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Hace 30 años, «Violator» convertía una broma de Depeche Mode en profecía

28/03/2020 - Noticias
Hace 30 años, «Violator» convertía una broma de Depeche Mode en profecía

Cuando Depeche Mode decidió titular su sexto álbum «Music for the Masses» (Música para las masas), la intención fue hacer una broma. «Era todo menos música para las masas», dijo Martin Gore aquel disco. Mientras que el cuarteto de synth pop conformado por el cantante David Gahan, el compositor principal y multiinstrumentista Gore y los tecladistas Alan Wilder y Andrew Fletcher ya habían logrado un éxito considerable, estos chicos oscuros y malhumorados no eran precisamente superestrellas pop internacionales en 1987.

Tres años después, Depeche Mode se había vuelto lo suficientemente popular como para incitar una revuelta. Para promocionar su séptimo álbum, «Violator», la banda organizó una firma de autógrafos en un local comercial de Los Ángeles. El evento atrajo a más de 17.000 fans: un número muchísimo más grande de lo esperado. Apretándose contra las vidrieras en su afán por acercarse al grupo, la multitud de fans fue dispersada por 130 policías antidisturbios.

Tres años pueden hacer que el título de un álbum pase de ser una broma a convertirse en una profecía.

Lanzado el 19 de marzo de 1990, «Violator» fue un salto comercial y artístico para la banda. Los encontró tocando sueltos en el estudio como nunca antes. «Decidimos que nuestro primer disco de los 90 debería ser diferente», dijo Gore sobre el proceso de grabación. En los discos anteriores de Depeche Mode, Gore llevaba al estudio canciones casi completas, desarrollando las pistas por su cuenta antes de mostrárselas al resto de la banda para agregar algunos toques finales. Animados por el productor Mark «Flood» Ellis, la banda trabajó en «Violator» sin esa red de contención: Gore trajo demos inconclusos, dando a sus compañeros más libertad creativa para ayudar a dar forma a las canciones en el estudio.

Esa calidad sin terminar se puede apreciar en la producción del álbum. Haciendo una comparación con Bruce Springsteen, si los discos anteriores de Depeche Mode eran como «Born to Run», «Violator» era su «Nebraska»: desnudo y frío. En lugar de convertir las canciones en producciones con enormes capas de sintetizadores, Wilder y Flood crearon paisajes sonoros con espacios vacíos y arreglos dispersos. En «Violator» hay espacio para que tus oídos deambulen y capten los excéntricos ruidos y los «rumores blasfemos» que susurran en esos rincones oscuros.

Si bien Gore bromeó sobre la falta de potencial comercial de «Music for the Masses», ese disco estableció uno de los factores más importantes para el éxito de «Violator»: la aparición de las guitarras en el sonido de la banda. Parte de lo que le da a «Violator» su carácter distintivo es la forma en que la banda despliega guitarras para darle a su música una sensación más terrenal. Pensemos en el emblemático riff de Gore en «Personal Jesus», un toque de guitarra vibrante que brota y salta a través de la melodía inspirada en Elvis Presley. El video dirigido por Anton Corbijn hace que su interés en las raíces de la música estadounidense sea aún más obvio al presentar a los integrantes de Depeche Mode como una pandilla de cowboys.

Mientras que muchos de sus contemporáneos new romantics y góticos tenían un estilo melodramático, la forma de cantar de Gahan es casi conversacional. Los comentarios de Gahan son casuales, llenos de confianza en sí mismos; Corbijn encuentra el enfoque visual perfecto para encarnar este aspecto de Gahan en el video de «Enjoy the Silence», donde convierte a Dave en un rey que pasa el tiempo en una reposera de playa. Junto con las letras de Gore que reflejan conflictos sobre sexo, relaciones destructivas, Dios y el sadomasoquismo, la voz sensualmente indiferente de Gahan hace que todo parezca parte de su actuación. Mucho antes de que The Weeknd y Drake se vendieran a sí mismos como máquinas de amor nihilistas cómodamente adormecidas, Gahan estaba cantando en «Sweetest Perfection» sobre inyecciones dulces y «la infección más dulce del cuerpo y la mente».

En «Violator», el amor es una conspiración. Se comparte en susurros y secretos: «no digas una palabra», «las palabras son violencia», «esconde lo que tienes que ocultar». En el mayor éxito de la banda en ese momento, «Enjoy the Silence», el amor es una burbuja frágil a punto de estallar. Originalmente era una canción minimalista con solo voces y un armonio, pero Flood convenció a Gore a reforzar la pista con guitarras y un ritmo acelerado. Las alteraciones convirtieron aquel demo de Gore en una de las canciones más épicas de la banda: una inquietante oda para mantener la boca cerrada y disfrutar el momento mientras dura.

Mientras que las letras de Gore giran alrededor de la obsesión de mantener las cosas en secreto, la música en sí está ansiosa por ser escuchada. Si bien «Violator» es más despojado que sus discos anteriores, también es musicalmente más aventurero. Todo ese espacio vacío en los demos de Gore dejó a la banda mucho espacio para garabatear en los márgenes. «Violator» es un disco lleno de fascinantes peculiaridades y adornos sonoros: los gritos electrónicos en «Blue Dress»; el insistente estribillo de sintetizador en «Halo» que suena como un cerdo resoplando; la forma en que la palabra «harm» («daño») atraviesa la delicada atmósfera de «Waiting for the Night», subiendo de volumen y ascendiendo en la mezcla hasta que se transforma en un estallido de ruido de guitarras; o la batería electrónica de «World in My Eyes», que suena como si alguien escupiera.

El éxito de «Violator» presentó a la banda a un público más amplio, y esta mayor exposición llevó a que su disco siguiente, «Songs of Faith and Devotion» (1993), debutara en el número uno en los charts de los Estados Unidos y el Reino Unido. «Antes de esto, nos iba bastante bien», recordó Andy Fletcher. «Luego, cuando apareció ‘Violator’, inexplicablemente nos volvimos enormes. Fue simplemente increíble, y en muchos sentidos nunca nos recuperamos realmente de eso. Después de eso, siempre sentimos que queríamos arruinar un poco las cosas».