El cantante y guitarrista Richard Coleman aseguró a la agencia Télam que «en algún momento la catarsis puede ser transformada por el artista en un hecho creativo» como ocurrió con «Humanidad», su nuevo single estrenado en plataformas digitales junto a un video dirigido por Lisa Cerati, y en el que el compositor ensaya sobre «el riesgo de perder la capacidad humana» frente a los meses de aislamiento y la incertidumbre sobre el futuro.
Entre las aperturas y el regreso de las restricciones del mes de febrero, Coleman comenzó a darle forma a una nueva canción hasta que se encontró con «una perla brillando entre las manos» que debía ser «entregada y compartida» lo antes posible y sin esperar que aparecieran otras canciones que la acompañaran.
«No habla directamente sobre la humanidad en tiempos de pandemia pero es consecuencia de lo que ha pasado. Es sobre esa desazón sobre no saber qué carajo está pasando o qué va a pasar, sobre ese año entero de vivir en un ‘no future’ y sobre el riesgo de perder mi propia humanidad, mis propios rasgos humanos y la capacidad humana», sostuvo.
Con el aporte a distancia de los músicos de Trans-Siberian Express, el grupo que lo acompaña en su travesía como solista desde el 2011, terminó por darle forma a un mid-tempo compuesto en el contexto de la pandemia, esquivando los lugares comunes y las alusiones directas y logrando la alquimia poética introspectiva y distópica y que cobra una nueva dimensión a partir de las luces y sombras del video.
P: ¿Qué te pasa cuando revisitás el video de «Hamacándote», el primer corte de de tu debut como solista en 2012, y donde aparecés con la guitarra colgada recorriendo una microcentro porteño desolado, casi como en los primeros tiempos del aislamiento más estricto del año pasado?
Richard Coleman: Ese video lo dirigió un gran amigo, Diego Panich, que hizo varios videos desde que empezó su carrera, algunos con Los 7 Delfines. Ahora vive en Nueva York. Para hacer ese video, se había inspirado en la película de ciencia ficción «28 Días Después» sobre una plaga que arrasa con la ciudad. El protagonista se despierta en el medio de una Londres desierta y no hay nadie más. Nos basamos en esa idea y lo filmamos un 17 de agosto feriado. Arrancamos a las cinco de la mañana con dos grados bajo cero. Había ola polar en la ciudad y era lunes en el microcentro; realmente no había nadie, porque no podía haber nadie. Y ahora (la distopía) se hizo real. ¡Qué loco! Hay algo de oracular en ese video.
P: Y en el medio del caos que fue esta pandemia, estás presentando una nueva canción con video. ¿Te pudiste reconciliar con la idea de futuro?
RC: Todavía no es tiempo de hacer balance, todavía nos falta para saber cómo nos fue. Mientras tanto uno va resolviendo cosas, inventándose alguna proyección, alguna catarsis que sea útil. Para el artista, en algún momento la catarsis puede ser transformada en un hecho creativo, en una producción y entonces uno va tratando de inventar por ese lado también, pero es muy complicado. Por eso tener la canción, en el momento que la tuve resuelta, fue como tener una cosita brillando entre las manos. El futuro para el artista como un trabajador del arte es muy complicado, porque no se ve bien. Se cortaron los shows por la situación sanitaria y si hacemos la cuenta: cero más cero es cero.
P: ¿Cómo se hace para darle lugar a la creatividad dentro de ese contexto?
RC: Todo lo demás se transforma en utilizar la energía creativa para crear un producto artístico que sirva para sobrellevar el asunto. Nosotros como artistas estamos en una situación en la que si no estamos generando, se va liquidando todo. Por ese lado es complicado. Por el lado espiritual lo complicado es la calidad de la energía, porque la energía negativa no suma. Por eso, esta canción ‘Humanidad’, fue como tener la perla entre las manos y no pensar en nada más. Apenas la tuve resuelta decidí que tenía que salir y que no podía pensar en esto como un adelanto de un futuro álbum y esperar a tener más canciones. Es un hecho aislado. Una consecuencia de todo lo que veníamos viviendo y que entrego ahora por la necesidad de compartir.
P: Hace diez años que te acompaña la misma banda ¿Encontraste con ellos tu mejor v versión como compositor?
