en un estudio móvil, regresé a España con la idea de volver en marzo del 2020 para mezclarlo y vino la pandemia. Tuvimos tiempo de escuchar el material y nos pareció que estaba un poco verde, empezamos a escucharle algunos defectos, así que iniciamos un trabajo a la distancia y los músicos tomaron un compromiso de modo que vi que ya no era un proyecto solista, sino un grupo de iguales. Hacia fines de 2021 volví, hicimos una serie de conciertos en los que nos fue fantástico y terminamos de cohesionar el grupo. Aprovechamos que estábamos muy ajustados para grabar cinco temas en una tarde, que eran los que habíamos descartado. Empezó a mezclar el material Mario Breuer y tomó una entidad que no esperábamos. Finalmente, el disco salió en vinilo el 31 de marzo.
P: ¿Qué podés decir sobre la portada y el nombre del disco?
GP: Vimos que era un disco muy pandémico. La pandemia estaba muy presente en todo lo que nos estaba pasando y un poco quise dejar constancia de ese momento. Imaginé una tapa con un doctor del siglo XVII, de la época de la peste negra, que iban enfundados para protegerse, pero que en vez de un maletín de médico tuviera un estuche de un saxo. El mensaje es un poco la música como alivio ante un momento de angustia o desazón. El vestuario lo trabajamos con Betina Sor, la foto es de Andy Cherniavsky y el diseño de Tite Barbuzza, que trabajaba con Soda Stereo. Un equipo muy ochentero y muy de amigos. Trabajé todo el disco con gente que adoro y con la que tengo recorridos muy intensos. El resultado es ese: un disco muy luminoso dentro de una tapa oscura.
P: Hablaste ante de un proceso de maduración personal que hizo que recién ahora tengas un disco propio y no haya ocurrido en los 80. También hubiera sido impensable un disco con esta música si lo hubieras grabado en aquellos años.
GP: Sí, hubiera sido un disco más pop-rock-blues. La tentación y lo que alguna compañía me planteó fue: «Estás tocando con todo el mundo, sos amigo de todo el mundo. Pedí temas a (Gustavo) Cerati, a (Richard) Coleman, a Pipo (Cipolatti), que cante el Indio (Solari), hacé un seleccionado donde participen todos». La verdad que no me parecía. Ahora veo que, al fin y al cabo, si hacía eso no iba ser yo. Ahora estoy en un punto en donde si lo hago es porque tengo muchísimas ganas y porque siento que tengo algo que transmitir. Es un repertorio con el que puedo explayarme y sentir que tiene sentido mostrarlo. La cuestión no pasa simplemente por aprovechar un momento.
P: Mucho público te va a ver porque te conoce de los 80 pero se encuentra con una propuesta diferente. ¿Cómo notaste esa recepción?
GP: Es maravillosa. Hay sorpresa y también deslumbramiento al encontrarse con una música que no sabían que podía emocionarlos. Puede no ser fácil para ese público un planteamiento instrumental y con muchos solos. Pero por otro lado, al no ser un grupo estrictamente de jazz, los solos tienen un desarrollo muy claro, se pueden cantar, son melódicos y tienen muchas citas. Por otra parte, hay toda una parte de público más cercana al jazz que me gustaría que nos venga a ver, pero si empieza a leer mi biografía y ve con quiénes toqué, descarta al instante la posibilidad de escucharme. Espero que con el tiempo y la difusión del disco, esto vaya acomodándose.
Por Hernani Natale (Télam)