La banda de beat-hardcore Los Brujos, un emblema del nuevo rock argentino de los 90 decidió hace dos años volver, primero con algunos shows y ahora ya editó un disco que contiene canciones de un cuarto disco que debió editarse entre 1997 y 1998, con la presencia del Babasónico Gabo Manelli en bajo.
En aquellos años, Manelli había retomado su viejo lugar de bajista de Los Brujos, tras la salida de Lee Chi, ya que la banda se preparaba a editar un nuevo álbum. Aquel master quedo inconcluso ya que las diferencias internas generaron la separación de los maestros del beat-core. Manelli tuvo el honor de tocar en Babasónicos, los Brujos y en Juana La Loca, por aquellos años a finales de los 80 y principios de los 90.
Un duraron muchos las diferencias y todos se fueron juntando: Gabriel Guerrisi y Alejandro Alaci dentro de El Otro Yo, mientras que el baterista Quique Illid y el guitarrista Fabio Rey compartieron varios proyectos.
La banda regreso en junio del 2014 con dos invitados, el experimentado Rudie Martínez en teclados y Gregorio Martínez en bajo, mientras el núcleo duro trabajaba en las canciones del aquel viejo master.
El grupo decidió regrabar muchas partes alrededor del bajo de Manelli como en el hit que abre el disco, “Beat hit”, que tiene los golpes de batería característicos de Illid, sumado a un bajo bien cargado de Gabo, y guitarras con riffs juguetones e idiotas de las dos violas. Pero nada es igual hasta que Alaci y Ricky Rúa toman los micrófonos con frenesí, locura y delirio.
En aquellos años, los Brujos se estaban metiendo en un grunge y mucho rock alternativo, y algo de ese sonido sigue ahí, aunque Guerrisi y Rey grabaron todas las guitarras de nuevo y la banda decidió darle varias vueltas de turca a las viejas canciones, además de sumar en este “Pong!”, nuevas composiciones.
El audio es notable, poderoso, cargado de poder psicópata como en “Buen humor”, donde las guitarras, una de ellas procesadas, recuerdan a los mejores B-52’s, aquellos de los años 80, con ese beat surfer. Y desde el trabajo de Vero Vivaldi en la estética con esos cascos cónicos a estilo The Residents o la película “Coneheads”, hasta la foto del sobre interno, donde muchos brujitos aparecen como blancos y negros conejitos, alrededor de la banda.
“Histeria total” se inicia bien alternativa con una letra que recuerda cuandos todos eramos under e íbamos a ver a nuestra banda preferida tocar en un tugurio, aunque en el caso de Los Brujos ese lugar esta ubicado en el sur del Conurbano bonaerense, entre Lomas de Zamora y Ezeiza.
En “Hank”, Guerrisi se juega su amor por Charles Bukowski en una canción bien alternativa, con elementos new wave, y un trabajo aposentado de las voces de Rúa y de Alaci, con un gran trabajo de audio, que logra que el disco suene impecable.
En “Rolling Stone”, los Brujos le toman el pelo a los tópicos rockeros de sexo, drogas y rock and roll, y parecen ofrecerle una banda de sonido a Diego Capusotto para que lo utilice para su personaje Pomelo, que se burla de las ridículas actitudes de los rockeros que juegan al reventadito. Y lo hacen con un beat pegadizo que invita al pogo.
“No soy John” es una de esas canciones de psicodelia psicópata que siempre mostraron los brujos, con las voces, cantando alocadas, una base cruda y cargada, las guitarras riffeando frenéticas, desmedidas, disparando climas alocados.
En la misma línea va “Vida de acción” que a alta velocidad se vincula con las raíces de los Brujos en aquellos iniciáticos 90, cuando grabaron el sorprendente “Fin de semana Salvaje”. “Rock vampiro” tiene un sonido más new wave en su comienzo, con muy buenos arreglos de las voces en el estribillo, además de un gran trabajo de las guitarras.
El bajo de Manelli regresa desde las cintas en “Gagarin” dedicado al cosmonauta ruso cargado de frenesí, psicodélica beat y locura hardcore, tan natural en los Brujos y que también trae elementos de los B52’s cuando aun el fallecido tocaba la guitarra. “Gagarin” tiene momentos de instrumental, aunque ese rol lo juega “Pong!” donde también suena el bajo de Manelli.
“La hiena” comparte parte de esa locura, quizás algún pase de factura a un ex miembro que quedo afuera del regreso, con un gran trabajo de la batería y de las guitarras.
La banda decidió cerrar el disco con “Gabo”, una canción dedicada al fallecido ex bajista, con mucho poder grungero, las guitarras bien distorsionadas, las bases bien rockeras y las voces llevando la canción sin gritos, sin aullidos. “Pong!” es un gran regreso de los Brujos, una banda de la que no habían quedado descendientes.