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Guillermo Bonetto: «Tenemos que dejar de buscar un confort artificial»

09/10/2020 - Noticias
Guillermo Bonetto: «Tenemos que dejar de buscar un confort artificial»

Guillermo Bonetto, líder de la banda de reggae Los Cafres, consideró que la pandemia de coronavirus puso en evidencia «el aburguesamiento del ser humano, la búsqueda de un confort artificial a cualquier costo» e indicó que es necesario «concientizarse y tomar en serio las señales que nos envían la naturaleza y el planeta».

«Somos muy hipócritas los seres humanos. Estamos muy aburguesados, siempre por la comodidad y el confort. Cambiamos por el celular más moderno y con la cámara más top y no vemos qué se sacrifica por el 5G que tiene más conectividad pero es súper toxico», reflexionó Bonetto.

En esa línea, el vocalista del noneto, añadió: «Siempre dije como chiste que el día que la tierra estornude, ‘agarrate Catalina’ (risas). Es hora que nos hagamos cargo de las acciones, de cómo uno se alimenta, de la falta de conciencia con respecto o ver que la ganadería está destruyendo el planeta y nosotros no dejamos de comer carne».

El presente de la banda que completan Gonzalo Albornoz (bajo), Iván Mustapich (batería), Claudio Illobre (teclados), Demián Marcelino y Víctor Raffo (guitarras), Rolando Duarte (percusión), Manuel Castaño (saxo) y Guillermo Rangone (trompeta) tiene que ver con un ambicioso proyecto denominado «Los Cafres 3Décadas» que tuvo su volumen digital inicial en 2019 y que viene de obtener el Gardel.

Pero en total serán tres álbumes en formato digital que confluirán en el lanzamiento de un gran álbum en formato físico y de cuyo segundo tramo ya se conocieron los singles «La leña de la risa», «La naturaleza», «Esclavo» y «Cómo ver?», una canción de Bonetto compuesta 20 años atrás, que se mantuvo inédita.

P: ¿En qué punto de «Los Cafres 3Décadas» estamos ahora?

Guillermo Bonetto: El volumen I salió en agosto del año pasado, del II hay cuatro adelantos y falta el III, que tiene algunos temas grabados. Los tres volúmenes constan de temas nuevos grabados en estudio, algunos low-fi que serían unas zapadas o quizás versiones de temas con poca instrumentación y en contraposición con los low-fi están los orquestados. En esa cuerda en el primero hicimos «Este jardín» con una orquesta de 14 músicos, sección completa de cuerdas y algunos instrumentos de viento.

P: ¿Cómo decidieron los ejes temáticos para cada disco?

GB: Básicamente son tres colores, que son conceptos en sí mismos. El primero es azul, que sería la parte onírica, como el niño que sueña y la proyección y las posibilidades eternas que tiene esa potencialidad; el segundo es el verde que representa los regalos que recibimos todos los seres de la tierra de la naturaleza, las bondades de la vida y todos los tesoros que tenemos que cuidar y el tercero es el rojo, que representa la intervención del hombre e implica lo más dramático. Con las acciones y los errores también.

P: Esos ejes temáticos, principalmente el último, ¿Los eligieron antes de la pandemia?

GB: Mucho antes y fue un poquito premonitorio. Asusta bastante, porque las tapas son muy marcadas y la tercera es bastante más apocalíptica que las otras dos. Más que nada una cuestión de alarma y concientización. Hubo un parate y se congeló todo, pero cuando revisé las tapas hechas la verdad que me asusté (risas). Es futurista y medio dramática.

P: ¿Cómo los tomó la pandemia? ¿Fue productiva?

GB: Sí, fue productivo. Demián se puso a demear un montón de cosas, Claudio también, Iván el baterista nuevo también y yo nunca paro de escribir y componer, pero tranqui, no estuve laburando mucho en estudio.

P: ¿O sea que te vino bien parar un poco?

GB: Anoche estaba pensando en eso. Uno tiene en sus hombros un montón de cosas y hay veces que para un artista, un padre de familia, para uno de los líderes de una agrupación, las presiones son bastantes. Uno no termina haciéndose cargo pero el cuerpo lo sabe. ¿Qué es ser productivo para un artista y un líder de familia y demás? Es complicado, porque no solamente es ganar el pan sino para qué lado estamos rumbeando. De hecho, en lo personal necesitaba parar porque estaba muy estresado aunque desde afuera parezca todo muy divertido. Yo lo aproveché para revisar mis prioridades y qué tipo de mecanismos utilizo para encontrarme, ver si estoy caminando los pasos que quiero caminar. ¿Por qué uno se estresa en la vida? Hay algo que no está bien. Es como que yo lo capitalizo en ese intento pese a que no sé si lo voy a lograr.

P: ¿Sentís que podés trasladar eso a las canciones de Los Cafres?

GB: Nosotros somos una especie de filósofos, vamos tirando ideas al aire sin el doctorado o la tonelada de libros que lee un teórico; lo nuestro es más del estómago. Pero no deja de ser una búsqueda muy seria, estamos prestando atención al ángulo al que estamos girando y eso me parece súper valioso. Me parece que hay que solidificar mucho cuáles son nuestras prioridades, porque estamos muy perdidos los seres humanos y hace falta un poco de una mirada superior, mirar el paisaje completo. Hay que despegar un poco y ver. ¿Para qué estamos corriendo? ¿A dónde queremos llegar? ¿Vamos a llegar a algún lado o el tránsito es muy lento en la vida?

P: Volviendo a la música ¿Cómo estás viendo la movida reggae a nivel latinoamericano?

GB: En México es gigante el ska y el reggae tiene esa cosa de que es muy saludable, ¿no? Aparte como es acá, es una música que siempre se la quiere sepultar y no se puede. A veces subieron y bajaron, pero siguen ahí. Hay una movida muy interesante y hay bandas nuevas también. El que piense que el «chingui chingui» es fácil de hacer se choca con una pared.


Texto: Adrián Mouján