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Hoy cumple 20 años «Alta Suciedad», una de las obras cumbres de Andrés Calamaro

09/09/2017 - Retro
Hoy cumple 20 años «Alta Suciedad», una de las obras cumbres de Andrés Calamaro

El 9 de septiembre de 1997 salía a la venta «Alta suciedad», un álbum fundamental en la discografía de Andrés Calamaro. El músico había alcanzado el éxito con Los Abuelos de la Nada cuando despuntaban los años 80 y había publicado cuatro álbumes como solista antes de emigrar a España, donde fundó Los Rodríguez.

Tras la disolución de Los Rodríguez, Calamaro se queda con un contrato como solista. Y varias opciones. La primera, trabajar solo en su estudio madrileño, El Hornero Resurrecto. La segunda, convocar a sus muchos amigos, tanto de la Argentina como de España.

Finalmente, decide apostar por una tercera alternativa: viajar a los Estados Unidos y grabar con aquellos músicos de sesión que lo habían fascinado en discos de John Lennon, Aretha Franklin, Steely Dan, Tom Waits, Elvis Costello y Keith Richards, entre otros.

Fue una apuesta arriesgada, ya que Andrés no maneja con fluidez el inglés, y solo contaba con la complicidad del productor Joe Blaney (The Clash, Charly García).

La idea era encontrar un sonido más propio, volver a sus raíces, alejándose del rock rumbero que había experimentado con Los Rodríguez. Y también de la armonía simple que marcó «Nadie sale vivo de aquí» (1989), el último trabajo que había grabado en la Argentina.

En unas intensas semanas entre un estudio de Nueva Jersey y otro de Manhattan. Calamaro descubre el placer de la autoexigencia. Y la compañía de los mejores músicos del mundo. Las guitarras del disco estuvieron a cargo de Hugh McCracken, que ha tocado con Steely Dan y en el álbum «Double Fantasy» de Lennon. Los solos corresponden a otro excelente guitarrista, Marc Ribot, que grabó en «Rain Dogs» de Tom Waits y en «Spike», de Elvis Costello, además de realizar zapadas neoyorquinas con John Zorn. El tercero es Eddie Martínez.

La batería estuvo a cargo de Steve Jordan, de los X-Pensive Winos, la banda de Keith Richards. Dos bajos se repartieron el trabajo: Charly Dryton (también de los Winos) y Chuck Rainey, que ha tocado con Aretha Franklin.

«Llevamos a estos músicos porque son los masters que grabaron en nuestros discos favoritos; no porque los necesitáramos sino porque lo queríamos. Hasta último momento barajé la posibilidad de usar mis grabaciones domésticas, pero finalmente grabar con músicos de sesión fue una experiencia formidable», contó Andrés en 1997. «Yo había hecho demos rústicos pero graciosos con todas las voces e instrumentos. Y fijate que inclusive algunas, que te hice escuchar el año pasado, las había construido sobre baterías sampleadas al propio Steve Jordan, que finalmente las grabó».

A continuación, se completaron los últimos detalles en Miami, sumando la participación vocal de Celeste Carballo, Palito Ortega y Antonio Escohotado, cuya voz aparece «enlatada» desde Madrid en un largo texto en medio del reggae «Nunca es igual».

Originalmente, el disco iba a llamarse «El otro lado del novio del olvido». Luego, ya grabado, se jugueteó con «Decidí contarlo». Y «Alta suciedad» se volvió al título más directo.

«Alta suciedad» es un disco donde entran funk y rock, zydeco y soul, rumba y tango, reggae y psicodelia pop, folclore y tex-mex. Tal vez, con un corazón más negro que en discos anteriores, seguramente por el hecho de haber sido grabado en Nueva York.

«No hay ninguna baguala ni ninguna canción de Atahualpa Yupanqui, no fui tan ecléctico tampoco. Ni las guitarras están tan fuertes ni a la batería se le pega tan duro ni hay ninguna baguala. Nunca hice un disco con canciones muy parecidas entre sí, aunque me gustaría hacer un disco entero de rock primitivo», manifestó Calamaro en una entrevista con el diario La Nación en 1997.

El álbum generó clásicos instantáneos como “Flaca”, “Loco” y “Crímenes perfectos”, además de exhibir rebeldía en “¿Quién asó la manteca?” y “Media Verónica” y en un himno de la insatisfacción como “Donde manda marinero”. Estas canciones daban cuenta de un solista más adulto, un Calamaro capaz de componer canciones con mucha llegada sin perder su esencia.

En una entrevista con Jaime Bayly, Calamaro definió a “Flaca” como “la sarta de mentiras ‘inocentes’ que uno dice por amor, querer decir una y terminar diciendo todo lo contrario”.

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Ese primer single y quinto track del disco fue clave en su éxito. Una letra que habla de ese amor que duele tanto como reconforta y una melodía monótona pero implacable la transformaron en un emblema del músico.

Otra de las canciones más difundidas del disco es «Loco», que fue censurada en múltiples ocasiones y ocasionó inconvenientes legales al cantautor, puesto que el primer verso dice «Voy a salir a caminar solito, sentarme en un parque a fumar un porrito». Un par de años antes, el 19 de noviembre de 1994, durante un show en La Plata por el 112º aniversario de esa ciudad, Calamaro gritó ante la multitud: “Es una linda noche para fumarse un porrito”, por lo que se le inició una causa por “apología del delito”, aunque luego, en un juicio realizado recién en 2005, terminó siendo sobreseído.

“Me gustaron ‘Flaca’ y ‘Loco’ como emblemas de la pareja normal de la calle, como unos Adán y Eva posibles”, explicaría tiempo después en una entrevista con la revista Rolling Stone.

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Como cierre del álbum, y a modo de bonus track, Calamaro incluyó una versión de «Catalina Bahía», el tema de Pedro y Pablo. Una letra sobre el amor prohibido, escrita a principios de los 70 y que Calamaro canta, áspero, agregándole la madurez de los años transcurridos.

El éxito también se reflejó en los números: «Alta suciedad» se convirtió en el segundo disco más vendido en la historia discográfica argentina, detrás de «El amor después del amor» de Fito Páez. También se lo ubicó como el décimo mejor álbum en la historia del rock argentino, según una la lista que realizó la revista Rolling Stone.