En los últimos meses, Divididos ofreció un puñado de shows para chicos. Al respecto, el cantante y guitarrista Ricardo Mollo confiesa que «es muy fuerte y muy emocionante» ver a niños de entre tres y siete años que se saben las letras y los temas.
«Nosotros tenemos un público que nos sigue hace más de 30 años», analiza. «Imaginate que desde la época de Sumo hasta ahora… y algunos de los seguidores de Sumo y de Divididos ya son abuelos. O vienen con sus nietos o vienen las madres o los padres que por ahí no pudieron en algún momento seguir yendo a recitales por una cuestión de las familias que se armaron… de hecho muchas parejas se han conocido en un recital nuestro… y ahora vienen con sus hijos, porque los pibes escuchan esa música en la casa, entonces el chico entra y sabe las letras, sabe los temas y los pide. Es muy, muy emocionante».
«Cuando es para los chicos, es para los chicos», deja bien en claro Mollo. «Corremos el vallado y hay un espacio muy grande hecho de goma eva para que los chicos no se golpeen. Hay personas especialmente cuidando que los chicos estén en ese espacio para poder apreciar (el show) y sin tener ningún tipo de pequeño accidente que pueda pasar en esos lugares».
«Y te puedo asegurar que la atención que prestan los pibes es sorprendente y emocionante», confiesa. «Es muy fuerte, porque estoy hablando de chicos de tres a siete años, que son los que están en ese espacio… los más bajitos van ahí y los otros más altos van un poco más atrás. Y lo que pasa ahí adelante es realmente muy emocionante, porque los chicos se conectan con nuestra energía y con lo que está pasando… obviamente tocamos a un volumen un poco más bajo y los chicos con tapones en los oídos para que no haya ningún problema. En realidad lo que nosotros hacemos para los chicos es como dar vuelta la ecuación y decir ‘hoy es un recital para chicos preparado para ellos'».
Mollo advierte que estos shows no son sólo para divertirse. «Además es un disparador de oficios, porque por ahí un pibe se engancha no con la música sino con el iluminador ¿entendés?, porque empieza a ver de donde vienen todas esas luces y todo eso que pasa y les despierta su aptitud… para qué soy apto en este mundo y de pronto lo descubren ahí», reflexiona.
«Muchos pibes empezaron a tocar instrumentos a partir de eso», remarca. «Entonces, hay toda una cosa que es un disparador. A mí me pasa con mi hijo que le enseñé lo poco que se de carpintería y ahora le encanta hacer eso. Le encanta agarrar un taladro, pedazos de madera y hacer figuras y cosas. La música también es un disparador… de hecho, uno de ellos es nuestro baterista, Catriel (Ciavarella) que a los ocho años nos vino a ver y a partir de eso empezó a tocar la batería».
Sobre las nuevas tecnologías, Mollo dijo que no reniega de ellas, y más allá de extrañar el formato físico le encuentra un costado positivo. «Yo extraño un poco el soporte, extraño tener el disco en la mano. Yo me crié escuchando música con un vinilo y era hermoso sentarse a escuchar la música, abrir el disco y ver las fotos, o leer donde lo grabaron y todas esas cosas», cuenta.
«Las nuevas plataformas digitales tienen la agilidad de que vos puedas subir cosas todo el tiempo», destaca el guitarrista. «De hecho, con estos temas que estamos componiendo ahora seguramente no esperemos la cantidad de temas como para armar un álbum sino que los vamos a ir subiendo de a uno o de a dos».
Mollo confiesa que no tiene computadora y que no le interesan las redes sociales. «Apenas si tengo un celular, no tengo ni computadora… ¡mirá lo que te digo!. Trato de tener una cierta distancia porque es muy invasivo, te saca de tu centro. Lo que está bueno de todas esas redes sociales es la parte buena, porque hay toda una parte muy miserable, que es lo que me hace tenerle una aversión y una distancia, porque hay mucha noción del anonimato que te permite sacar lo peor de la persona. Lo bueno de eso es la parte buena, donde hay buenas noticias… después hay cosas muy fuertes, no sé para qué tanta violencia y tanta sangre en un sitio que podría ser de ayuda o de solidaridad al otro ¿no??».