El 2 de septiembre de 1986, la compañía CBS publicó «Contrareloj», el segundo disco de Los Enanitos Verdes y el primero en ese sello. El debut homónimo de 1984 había generado grandes expectativas sobre el futuro del combo mendocino y la multinacional, que por esos años estaba creando un gran catálogo con artistas de rock argentino, se interesó en ellos.
La producción de Andrés Calamaro le dio al grupo un sonido más moderno, aunque sin llegar a enrolarse definitivamente dentro de la new wave. Calamaro se hizo cargo, además, de algunos teclados, coros, efectos de sonido, percusión Mirage y humana y samplers, toda una novedad para la época.
«Contrareloj» fue grabado entre mayo y junio de 1986 en los estudios Panda de Buenos Aires, con la producción artística de Calamaro -a quien la banda apodó cariñosamente «Il maestro» en los agradecimientos y la ingeniería de Mario Breuer.
De la grabación participó la formación estable de Los Enanitos Verdes –Marciano Cantero en bajo, voz líder y coros, Tito Dávila en teclados y coros, Felipe Staiti en guitarras eléctricas y acústicas y Daniel Piccolo en batería y percusión-, además del saxofonista Alfredo Desiata (de Los Abuelos de la Nada) y el ya mencionado Calamaro.
El álbum se convirtió en un verdadero éxito, especialmente en el interior del país, donde casi todas las canciones tuvieron una incesante difusión en las radios. Este disco también le permitió a la banda dar sus primeros pasos en la conquista de América Latina, merced a la difusión lograda en las radios de Uruguay, Chile y Perú en particular. De hecho, su posterior participación en el Festival de Viña del Mar no solo les dio una gaviota, sino también alas para volar más allá.
Canciones como «La muralla verde», «Cada vez que digo adiós», «Simulacro de tensión», «Conciencia contrareloj» o «Tus viejas cartas» se han convertido en verdaderos clásicos del rock argentino de los años 80.
Un par de esas canciones guardan grandes historias. «La muralla verde», el primer éxito masivo del grupo, surgió a bordo de un micro durante una gira del año anterior, cuando recorrían toda la Argentina y Latinoamérica como banda de apoyo de Piero. Afortunadamente, Marciano tenía un grabador portátil y ahí mismo registró la melodía, que en principio era más cercana al ska.
La otra canción emblemática es «Tus viejas cartas», dedicada a Viviana, la novia que el cantante tenía en Mendoza antes de viajar a Buenos Aires para probar suerte con la música, cuando tenía solo 21 años. «Se la escribí a ella, pensando en todas las cartas que me había escrito y en dónde había quedado todo aquello», contó tiempo después. Esa canción de amor llena de melancolía tuvo tres décadas después la historia un final feliz: Marciano Cantero volvió a ponerse en contacto con Viviana, retomaron su noviazgo y en 2020 se casaron.
Menos de 35 minutos de duración alcanzaron para hacer de «Contrareloj» un álbum fundamental para comprender el rock argentino de la segunda mitad de los 80, cuando el género experimentaba una gran expansión hacia el resto de América. La banda estaba parada en la muralla entre lo que fue y será.
Texto: Rodolfo Poli / CRock.com.ar