RC: Hace años que siento que estoy en un gran momento. Desde que empecé este camino solista en donde me he encontrado con esa multiplicidad de poder hacer cosas diferentes y atender diferentes proyectos al mismo tiempo. Tiene que ver con hacer lo que quiero, lo que me sale y tengo ganas. Un día puedo ir a tocar con la banda y a la semana siguiente salir con la guitarra yo solo. Con Trans-Siberian Express es bárbaro lo que pasa, porque es un espacio donde yo voy con propuestas y ellos se ponen la camiseta y solo embellecen lo que propongo. Es una situación muy elástica, que me permite trabajar también solo y después llamarlos a ellos como fue en este caso.
P: Siempre estuviste cambiando de forma, aunque sin perder ese sello tan personal que te distingue, ¿tenés claro hacia dónde va tu nueva transformación artística?
RC: No sé qué será lo próximo que vendrá, pero siempre tengo ganas de romper y patear un poco el tablero. Pero cada cosa a su momento; no es ahora el momento de hacerlo, aunque esta canción es diferente a lo que venía haciendo. Es como una depuración y una pulida más a una manera que tengo de hacer canciones. Hay otro golpe y es más fino todo. La estructura, el arreglo y la emoción que le puse. Ahora que me preguntás, estoy mirando mi escritorio y veo que estoy rodeado de sintetizadores. Tengo la guitarra acá apoyada, pero estoy más con esta cantidad de controles que me encantan. El perilleo, intervenir y modificar cosas. Encontré ahí un espacio lúdico muy interesante que no sé en qué se va a transformar pero tampoco lo busco. Solamente lo estoy disfrutando; no estoy pensando en ningún otro proyecto, pero estoy trabajando de otra manera.
El elegido por Gustavo Cerati, Charly García y Skay Beilinson
La alianza de Richard Coleman con Skay Beilinson, quien lo sumó a las filas de su grupo Los Fakires antes del comienzo de la pandemia, se origina con el histórico guitarrista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota asistiendo, a mediados de los ochenta, a una de las presentaciones del grupo Fricción que por entonces comandaba junto a su amigo y aliado Gustavo Cerati.
Apenas visitar su carrera, con más de 35 años a cuestas, decreta el fin de cualquier antinomia o rivalidad absurda: se conoce de su historia con sus innumerables colaboraciones con el líder de Soda Stereo, tanto en aquellos tiempos como luego durante su etapa solista entre «Ahí vamos» y «Fuerza natural».
Pero en su currículum acumula otros hitos curiosos como el de haber sido sesionista en «Vida cruel» de Andrés Calamaro e integrar Las Ligas, una de las legendarias y poco difundidas formaciones de Charly García, de la que se bajó para dar forma a su proyecto Los 7 Delfines.
P: ¿Cómo se produjo tu llegada a Las Ligas?
RC: Era 1985, año en el que había debutado con Fricción, ese colectivo experimental que teníamos con Gustavo, Fernando Samalea y Cristian Basso. No teníamos la finalidad de que sea una banda en serio. Se trataba de salir a tocar y mostrar lo que hacíamos en los ensayos. Eso provocó repercusión. Bastante. Y en un momento me convocó Calamaro para trabajar en un segundo álbum solista. El tipo tenía muy buena onda y era muy abierto y generoso con el tiempo y con su manera de trabajar. Y eso fue lo que me llevó a conocer a Charly García en un cumpleaños de Andrés. Estuve conversando un rato con Charly, que es muy rápido y enseguida se enteró que había grabado, lo escuchó y me terminó convocando. De repente me encontré, con 22 años, tocando con un montón de gente y jugando en primera. La primera convocatoria fue para cumplir con un show que tenía vendido en Chile.
P: ¿Por qué te bajaste de esa formación?
RC: Estuve un año y medio trabajando con Charly. Fue increíble lo que aprendí y lo que desaprendí también. Mientras tanto seguía con mis proyectos y mis canciones con Fricción y cuando llega el momento de grabar el disco que iba a ser «Parte de la religión» yo sentía que necesitaba hacer lo mío. Entonces hablé con él y le conté que necesitaba eso. Que no iba a ir a grabar a Nueva York para después irme de la banda, que no lo pensaba cagar, porque eso era de mala onda y muy desprolijo. Charly me agradeció y me dijo que estaba todo muy bien. Me dijo que contara con él. De alguna manera fue como que me dio la bendición y me dijo «seguí tu camino, porque a mí me gusta lo que hacés». Fue una experiencia muy fuerte, como una especie de universidad y la primera vez que trabajé profesionalmente de verdad, con el número uno del momento. Aprendí a ensayar y mucho sobre la dedicación al trabajo.
P: ¿Qué tienen en común cabezas como las de Gustavo, Skay o Charly? ¿Qué fibra encontrás en todos ellos?
RC: Cada uno es un universo. En común lo que tienen es el talento, ese talento que es abarcativo pero diferente en cada uno de ellos. Charly y Gustavo eran tipos sumamente inteligentes y cultos. Eso tiene que ver, no solamente con la viveza, sino con la intuición, con una inteligencia y una estructura especial. Después hay diferentes dones. De Skay también aprendí muchísimo, porque es un tipo súper claro, sencillo y talentoso. Él me decía, «lo que pasa Richard es que yo soy consciente de mis limitaciones». Y eso es algo que yo comparto con él, absolutamente. El «Flaco» tiene muy claro cuál es el marco en el que se puede mover. Y es un laburador. Todos lo somos, a todos nos gusta trabajar mucho y no entregar las cosas más o menos o quedarnos conformes así nomás. No es un momento de inspiración y ya. Es laburo y laburo.
El aporte de Lisa Cerati para el video de «Humanidad»
Para darle imagen a su flamante canción «Humanidad», Richard Coleman convocó a Lisa Cerati, hija de su amigo y líder de Soda Stereo, en una tarea que, destacó, «implicó trabajar juntos desde dos lenguajes distintos pero construyendo juntos una pieza.
«En febrero, con el boceto de la canción terminada, supe que la tenía que resolver, editar y presentarla con un video para que no quede en el mar de las plataformas digitales y repasando videos de Benito con su banda Zero Kill había algunos que me parecían muy graciosos y bizarros. Reviso la ficha técnica y los dirigía Lisa. Y con razón, porque son frescos y no tienen vicios ni del oficio ni del ambiente», contó Coleman.
Cerati, por su parte, indicó que «los dos somos muy fanáticos de The Horrors y a mí me llevó un poco a ese lado. Para mí Richard siempre fue alguien que, además de que siempre admiré mucho, tiene mucha elegancia visual para mí».
P: ¿Cómo fue el primer contacto entre ustedes para abordar esto juntos?
RC: Empecé a intercambiar mensajes con Benito y la conversación llegó a que le dijera que me habían gustado los videos y él me contó que Lisa estaba a full con el tema de los videos y fue en esa misma conversación que se me apareció la idea. No fue una búsqueda, pero una cosa fue llevando a la otra. Y una vez que la ubiqué, empezamos a conversar y conectamos enseguida. Le conté que quería hacer una cosa austera, sencilla y factible, pero con una mirada fresca y de otra generación. Le mandé el demo así como estaba, creo que todavía sin la batería electrónica y a los 15 minutos volvimos a hablar. Me dijo que le había encantado y me mandó unas primeras referencias, donde había una situación de colores y de proyecciones de imágenes.
Lisa Cerati: Charlando por teléfono me contó que estaba haciendo por primera vez una canción en vez de un disco. Que estaba metiéndole mucha energía a una canción. Que había visto el video de «Santa Fe» que le hice a mi hermano con su banda Zero Kill y que le había copado. Y fue muy genial porque es un video que surgió en plena cuarentena, colgué un pedazo de tela verde en mi casa. Y salió lo que salió. Lo que se logró notar y Richard pudo ver es que más allá de lo estético se notaba mucho la diversión. Me contó eso y desde ahí confió plenamente en mí.
P: ¿Y le pediste que cante a cámara?
LC: Como en la canción tiene mucho protagonismo la voz de él, obviamente tenía que estar al frente y casi que le pedí que estuviera sin guitarra, que para él era algo medio novedoso, porque a Richard siempre lo ves con la guitarra colgada, entonces como una idea más de él desnudo frente a cámara en ese sentido. Y se re animó. Fue súper abierto a todas mis propuestas y para mí eso estuvo genial. Yo donde más me dejo creativamente fluir es en la edición. Ahí es dónde se logra lo que realmente uno quiere contar. Y bueno en este caso salió eso y la verdad es que estoy re-contenta porque no hay nada como cuando te gusta un tema que algo visual lo acompañe y vaya bien y quedé muy contenta.
Texto: Javier Berro / Télam